domingo, 29 de agosto de 2010

708. Bancá que me fijo en la agenda

(Desde St. Paul)


Estoy blogueando poco y nada, lo sé. Lame! Aunque tampoco les voy a mentir: entre mi vagancia perenne y la abrumadora e interesante agenda del World Press Institute, no es fácil.

Y no es que me esté quejando (bué, tal vez un toque) pero apenas tenemos libres los sábados. Y el resto de los días arrancamos demasiado temprano y terminamos bastante tarde.

Mis compañeros son la nigeriana Modupe, la egipcia Hanan, la india Anshika, la finlandesa Annika, la turca Senay, la china Ying, el macedonio Darko, el afgano Lotfullah y el húngaro Attila, con quien comparto el depto en la Universidad de St. Thomas.

A todos nos tocó un par de familias postizas que están para darnos una mano. En mi caso se trata de Susan y Terry (periodistas de St. Paul) y Larry y Toni (abogados de Minneapolis). Buena gente. Mi papá Terry, por ejemplo, peleó un tiempo en Vietnam y después volvió a cubrir la guerra para Associated Press; habla tan despacio que dan ganas de apretar la tecla fast forward. Mi mamá Toni tiene muchísima onda; le encanta salir de joda y tira carcajadas endemoniadamente contagiosas.

Y ahora, si me permiten (?), les detallo brevemente qué hemos hecho:

-Picnic de bienvenida en el Gem Lake.

-Orientación.

-Seminario de periodismo con John Ullmann (cuatro días).

-Visita al MinnPost, uno de los principales nuevos medios sin fines de lucro en el país.

-Charla sobre ética con la profesora Wendy Wyatt.

-Conferencia de periodismo ambiental con Mark Neuzil.

-Viaje a Ely, en el norte del estado de Minnesota (dos días).

-Recorrida por la enorme Minnesota Public Radio.

-Tour por las ciudades mellizas St. Paul y Minneapolis.

-Conferencia del juez John Tunheim sobre el asesinato de John Fitzgerald Kennedy.

-Visitas a las empresas Cargill y 3M.

-Cena con los miembros del directorio del WPI (estuvo el amigo Jim Rowe).

-Picnic y esquí acuático en la casa lagunera de mamá Toni y papá Larry.


Y eso es apenas un resumen de las actividades oficiales.

Hay que agregar a la lista los numerosos paseítos que hicimos en grupo con la camioneta Ford gigante y marrón que nos alquilaron: fuimos tres veces al Mall of America -el shopping más grande de los Estados Unidos- y, entre otros sitios, a los outlets de Albertville (qué esperaban: decidimos por democracia directa y las mujeres son mayoría...).

Además debo añadir lo que hice por las mías: pubs, la fiesta de casamiento de la hija de papá Terry y mamá Susan, caminatas variadas, pubs, partidito de básquetbol en Macalester College, disco ochentosa con banda en vivo, pubs, el cumpleaños de papá Larry, lecturas en el río Mississippi y no me quiero olvidar de los pubs: ya probé unas 25 ales diferentes.


Mañana empieza la última semana en esta zona antes de la gira por San Francisco, Sacramento, Miami, Boston, Nueva York, Washington y Chicago.

A las 7 salimos para Muscatine, estado de Iowa, donde, entre otras cosas verdaderamente apasionantes, vamos a visitar una granja.

viernes, 27 de agosto de 2010

707. Cinco cosas que me pasaron en el norte de Minnesota y jamás voy a olvidar

(Desde St. Paul)


1)
Seguir River-Independiente por Twitter mientras viajaba en una camioneta y afuera pasaban los bosques y adentro mis compañeros querían saber por qué yo gritaba tanto.



2)
Ver por primera vez un oso negro y que comiera nueces de mi mano.



3)
Navegar solo en una canoa a la luz de la luna en un lago gigante, cristalino, vacío, sublime.



4)
Aparecer en la tapa de un periódico y estar del otro lado de la mesa: que me hicieran preguntas y me sacaran fotos tipos que habían pagado 15 dólares para asistir a un foro público en la ciudad de Ely.



5)

Tomarme una ale y fumarme un Parliament -silenciosa, reflexivamente- en la terraza de una cabaña lagunera justo cuando caía el sol sobre el agua, allá, atrás de ese islote rebelde.

viernes, 20 de agosto de 2010

706. Pasate por el depto

(Desde St. Paul)


Hoy cumplimos una semana acá. Y hasta ahora va bien la convivencia con el húngaro Attila: a él no le gusta que quede olor a comida y yo no sé cocinar; él respeta mis trasnochadas y yo trato de no hacer ruido; él madruga y yo sigo torrando hasta el límite.

Incluso un par de veces ayudó a despertarme: él golpeó la puerta de mi habitación y yo lo puteé en castellano; él entró diciendo "Morning, mate!" y yo le dije "Whatever"; él me dejó un café y yo quise decirle mil gracias en húngaro.

En fin. Estamos en un departamento dentro del campus de la Universidad de St. Thomas, en un edificio reservado para profesores invitados y curas. Es grande (unos 80 metros cuadrados luminosos) y está bien equipado, el depto. Tiene aire acondicionado, nos dan toallas y ropa de cama, hay café de filtro gratis.

Pero pasá, pasá que te lo muestro.

Esta es la cocina:



Este es el living (con un balcón amplio donde puedo fumar):



Este es el ñoba:



Esta es mi habitación:



Y esta es la heladera:


La parte izquierda es del húngaro: muchas botellitas de agua, jugos, fiambres, yogures, frutas y verduras.

La parte derecha es la mía: sólo cerveza. Pero tengo de dos tipos, eh.

martes, 17 de agosto de 2010

705. El que grita y el que llora

(Desde St. Paul)


Este tipo grita. Y putea, y gesticula, y te provoca, y te interrumpe, y se burla de vos.

Es un áspero.

Se llama John Ullmann. Y es -según él mismo dice- quien da las mejores clases de periodismo. "Cuando termine de enseñarles, van a estar muy en deuda conmigo", te avisa. Tiene 65 años. Fue director del World Press Institute y comandó el equipo del diario Star Tribune que ganó en 1990 el Pulitzer en investigación.

Y se presenta ante los 10 periodistas de todo el mundo que hacemos el programa del WPI en pantalón de gimnasia y con una remera negra que en blanco dice: "Trust me. I'm a reporter" (Confiá en mí. Soy un periodista).

Y cuela un par de sopapos:

1) "Esto es una guerra: estamos en guerra para hacer el mejor periodismo posible. El que no lo entiende así, debe abandonar ya mismo."

2) "Ustedes están acá porque sí les importa un carajo esta profesión. Y porque son excelentes periodistas: por eso fueron elegidos. No defrauden."


Este tipo llora. Y susurra, y sonríe, y te mira con mirada compasiva, y te presta atención, y se esfuerza por entenderte.

Es un tierno.

Se llama Paul McEnroe. Y es -según dice John Ullmann- el mejor reportero de calle en la historia del periodismo norteamericano. Lo vinieron a buscar varias veces de los principales periódicos norteamericanos, pero siempre se negó; labura en el Star Tribune desde 1980.

Van menos de 10 minutos desde que empezó a hablar (a susurrar) y ya está llorando: llora porque recuerda a su intérprete iraquí, cómo le salvó la vida en su última semana de cobertura allá por 2003. Y dice que fue a psicólogos por estrés postraumático y que encuentra sosiego en la jardinería.

En un ratito va a llorar porque relatará el espíritu humano de su hija de 23 años, una fotoperiodista rubia de 1m83 que cuando cubría una protesta en Nepal dejó su cámara para ayudar a un manifestante al que la policía estaba moliendo a palos y terminó (ella, la rubia de 1m83) llena de moretones y heridas.

Pero en el medio deja suavemente un par de conceptos sobre la relación con las fuentes de información:

1) "La clave, para mí, es cometer curiosidad. Y saber escuchar y apreciar a las fuentes. Así se construyen redes exponencialmente."

2) "Tené siempre en cuenta que la gente te mira desde lejos, te mide, examina cómo laburás para ver si puede confiar en vos y algún día contarte cosas."

Y después Mac se va a ir saludándonos con un cálido apretón de manos, diciéndonos a los ojos que para él ha sido un privilegio, que somos la reserva periodística de nuestras pobres naciones, que debemos creer que podemos hacer la diferencia: se va a ir dejando un poco de olor a gurú de autoayuda.

sábado, 14 de agosto de 2010

704. Te garganteo profundamente

(Desde St. Paul)



[En esta cochera del DC se encontraban el Watergate boy Bob Woodward y la célebre fuente Garganta Profunda, alias Mark Felt. ¿Qué onda el sombrero? Pasa que el clima me hizo perder repentinamente el sentido del ridículo: eso pasa. Foto: John Kelly, The Washington Post.]


Y bueno, acá andamos, acomodándonos a Minnesota: tierra de agua con más de 12.000 lagos, tierra de genios como los Coen, Fitzgerald y Dylan.

Comparto un amplio departamento en el campus de la católica Universidad de St. Thomas con el colega húngaro. Él es anticlerical, yo soy agnóstico y nuestros vecinos son curas.

Hace calor. Más de 30 grados húmedos persistentes. Se acaba de largar a llover tremendamente; para evitar la extrañitis, anuncian vientos de más de 100 kilómetros por hora. Pero es sábado y tengo ales en la heladera (pale y red).

Mañana nos llevan de paseo a uno de los lagos estatales. Y el lunes arranca oficialmente el programa.

jueves, 12 de agosto de 2010

703. "The Washington Post", sección Metro, página B2

(Desde Washington)

"
Todo en la Argentina suena como un cuento de Borges", escribe hoy John Kelly en su columna metropolitana.

Y un día sucedió: mi nombre aparece en las páginas del Washington Post.


John dice que su casa en los últimos meses se transformó en una mini ONU y, entre otras cosas, relata lo que fue mi ingreso en los Estados Unidos junto a Miss Argentina.

Ya le dije que va a estar invitado a mi boda (si es que algo así ocurre).

lunes, 9 de agosto de 2010

702. Ir de la mano de Miss Argentina es otra cosa

(Desde Washington)


En el asiento 28A del vuelo 110 de Delta Air Lines que va a cruzar el continente desde Buenos Aires hasta Atlanta hay una norteamericana rubia (no muy linda) que ni me deja acomodar:

-¿Le podrías cambiar a mi amiga que está en el 35G? -dice, casi implora.

-No problem.

Cruzo el avión y llego a mi destino por las próximas 10 horas; hay una norteamericana rubia (muy linda):

-Gracias por el gesto. ¡Por ahí el 35F está desocupado y tenés dos asientos para vos solo! -dice, con un entusiasmo desmedido.

-Preferiría sentarme con vos...

La norteamericana rubia muy linda apenas me sonríe, y se va.


Estoy por meter la mochila en el portaequipaje de arriba cuando se acerca tambaleando una morocha recargada, con una valija mediana y dos bolsos de mano. Veo que tiene un vestidito corto y unas medias negras de red cubriéndole unas piernas laaaaaaaaaaaaargas y potentes. La ayudo a instalarse -soy tan caballero...

-¡Uf, los bártulos! -dice la morocha recargada, y se sienta. Al lado mío.

-Sí. Lo que no trajiste son medias...

-Ja, ja, ¿vos decís? Una tiene que estar producida. Siempre.

-¿Y dónde vas tan producida?

-A Las Vegas.

-OK, ahora decime que estás yendo sola a Las Vegas para pasar una semana reventando casinos y nos casamos en el viaje...

-¡Jaaaaaaaa! No: voy al concurso de Miss Universo. Soy Miss Argentina.

-A la mierda...




Yesica Di Vincenzo, marplatense, morocha, ojos marrones, 22 años, 1m75, 89-62-91, sagitario. Y sin novio.

Tiene un grave problema, pero: es de Boca.

-Aunque me gusta uno de River -dice.

-¿Quién?

-Higuaín.

-Ah, ¡sos botinera!

-Noooooo, cero...

Y en varias horas de charla (muy amena: la mina es divertida, piola, mucha actitud; da toda la impresión de estar plantadita) por ahí me cuenta que cursa cuarto año de Arquitectura, que le va bien en el estudio, que gracias a que está buena viajó a Europa y Asia, que fue Miss Italia nel Mondo y Reina del Mar, que sabe que su pyme tiene fecha de vencimiento y quiere aprovechar eso "pero no a cualquier costo: no haría nada que no tuviera ganas de hacer con tal de llegar". Y también me cuenta que vivió una sola historia de amor.

-¿Con quién?

-No, no es famoso...

Entonces me dice que lo conoció en un programa de TV en Italia, y que primero fueron amiguitos a la distancia y después surgió todo.

-¿Y entonces qué hacía él en la tele?

-Lo invitaron a hablar...

-¿De qué?

-Hmmmm...

-¿?

-¡De la relación con su papá!

-¿Y quién es su papá?

-Maradona.

-¿¡EHHHH!? ¿Saliste con el hijo de Maradona? ¿Con Diego Maradona junior?

-Diego Sinagra, sí.

-¡Pero me dijiste que no era famoso!

-Y bué...

-Pará: ¿y el pibe no juega al fútbol?

-Sí, en Italia.

-¿Ves que al final sos re botinera?

-Ja, ja, ja, ja, ¡¡es una casualidad!! Te juro...


La cola para atravesar Inmigraciones es monumental en el aeropuerto Hartsfield-Jackson de Atlanta, Georgia. Avanzo despacito con Yesica, charlando, observando cosas, riendo: noto que los tipos me miran odiando mis huevos.

Le digo que vayamos juntos a enfrentar al funcionario negro que debería sellar nuestros pasaportes tras un arduo y desconfiado interrogatorio. La excusa que le tiro a Yesica es darle una mano con el inglés; la realidad es que quiero comprobar cuánto garpa la belleza en este puto planeta.

-¿Viajan juntos? -pregunta el funcionario con extraordinaria buena onda y por supuesto mirándola a ella.

-Sí -digo.

-¿Marido y mujer?

-No. Por ahora no.

-¿Y uno de ustedes va a Las Vegas y el otro a Washington?

-Sí. Pasa que somos liberales. Ella va a competir por Miss Universo: es Miss Argentina.

-¡¡Miss Argentina!!

-Ajá

-Te felicito, hermano.

-Muchas gracias, me lo merezco.

Automáticamente, el funcionario de Inmigraciones pega un par de gritos y se acercan dos de sus compañeros.

-Muchachos, ¡¡esta es Miss Argentina!! -les dice.

Y los tres se arrebatan con Yesica, le piden fotos, autógrafos, le miran las gambas: si pudieran se abrirían una cerveza y pagarían por un lap dance.

Después de una pequeña revolución babosa, sin que nos hicieran más preguntas, con varios pares de ojos radiografiando a Yesica y detestándome profundamente, nos sellan los pasaportes, nos desean la mejor de las suertes y nos dan la cordial bienvenida a los Estados Unidos de América.

viernes, 6 de agosto de 2010

701. Esta y aquella


N
i a palos esta vez es como aquella.

Por empezar, esta vez es más corto el viaje.

Además, esta vez el destino es menos empinado.

Pero ocurre, sobre todo, que esta vez tengo un par de respuestas que aquella vez no tenía. Y ahora las incertidumbres (las sombras) andan por otros rincones.


El itinerario es más o menos así:

* Vuelo mañana a Washington y llego el domingo justo para ver el debut de River. Me quedo hasta el viernes en lo del amigo John Kelly, que ya me arregló varias charlas con sus compañeros del Washington Post, entre otras actividades. (Parece que el lunes vamos con Jim Rowe a un partido de béisbol de los White Sox de Chicago... ¡en Baltimore, la ciudad de The Wire!)

* Del 13 de agosto al 5 de septiembre con el grupo del World Press Institute nos instalaremos en St.Paul/Minneapolis, a pura reunión-conferencia-curso.

* Del 5 al 11 de septiembre vamos a Sacramento y San Francisco. Anuncian visita al cuartel general de Google, por ejemplo.

* Del 11 al 15 de septiembre la pasaremos en Boston. Harvard y el Globe aparecen en la agenda.

* Del 15 al 20 de septiembre andaremos por Nueva York. La estadía incluirá el Times, Reuters y Naciones Unidas.

* Del 20 al 24 de septiembre estaremos en el DC. Iremos al Post, al Newseum y al USA Today, entre otras instituciones.

* Del 25 al 29 de septiembre tocará Miami. Nos llevarán al Herald y a Univisión.

* Del 29 de septiembre al 2 de octubre llegará el turno de Chicago. Habrá otro partido de los White Sox y recorrida por el barrio de Obama.

* Y el 3 de octubre volveremos a St.Paul/Minneapolis para el tramo final, con cena de graduación incluida.


Lo que no va a cambiar es que esta vez, como aquella, voy a contar acá muchas de las cosas que pasen. Y vean.

miércoles, 4 de agosto de 2010

700. Seguimos al ritmo del baile patriótico latinoamericano

[Para Láion, un
buen sinvergüenza.
]



Ah, no me digan que no les avisé: se acerca el 6 de agosto, Día de la Independencia boliviana, y va cayendo gente al baile patriótico...




Por si fuera poco, se adelantan los hermanos guatemaltecos y nicaragüenses que celebran juntos el 15 de septiembre:




Y es altamente probable que pronto lleguen más visitantes descompuestos por la patria: el mismo 15 de septiembre de 1821 también zafaron del yugo español El Salvador, Costa Rica y Honduras, que integraban el Reino de Guatemala.

No creo que les sirva aquel ensayito automático que hice para el 25 de Mayo argentino. Pero igual les deseo felicidades, eh. Y les agradezco por internacionalizar latinoamericanamente este blog. Un abrazo a todos.

martes, 3 de agosto de 2010

699. Hay quien por ahí se come una perdiz


E
scuchás que alguien habla en otro idioma o tiene un acento raro, y te fijás. Es una reacción bastante típica, creo.

Lo que no es tan típico es que estés en el aeropuerto de tu ciudad, que escuches que alguien habla en otro idioma o tiene un acento raro, que te suene esa voz, que te fijes y que estés seguro de que a ese alguien de algún lado lo tenés.

Me disponía a preguntarle al tipo de dónde nos conocíamos y justo se fue al baño. Y después llegó el avión de Pablo. Y de golpe me acordé.

-¿Sabés quién es ese? -le dije a Pablo- ¡El colombiano de mi entrevista en la maestría! ¿Te acordás?

-No.


En 2001 cursamos con Pablo la Maestría en Periodismo de la Universidad de San Andrés, el Grupo Clarín y Columbia University.

Una de las materias se llamaba (y todavía se llama, ¿no, Escocés?) "Búsqueda, Procesamiento y Escritura de la Información". Le decíamos Bepei. La daba Paula Lugones. En fin; no viene al caso evaluar los contenidos ni nada de eso.

La cuestión es que en Bepei cada uno tenía asignada una zona de cobertura. Y funcionábamos a manera de corresponsales, ponele: había que escribir una nota sobre educación y vos tenías que buscar algo en tu sector. Y así.

Un día tocó hacer entrevista y pegué una buena historia. No puedo recordar de dónde surgió, quién me pasó el dato, pero el protagonista era muy interesante: un chabón colombiano, aparentemente brillante, ex funcionario del gobierno que de pronto largó todo y se vino a la Argentina siguiendo a una chica.


Me junté con el tipo un par de veces. Me cayó muy bien. Atildado, de buenos modales, culto, piola. Hablamos horas. Y me contó con alto nivel de detalle una historia de amor bastante triste: como es toda historia de amor, más tarde o más temprano.

Por entonces Juan Manuel Rojas tenía 29 años y como viceministro de Minas y Energía había sido, a los 28, el integrante más joven del gabinete presidencial de Andrés Pastrana; tenía siete asesores, manejaba 22 empresas del principal holding colombiano, sufrió atentados, se sentó en la mesa de negociación con el célebre guerrillero Tirofijo Marulanda, ganaba bien y tenía todo para hacer una gran carrera.

Bueno, todo no: le faltaba Andrea, la argentina que lo había enamorado mientras los dos cursaban la maestría en Políticas Públicas en la Universidad de Harvard.

Ella no bancó la idea de vivir en Colombia y se había vuelto a Buenos Aires.

Como la relación a la distancia se pudría, Juan Manuel decidió renunciar para tratar de recuperarla. Pero le estaba resultando melodramáticamente difícil: tuvo que instalarse en lo de sus suegros, no podía conseguir laburo, andaba corto de guita, Andrea no le daba tanta bola, ¡hasta compraba rosas y no se le abrían...! Esas cosas. Y el tipo pateaba solo las calles de un país que se encaminaba derechito al carajo.


-¿Te acordás ahora?

-¡Ahhhhh, sí! -me dijo Pablo-. Qué historia... ¿Y ese es?

-Estoy seguro... Pero bancá que le pregunto.


Fui y le pregunté: era Juan Manuel Rojas, nomás.

-¿¡Cómo andás...!?

-Pues bien... bien. Sorprendido...

-Yo también. ¿Y al final funcionó la cosa con tu chica? Recuerdo que estabas bajón con ese tema...

-Sí, gracias a Dios funcionó. Seguimos juntos. Mira qué sorpresa verte...

-Más para mí: fijate dónde te vengo a cruzar después de tantos años... ¿Y qué hacés por Bahía?

-Pues vine a trabajar.

-¿Ah, sí? ¿En qué?

-Estoy con algo de energías limpias -dijo, y me dio su tarjeta. Leí:

Juan Manuel Rojas

Director

Socma



Socma: Sociedad Macri: megacompañía multinacional encabezada por Franco Macri.

Está claro que ahora sí le va bien-bien a Juan Manuel. Sentí una curiosa empatía.