miércoles, 31 de diciembre de 2008

451. Quiero decirles una casa


N
o, no quiero. Por ahora no quiero. Así que no voy a repasar cuánto morí el último medio año, apenas volví de Europa y decidí comprar mi primera casa.

Diré brevemente que todo lo que podía salir mal, salió mal.

(Murphy y la puta madre que te parió.)

Hasta ayer.

Porque ayer, la casa que siempre había alucinado -antigua, grandota, cerca de la estación de trenes, primer piso, escalera de mármol, vitral enorme, pisos de pino tea, techos altísimos-, esa casa, inesperadamente, se casó conmigo.



Ya no me dan ganas
de agarrar una maza
y partirte la fachada
hermosa
al medio.















[El mejor 2009 para quienes se lo merezcan.]

lunes, 29 de diciembre de 2008

450. Cadaqués que respirás (¿ves?)

[Llega la cuarta entrega de las historias europeas colgadas. Esta sucedió en un pueblito catalán donde los tuertos son muy reyes.]


-
¿Vas para la Costa Azul francesa? ¿En auto? Uh, boludo, qué bueno... -me dice el porteño que atiende el hostel en Barcelona-. De pasada, en la Costa Brava española, fijate si podés entrar en Cadaqués. Es un lugar hermoso, vas a ver. Pero es demasiado blanco. Si te toca un día de sol, llevá lentes porque te deja ciego.


Che, porteño, y no me decís nada sobre Dalí. Qué obsceno. Cómo no me vas a decir que Dalí vivió y laburó en Cadaqués, que para él era el pueblo más lindo del mundo. Con lo que me gusta Dalí, hermano. ¿No te conté cómo lloré frente a la colección de dibujos que hizo para ilustrar La divina comedia? Como guía turístico sos un desastre. Tan ciego te dejó. ¡Ahí Dalí pintó La madonna de Port Lligat! Menos mal que la palabra Cadaqués hacía eco en algún rincón de mi cruel memoria y fui igual.



El camino montañoso es bella y peligrosamente interminable. Cadaqués está allá abajo: esas manchas como nubes entre multitud verde selva y azul mediterráneo.


Sí que hay sol. Sí que es todo muy blanco. Sí que te ciega.

-Hubo una disposición, hace muchos años, para echarles cal a las viviendas a fin de combatir la malaria -me dice (incluso con las comas) don Atilio, un hombre que nació en Cadaqués hace 76 años y desde la puerta de su casa mira la vida, parece, arriba de un banquito.

-Tranquilo, el pueblo, ¿no? Ideal para escribir y pintar...

-¿Tranquilo? Je, je, je. ¡Es ABURRIDO! -me dice (incluso con los signos y el énfasis)-. Aquí no pasa nada de nada. ¡Ni un cine, hombre! Y debe de ser el pueblo donde hay más escritores que no escriben y pintores que no pintan.


Si será exagerado, usted, don Atilio. ¿Y Dalí y Miró y Picasso y García Lorca y D'Ors? ¿Vinieron a pescar, nomás? ¿O es que ya nadie puede pintar y escribir en Cadaqués porque los fantasmas te cagan la cabeza y te dejan ciego? Voy para la Casa Museo Salvador Dalí y vienen dos francesas: "Está cerrada", me dicen. Carajo: a la madrugada tengo volar de acá. "Si querés te contamos cómo es y te mostramos unas fotos", me dicen. Merci. Merde.



Callecita. Mínima. Zigzagueante. Empedrada. En subida. Cof cof.


A los 13 oí la leyenda urbana sobre los Parliament: esos cigarrillos me iban a dejar ciego. Eso decían. Pero yo los fumo desde hace 20 años y ni lentes uso. ¿Serán entonces las paredes blancas blancas blancas de Cadaqués? O el vino. ¿Veo bien el cartel? ¿Es él? ¿Cortes unisex en la peluquería "Burrito Ortega"?

martes, 23 de diciembre de 2008

449. Papá Noel existe (o el periodismo salvavidas)


A
bel:

Hoy cuando me sentía tan sola y triste, para despejar mi mente entré a navegar en internet y encontré su nota del 18 de diciembre de 2005 a la señora Natty Petrosino y en un momento dado me pregunté ¿de qué me quejo? Aunque Dios me puso muchas piedras en el camino y estoy cansada de sufrir, pienso que no he llegado al fondo del pozo, todavía tengo el amor de mi hijo menor, y todavía creo en Dios.

Dicen que "Dios aprieta pero no ahorca"; por momentos me sentí ahorcada, cuando falleció mi marido, cuando siento que no puedo sacar a mi hijo adelante y tantas otras cosas tristes, dolorosas, pero leyendo su nota me doy cuenta de que lo mío es insignificante al lado de lo que vive esa gente.

Una nota de hace 3 años justo hoy evitó que me suicide. Gracias por eso.














[Recibí este correo anónimo hoy. Cuando leí la última frase quedé boquiabierto. La piel de gallina. Paralizado. Me costó creerlo. Ni en el deseo profesional más soberbio se me ocurrió jamás que un artículo podría tener semejante efecto. ¡Que salvara una vida, la puta madre! Es el mejor regalo; gracias Papá Noel. No sé qué decir. Sigo impactadísimo. Y como completo, enamorado del periodismo, diría que feliz.]

lunes, 22 de diciembre de 2008

448. Resacoso


1.


Yo NO tengo unas All Star de lona.



2.

-Esperá, esperá un toque.

-Noooo, boluda, ¿esperá qué? Ya fue.

-No me podés decir eso.

-¡Ya lo dije!

-No sos gracioso.

-Vos sí. A veces. Cuando no sos tan triste.



3.

Esa noche fue la más puta. Se portó como nunca con su marido en la cama; hizo todo lo que (supuestamente) a él le gustaba tanto. Hizo todo lo que ella siempre había querido hacer, bah.

Al otro día, apenas salió de la oficina, él entró por primera vez en un cabaret y se gastó 250 pesos.



4.

-Te quiero como si no te conociera, mirá.



5.

Ella dice ponele que no tengas otra. Ella dice mucho "ponele". Ponele que te presto atención, le digo. Ella dice que soy un boludo, que no se hacen chistes en estos casos. (Y tiene razón. Con las dos cosas que dice.) Ella dice que en estos casos hay que tener la decencia y los ovarios de escuchar. Ella dice que hay que tener ovarios y yo no le hago ningún chiste: por decencia y para reducir el nivel de boludez en sangre. Ella dice cosas que no tengo ganas de escuchar pero escucho. Ella dice, finalmente, no tengo ningún motivo para vivir, ponele, mientras se acaricia la panza muy embarazada.



6.

"Cuando se despertó esa mañana, después de un sueño inquietante, Gregorio Samsa se descubrió en la cama convertido en un horrible insecto."

Según el inglés Kingsley Amis (novelista, poeta, crítico, profesor y gran escabiador, además de padre del escritor Martin Amis) esa frase de Kafka al comienzo de La metamorfosis es la mejor representación literaria de la resaca.

Entre sus decenas de libros, Kingsley escribió tres sobre la bebida. "Cuando esa inefable combinación de depresión, tristeza, ansiedad, desprecio hacia vos mismo, sentido del fracaso y miedo por el futuro te empieza a asaltar, convencete de que lo que tenés es una resaca -dijo-. No sufriste una lesión cerebral, no sos tan malo en tu trabajo, tu familia y tus amigos no forman parte de una conspiración casi silenciosa sobre lo mierda que sos, no es que por fin ahora ves la vida como realmente es."

viernes, 19 de diciembre de 2008

447. SMS Nº 80


Q
ue conste: me parece esencialmente injusto que en este país se carguen a otra generación.

jueves, 18 de diciembre de 2008

446. La villa es un carnaval


E
n cada tiempo muerto (antes llamado "minuto", aunque fueran 50 segundos), la mujer se ponía de pie para aplaudir y alentar al equipo. Como casi todos. Sólo que después ella extendía sus brazos con las palmas de las manos abiertas hacia los jugadores, elevaba su mirada al techo, cerraba los ojos con fuerza, murmuraba una plegaria irreconocible, volvía a enfocarse en el banco de suplentes y movía los diez dedos como si transmitiera energía.

Finalizada la ceremonia, saltaba y gritaba:

-¡¡A eeestos putos les tenemos que ganaaaaar!!



Villa Mitre, el flamante campeón del torneo de básquetbol, es el único equipo bahiense que sería local en serio en una instancia profesional.

Conozco a casi todos los pibes que de hinchas pasaron a ser dirigentes del tricolor: son pibes con ganas de hacer y que hacen. Van al frente como trompada, arrastrados por el cariño a la camiseta pero sin ser unas pasionales cabezas de termo.

Ojalá se les dé.

martes, 16 de diciembre de 2008

445. El arte de conducir


L
ista de palabras clave:

identidad
formación
apertura
experimentación
estrategia
mito
miedo
conflicto
revolución
evolución
paradigma
participación
grietas
límites
responsabilidad
herramientas
narrativa
acercamiento
apariencias
certezas
anonimato
construcción
ayuda.


Más o menos a partir de ese tótem ensaladesco traté de hilar una charla sobre el cruce entre arte y tecnología desde el periodismo, durante el ciclo denominado "Las ruinas de Bahía Blanca" (*) en el Museo de Bellas Artes.

Y cuando volvíamos recién al diario, con Matías No-sé-decir-"no" Matarazzo (quien por supuesto se animó a enfocar el asunto desde la literatura) escuchamos bombos, petardos y un grito:

-¡¡Caaa-mioooo-neros, carajo!! ¡¡Caaa-mioooo-neros, carajo!!



La realidad es a veces obscenamente irónica, pienso.







(*) "[...] a juzgar por las ruinas de Bahía Blanca, que tuve curiosidad de explorar, no se ha perdido mucho." Jorge Luis Borges, "Utopía de un hombre que está cansado", en El libro de arena, Emecé, Buenos Aires, 1975.

domingo, 14 de diciembre de 2008

444. Cumplí para adentro


D
etesto mi cumpleaños y siempre me meto para adentro.

Meto dentro de la mochila un libro, una botellita de agua y dos de cerveza artesanal, unos fasos, unos pesos, una libreta, una birome, y camino bajo el sol limado de las tres de la tarde subiendo por Las Heras hasta las vías del tren para encarrilarme hacia el Parque de Mayo escuchando Sumo y felizmente veo cosas.


Veo un pibe que me quiere vender una pulserita para ayudar a su papá, aparentemente herido en un accidente, y le digo que no uso, perdón, y el pibe dice bueno, ¿quiere colaborar?, y yo perdón, pero no puedo colaborar conmigo, que se mejore tu papá, y el pibe sale corriendo y parece si no feliz al menos entusiasta.

Veo tipos que estrenan guantes o chomba o palos o amante o cuernos y le pegan re fuerte a la pelotita y se ríen igual y parecen si no felices al menos engañados.

Veo como diez chicos morados bañándose en el agua contaminada del Maldonado bajo el puente y parecen si no felices al menos despreocupados.

Veo el auto con ventanillas bajas y a él y a ella en sus 60 y en sus reposeras tomando mate y mátenme el día en que haga algo así, aunque ellos parecen si no felices al menos serenos.

Veo que John Cheever describe a una mina así: "Se notaba que había sido muy hermosa y probablemente nunca perderá la autoridad que de joven le había conferido esa certeza", y parece si no feliz al menos eficaz.

Veo que es inminente el bajón y me compro un cubanito clásico y otro relleno con helado de chocolate y sigo los saltos de tres recientes ex bebés en una cama elástica lastimosa y parecen si no felices al menos inconscientes.

Veo unos amigos que terminan de jugarse un fulbito y toman cerveza y prenden el fuego a las seis de la tarde y parecen si no felices al menos acompañados.

Veo que estoy echado en un banco de cemento al lado de la laguna y en mi cabeza suenan los Doors y también esas imágenes que ahora escribo de corrido en una libreta de ProRhinite regalo de una francesa en Cadaqués y con una birome de Hellefoss AS que me dio Donald en Hokksund y parezco si no feliz al menos menos infeliz.

sábado, 13 de diciembre de 2008

443. Annosus


34.






















[In your face, Jebús.]

viernes, 12 de diciembre de 2008

442. This house is a circus


L
a camioneta amarillenta recorre la ciudad. Desde el megáfono, una voz aguardentosa tira coordenadas: "19 de Mayo entre Zelarrayán y Estomba. Detrás de La Nueva Provincia".

Que hayan instalado un circo frente al diario debe representar un mensaje de una sutileza abrumadora.

[Así se ve desde el ventanal de mi oficina,
que da a calle Rodríguez.]




We tend to see that as a perk, though.



miércoles, 10 de diciembre de 2008

441. En estos días en que no puedo ni conmigo mismo quiero volver a los cuatro años y al jardín


H
oy volví al jardín. Sí. Después de 30 años. Volví a mi jardín: el 902 "Gabriela Mistral" de calle Corrientes al 300.


Pasé mi vida en el barrio y pasé mil veces por esa puerta de rejas: incluso un día, de pibito, me paré en mi triciclo para pasar las rejas y entrar en el jardín cerrado porque lo extrañaba y el triciclo se movió y las rejas pasaron por mi brazo izquierdo y quedé colgando y como tenía una polera de esas que no se rompían ni con un misil tardé en darme cuenta de que el brazo izquierdo estaba agujereado y en casa dije Me pica, má y en el hospital me pusieron unos puntos y acabo de arremangarme para ver cuántos y conté cinco medio borroneados, ya.


Hoy volví al jardín porque en el puntocom del diario pensamos un especial navideño en video y no se nos ocurrió nada mejor que poner a un montón de ternuritas -bestias indescifrables- contando cándidamente qué le piden a Papá Noel.

-Ojo con lo que preguntan -advirtió la directora, Fabiola-. Acá hay muchos chiquitos que saben la verdad de la milanga, eh. Yo creo que en dos o tres años se vienen al jardín con la laptop.


Primera parada: los más grandes, los de cinco años. Entramos con el Cefe en la salita naranja.

-Son díscolos, estos -me avisó la seño-. No sabés. No hay forma de que se concentren más de un ratito en una actividad.

-¿Y no pasa con todos? -le pregunté.

-Bueno, sí. Bastante. Pero estos tienen problemas de conducta. Muchos están medicados.

-A la mierda.


Tampoco fue para tanto. O sea: hacían competencia de alaridos, pero todo bien cuando les pedimos que se sentaran en una sillita, de a uno, todos van a salir en la tele, ¿a ver? ¿cómo te llamás?, ¿y qué le pedís a Papá Noel?

-Nada -dijo la chiquita, que había levantado la mano para contestar y contó que se llamaba Martina.

-¡Eh! ¿Cómo "nada"?

-...

-Bueno. ¿Y a los Reyes?

-Nada.

-¿Y por qué nada?

Martina miró la cámara y entrelazó los dedos. Los compañeritos se le reían con crueldad inocente. Y ella en silencio. Y yo no sabía qué carajo decir, cómo remontarla.

-Bueno, lo que sea. Decí que Papá Noel te traiga lo que sea.

-Lo que sea -dijo Martina.

-¡Bieeeeeeeen! -dije, estúpidamente. Por supuesto, usé ese tonito pavo con el que se les habla a los chicos por defecto: por defecto de los adultos-. ¿A ver? ¿Quién sigue?


Segunda parada: los más chiquitos, los de tres años. Salita verde. Estaban tomando la leche en tazas amarillas de plástico y con galletitas surtidas. Todos querían las de chocolate, como debe ser.


-¡Hola, chicooooos! ¡Buenas tardes! -saludé. De nuevo el tonito defectuoso-. ¿Saben una cosa? Yo también vine a esta salita verde...

Solo dos o tres pibitos sacaron la cara de la taza para mirarme. Y una pelirroja se rió. Me pareció un gesto solidario: para que no me sintiera TAN estúpido.

Pensé que lidiar con pendejos es más difícil que encararse a la más linda del boliche. Pensé en una novia que tuve; una maestra jardinera divina y primeriza a la que le hice todos los chistes posibles al respecto, a la que taladré bastante con eso de la responsabilidad por ser la primera educadora formal, a la que no le dije suficientes veces que su entrega total en un jardín asperísimo de Fuerte Apache me resultaba conmovedora.


Tercera parada: el recreo en el patio. Recordé que ese patio para mí era el mundo, literalmente. Porque llegaba hasta las vías del tren y atravesarlo representaba una exploración inigualable. Prefería eso antes que el arenero, lo cual (se sabe) es mucho decir.


-¿Cómo te llamás?

-Tomás.

-¿Y qué le vas a pedir a Papá Noel?

-Un chupín.

-¡Ja, ja, ja! ¡Un chupín! -lo gastó una piba, balde en mano.

-Es que soy flogger -dijo Tomás, lo más tranquilo.



Tres amigos se abrazaron y me pidieron que les sacara una foto. Me hicieron acordar a mis compañeros del jardín como Pipi Galmarini, Andrés Souto, la Dumba Dümmig. Y ya que estamos: a la primera seño de la que me enamoré, los fucking toc-toc hechos con palos de escoba, la Gorda Felman y su piano, los bichos canasto que me mostraba el abuelo en los árboles de Las Heras al 400, la bocina del tren mientras cantábamos Estamos invitados a tomar el té.

-¡Qué linda foto, chicos! Miren, miren... -dije, mostrándoles la imagen mínima en la pantalla del celular. Y otra vez el tonito estúpido.

Me iba, intuyendo de manera muy perspicaz que no es lo mío tener onda con los pibes, cuando vi que uno abrazaba al Cefe y me sentí muy solo.

-¿Qué, lo conocés?

-No.

-¿Y por qué te abrazó?

-Qué sé yo. Me dijo ¡Abrazoooooo! y se me tiró encima. Me habrá visto cara de Barney.


Jardín 902

domingo, 7 de diciembre de 2008

440. Check list

(Desde Buenos Aires)


-Charlar con Perantuono de la vida, cara a cara, horas, como hacía demasiados meses no pasaba. (Incluso con reminiscencias apocalípticas de 2001; tajos emocionales del tipo No, no tenemos arreglo y ESTO tampoco.)

-Pasar toda la tarde en una quinta de Pilar comiendo asado, metiendo líquido, oliendo a pasto.

-Tomar el 21 en General Paz, ir a Vélez, penar otra derrota de River, dejar la garganta furiosa.

-Desayunar pantagruélicamente leyendo El País y con Bob Dylan estrujándote.

-Hacer más o menos unas hamburguesas en la parrilla de una terraza sintonizando con la placidez dominguera de rioba porteño.

-Pensar en cuántos bueyes se han perdido, qué lo parió, al ver al Gordo Lanata en el Maipo.

-Seguir a Funes (Funes sabe lo que hace) y concurrir página en blanco al reviente organizado por un PhD francés en un barsucho sin nombre.

-Aceptar que cumplir años acontece: entonces que se vengan los 34, y a darles la bienvenida íntima. Con calma zen y sin que nadie se dé cuenta.

viernes, 5 de diciembre de 2008

439. SMS Nº 79


N
ecesito airear la cabeza. O volármela. O mejor: que me la corten.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

438. Mala praxis


L
a camioneta policial se estaciona frente al hospital. Se baja un policía y fumando espera junto a la puerta. Enseguida llega una mujer con un bebé en brazos y un chico de la mano. La mujer le da un beso en la boca al policía y le dice hola mi amor cómo estás, el nene dice hola pá, el bebé berrea balanceando los puños cerrados. Los cuatro se suben a la camioneta policial: el policía en el asiento del conductor, su familia en los de atrás. Divididos por una reja.


El radiólogo del hospital cruza la calle y entra en el bar. Saluda al dueño y le pide lo de siempre. Se pone a ver el partido y putea. Toma una cerveza y putea. Se le caen unas gotas en el uniforme azul y putea. Toma otra cerveza y putea. No grita el gol y putea. Se acaba el juego y putea. Putea y paga las cervezas. Saluda al dueño y se va puteando. El radiólogo del bar cruza la calle y entra en el hospital.


Veo las dos escenas un domingo de estos, tomando cerveza y puteando. Y pensando en que el policía que usa la camioneta policial de remís le pide a su familia que se siente donde van los delincuentes para no tener quilombo si lo enganchan. Y pensando en que el radiólogo del hospital y del bar se debe agujerear el estómago con pastillas de menta para que no le sientan el aliento. Y pensando en que habría que denunciar por mal desempeño de sus funciones a los jugadores de River.

lunes, 1 de diciembre de 2008

437. La manito, el muñón, la masa y el músculo


1.

Cómo, me querés explicar. Cómo puede ser. Cómo se genera esto: así de rápido, así de sofocante, así de perturbador. Cómo se degenera en esto. Cómo... Cómo, si sólo querías que te diera una maaaaaanito, una caricia vil parecida al ánimo pasajero. Cómo, decime vos. Cómo en 15 minutos se produce un infanticidio tierno y en los 15 siguientes un monumento a Eros que dura horas y horas en un Chevallier cama total.


2.
Gustavo salió a dar una vuelta, solo, una madrugada de veranísimo pegajoso. Igual su gaydar funcionaba: "Esta plaza está llena de putos", pensó. Caminó para atravesarla lo más rápido posible. Pasó al lado de uno croto, viejo, nauseabundo. Gustavo detectó deseo sexual en la mirada del croto y le dio asco. Pero a los pocos metros se dio vuelta. El croto lo seguía mirando atentamente. Gustavo miró atentamente y vio que al croto le faltaba una mano. "El puto más feo del mundo", pensó. Cuando llegó al hotel me contó la escena y dijo que hubiera querido decirle al croto: "¡Metete el muñón!". Tardé una hora en dormirme.


3.
Entré en un quiosco de la terminal de micros cordobesa para comprar cigarrillos. El dueño atendía a un policía y antes que yo estaba un pibe de unos siete años con pantaloncito corto, musculosa y una máscara negra con ribetes dorados. A la altura de la frente decía "La Masa".

-¡Uy, La Masa! ¡Qué mieeeedoo! -sobreactué.

El pibe me miró, muy serio. Con su mano derecha y bastante esfuerzo se quitó la máscara adherida a la piel sudorosa y me dijo:

-No, señor. Soy un nene.


4.
La chica del asiento de al lado se sacó los zapatos, se acurrucó y se puso a leer un libro gordo. Recién cuando nos bajamos en Río Cuarto porque se había roto el aire acondicionado y ella esperaba leyendo en un banco vi que el libro gordo era La ilíada.

-"Canta, oh diosa, la cólera del pélida Aquiles" -le dije.

-¿Qué?

-Nada. Que así empieza el libro.

-Ah. ¿A ver?

Fue al principio, constató, sonrió.

-Héctor era el grosso -le dije-. Aquiles no. Pasa que Hollywood. Eso pasa. Si viste la película Troya te quedás con una imagen...

-Brad Pitt.