720. Preparé, apunté, tiré y pegué
(Desde St. Paul)
-Bienvenido a los Estados Unidos -me dice Matt ahora que ya hice algo muy estadounidense: vaciar el cargador de una 9 milímetros.
Conocí a Matt como se conocen los pliegues distintos de un lugar: de noche, en un bar, escabiando.
Fue en el "Blue Door" de St. Paul, antes de la gira que hicimos los periodistas del World Press Institute por San Francisco, Boston, Nueva York, Washington, Miami y Chicago. La conversación surgió porque en la TV pasaban un partido de fútbol americano y yo trataba de entender algo por enésima vez.
Matt y su amigo Andy me repasaron lo básico pero pronto pasamos a quién era cada uno de nosotros, mientras desfilaban las pintas de la riquísima y local Surly Furious. Así me enteré, entre varias cosas, de que a los dos les gusta practicar tiro sin ser unos jodidos rednecks republicanos de manual.
-¿Puedo acompañarlos un día de estos? -dije.
-Seguro, por qué no -dijo Andy-. Avisame cuando vuelvas de tu viaje y arreglamos.
El papel cuelga a siete metros de donde estoy parado con las piernas abiertas. Lo miro fijamente. Obsesivamente. Miro sus siete círculos concéntricos: los dos blancos más lejanos, los cuatro negros y el rojo chiquito desafiante. El efecto es hipnótico, sobre todo porque me olvido de respirar mientras mantengo los brazos estirados, tensionados, y cierro el ojo derecho para que el izquierdo vea alineadas las tres referencias de la mira. Entonces deslizo el dedo índice y aprieto el gatillo de la 9 milímetros Springfield Armory XD, aprieto una, dos, tres veces, cada estallido me aturde y me sacude, de la punta sale humo, huelo la adrenalina, siento un extraño alivio, una extraña sensación de poder, transpiro, tengo que respirar, tiemblo, tiro y tiro, los cartuchos saltan, en mi cabeza se cuela Break on through, me gustaría tener pañales.
La primera ronda de mi vida constó de doce balas. Todas dieron en el blanco. Once se incrustaron en la parte negra: hice un tiro de siete puntos, dos de ocho, cuatro de nueve, cuatro de diez. El último, redondito, reventó en el centro rojo chiquito desafiante: bullseye!
Hice dos rondas más con la 9mm de Matt e increíblemente siempre metí bullseye. Y no era fácil, eh: los chicos van seguido al polígono y no lo hicieron... Ahora, con la Norico .45 de Andy no hubo caso: el toro sobrador me guiñó el ojo una y otra vez.
Coronándola, los tres mandamos al "Blue Door" para unas hamburguesas, el partido de béisbol Twins-Yanquees y, of course, más y más furiosas maleducadas. Fue un día extraordinario, muy estadounidense: otra de las tantas cosas que me pasaron en este país y jamás olvidaré.
Thanks guys!
7 comentarios:
Maldito loco tejano.
Muuuuy buena ondaaaa!!!!!!
Debe ser super terapéutico!!!! jejeje!!
Ahora, ¿la cara de quien viste en ese "centro rojo chiquito desafiante"? Dicen que eso ayuda.. je!
En fin, muuy buen día te pasaste... No te prohibís nada vos, eeh! EXCELLENT!! (eso fue con cuota de envidia, lo reconozco pero..)
Beso AEZ!
Tendencia a errar por la izquierda.
Carnavalito: ¿yo? Naaaahhhhh, sería como encontrar un vietnamita pelirrojo natural...
Ro: extrañamente, tirar te tensiona y te quita la tensión al mismo tiempo. La verdad es que me olvidé de imaginar alguna jeta odiosa; será en la próxima. ¡Uno hace lo que puede! Jejejeje. Beso.
Diego: ¡no, señor! Fijate que está dado vuelta el blanco. En realidad me voy para abajo...
You're better shooting guns than you are at throwing darts.
Me diste ganitas de volver a probar pulso...
vos sabes que tenes razón con la idea de tensión...me pasó algo parecido. No me cerraba por entonces porque no me seducen las armas en general, ni todo lo que las rodea...ahora hace unos años tiré con un 38 en el campo y me fascinó esa experiencia. Recuerdo pegué muy bien aquella vez, por ser bautismo...me saqué el gustito por largo rato. Je.
Abrazo
G.
Gurisa: es que si NO te lo tomás muy en serio (esto es: si no terminás siendo un peligroso gun-freak) está buenísima la descarga que produce tirar tiros...
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