567. Patalead por la libertad y la verdad
El cartel es blanco y negro. Apenas se distingue en el centro bahiense empapelado, entre los rimbombantes y coloridos anuncios de Alfredo Casero o esos que promocionan el oxímoron "concéntrese sin distracciones".
Dice el cartel:
A los pueblos ignorantes se los engaña fácilmente.
Algunos políticos, pastores y curas lo saben muy bien...
Juan 8:32
Ponele que coincidimos con don Juan: que sí, es verdad, la verdad te hace libre.
Y ponele que coincidimos con el anónimo mensajero: que sí, es cierto, a los pueblos ignorantes se los engaña fácilmente.
Bien.
Pero... ¿leyendo la Biblia zafamos?
¿De qué verdad estamos hablando? ¿Qué sabiduría nos barrerá la ignorancia?
Según distintas estimaciones (la Guía Eclesiástica Nacional o el World Factbook de la CIA), nueve de cada diez argentinos son católicos bautizados y apenas el 20% es practicante.
Igual parece razonable suponer que casi todos han leído o leen la Biblia.
Y hay otras religiones que también se rigen por la Biblia, aunque la interpreten distinto.
¿Cómo nos ha ido en estos 200 años?
¿Y si probamos con los libros, muchachos?
No sé, digo, de pronto, me parece.
Yo fui bautizado compulsivamente. Y compulsivamente tomé la comunión a los ocho años. Esa fue la última vez que entré en una iglesia por decisión de otros.
A partir de entonces decidí entrar en varias iglesias, varias veces. Me fascinan. Sobre todo como construcciones: de sentido, de franquicia espiritual, de poder y por supuesto, de arquitectura.
Pero eso es todo. Soy agnóstico.
-Viejo, ¿por qué me bautizaron y me hicieron tomar la comunión si ni vos ni mamá van a la iglesia?
-Y..., por tradición. Qué sé yo.
-¿Cómo "Qué sé yo"? ¿Pero a vos te parece? ¿Meterme en una religión sin dejar que yo elija? ¡Un avasallamiento!
-No hinchés los huevos.
Ojo, no caigo en el cliché pelotudo de si-a-la-iglesia-le-importa-tanto-la-pobreza-por-qué-no-vende-el-oro-del-Vaticano-y-acaba-con-el-hambre-del-mundo.
Tampoco me burlo del que tiene fe: no sólo lo respeto, sino que a veces lo envidio. Envidio que tenga un bastón extra donde apoyarse en las desgracias, por ejemplo.
Cuando ocurrió el peor día de mi vida, miraba al abuelo en el cajón y no podía parar de llorar y parientes católicos me decían Ahora está en un lugar mejor, fijate la paz en su cara y yo le veía una mueca de dolor y pensaba Me cago en vos, en dios, en la puta virgen y en los zapatitos del niño jesús pero también Qué bárbaro, cómo creen en esas cosas y se reconfortan.
Lo que digo es que soy un enamorado de la libertad.
Y que cuando tenga un Abelito sólo le voy a imponer que sea de River.