709. Las fuertes señales que me dan los Estados Unidos
(Desde St. Paul)
Viajar por las exuberantes rutas norteamericanas te pone frente a una multitud de estímulos, como si fuera un jueguito de la PlayStation: tanta es la contaminación visual.
Hay demasiados carteles, quiero decir. Incluyendo, por ahí, alguno que de hecho brinda indicaciones de tránsito efectivas.
(OK, se me dirá que exagero. Y que de última no importa, porque acá te dan el GPS cuando comprás una docena de donas. Diré que probablemente tengan razón, pero en ese caso tendría que pensar otra imagen para arrancar el posteo y ando sin ganas. Así que si me disculpan, me niego y ahora procedo a clausurar este paréntesis extenso y completamente contraproducente en términos narrativos.)
Carteles, decía.
Su proliferación.
Hay, según un relevamiento muy científico que hizo el impreciso autor de este blog, un cartel cada 14,7 metros de asfalto.
Además de las publicidades y las señales de tránsito, están las pancartas que exigen un voto a tal o cual persona para gobernador/a, o senador/a, o diputado/a, o legislador/a estatal, o juez/a, o alcalde/sa, o presidente/a de la Sociedad de Fomento/a. Es que el primer martes de noviembre se juega acá la elección de medio término.
Y por si eso fuera poco, damas y caballeros, ahí tienen al costado de las rutas una infinidad de banderas norteamericanas e invocaciones religiosas. Como esa que vi ayer, presidiendo una millonaria plantación de soja en Iowa: "Dios es pro-vida, ¿y vos?". Yo, gracias a dios soy argentino. Y agnóstico.
Hace un rato tuvimos una interesante mesa de discusión sobre la política estadounidense. Y Mike Mulcahy, editor político de Minnesota Public Radio, dijo: "Veo una explosión de nacionalismo y religión entrelazados en nuestra cotidianidad. Otra vez".
Al toque recordé el impacto que me produjo ver en 2002 cómo impresionantes carteles habían copado el país post-11 de septiembre: "Dios bendiga a los Estados Unidos", "Unidos aguantamos", "Tierra de libertad". Y pregunté por qué está pasando de nuevo:
-Ya lo dijo Tocqueville: el espíritu de fervor religioso está en el origen de este país -contestó David Schulz, profesor de la Universidad Hamline-. Creo que se trata de una minoría blanca que está asustada precisamente porque es una minoría...
-¿Y entonces soplan el polvo de sus banderas y salen a flamear prejuicios y fantasmas? -le repregunté.
-Exactamente. Es algo cíclico acá. Y el 11-9 nos trajo otra vez esa necesidad de encontrar alguien en quien depositar nuestra bronca y descargarnos. Pero atención: el miedo y el prejuicio llevan a hacer muchas estupideces.
-¿En serio?
Carteles, decía.
Y decía que por ahí hay algunos que son señales de tránsito. Y entre ellos de pronto aparece uno que dice: "Adoptá una autopista. Sociedad de Fomento/a Todos Unidos Triunfaremos. Desde 1945". O una leyenda similar.
"¿Y eso?", pensé al ver el primero. Como dicen acá: WTF?
Les pregunté a cuatro o cinco locales y ninguno supo explicarme qué onda. Entonces dediqué mi precioso tiempo a conducir una profunda investigación periodística que, googleo mediante, derivó en una fuente notable denominada "Wikipedia", y aparentemente inobjetable porque se trata, damas y caballeros, de la expresión sublime del conocimiento colectivo -y ya sabemos que el pueblo no se equivoca, excepto cuando elige gobernantes.
"El programa 'Adoptá una autopista' es una campaña promocional que alienta a mantener limpios distintos sectores de una ruta."
Y a cambio del esfuerzo monetario a favor de la comunidad, te ponen un cartel con tu nombre.
Carteles, decía.
Tantos.
Debe de ser por eso que el gobierno decidió poner OTRO cartel como el que vi ayer volviendo de Iowa:
(Supongo que el gobierno también lo puso porque acá todavía se puede hablar por celular mientras conducís... "A la gente no le gusta que le digan lo que tiene que hacer", me dijo David Are You Having Fun? McDonald, director ejecutivo del World Press Institute y abogado. Ahora: el cinturón sí es obligatorio. O sea: vos tenés que ir seguro, pero podés ser un peligro para la seguridad de los demás. Y por otro lado, ninguna ley te ordena usar casco para andar en moto. En fin: "Nuestras contradicciones...", dijo David. Con permiso; procedo a clausurar este paréntesis extenso y tal vez un poco menos contraproducente en términos narrativos que el anterior.)
Carteles, decía, entonces.
Entre tantos, yo me quedo con uno que vi en movimiento y fotografié con muchísimo cariño mientras viajábamos hacia el norte del estado de Minnesota. Se me apareció por primera vez a la salida de Duluth, la tierra donde nació el genial Bob Dylan.
Es un cartel re-visitado hasta el cliché, pero qué me importa:
Dios dice: "Podés hacer lo que quieras, Abel, pero
la próxima vez que me veas, más vale que salgas corriendo".
Mi cartel dice: "Gracias por la advertencia. Pero como ya dije, gracias a dios soy argentino y agnóstico".
7 comentarios:
tremendopost,standingovation!!!
Anónimo: bueno, muchas gracias. Y que tu barra espaciadora descanse en paz.
Casi le diría que los paréntesis ¿contraproducentes? son lo que más me gustó del post.
=)
Fodor: usted es tan perspicaz como cruel: ¿para qué me gasté escribiendo tanto si con dos paréntesis de porquería sobraba...? Jejejeje.
Coincido con Fodor...
lo mejor que deja es lo no dicho.
Interesante lectura rutera y de sus cotidianeidades por estos días...
Ante tanto cartel me violentaría un poco, creo, por un lado. Insufrible viajar y pretender respirar, idiota estrategia que te voltea de un ondazo.
Y más allá de lo que no dicen, je, más idiotas aún porque tanto cartel marea y no invita a "comprar" casi nada de lo que sugieran. Gracias por estas postales.
Los espejos, a veces, son bienvenidos.
G.
Dejarán a las latinas adoptar una highway??? sin dudas eligiría que me pongan Lola..q bizarro!. De todas formas, dejame decirte, que en materia de contaminación visual nada le gana a la facultad de sociales de la UBA.....igual, ahora que pienso bien, no se qué prefiero si algun cartel eticoprotestante o los bolcherevolucionarios...jajaja...creo q después de este comentario me vas a tener que censurar!!! ;)
Gurisa: bué, me voy a dedicar lo que queda de mi frustrada carrera a escribir paréntesis... Mi espejo me devuelve una imagen de pesadilla, ¿qué hago?
Lola: naaahhh, cómo te voy a censurar... ¿"Lola adopta"? Hhmmm, mientras pagues yo creo que no hay problema... ¡excepto en Arizona!
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