miércoles, 27 de junio de 2012

781. La tuvimos adentro (macho es el que se fue a la B y volvió)


Sucedió y sentí que me saqué la japi del culo. Y no es que sepa qué se siente tener una japi en el culo. Y no es que haya algo malo con quienes eligen tener una japi en el culo. O sea: es sólo una pobre imagen, gente, ¿tengo que aclararlo?

Sucedió y me desplomé en la butaca, ya sin dolor en el culo porque me había sacado la japi, y no fue que me puse a llorar: simplemente se me cayeron las lágrimas.

Sucedió cuando este sábado iban 42 minutos del segundo tiempo en el Monumental y el enorme Trezeguet clavó el 2-0 y aseguró el regreso de River a Primera, de donde hace un año lo había arrebatado una banda inolvidable e imperdonable integrada por chorros, ineptos, mediocres, cínicos, soberbios, desquiciados, etcétera; todos, TODOS, muy hijos de puta por acción u omisión.

Y uno en situaciones como esa de emoción violenta, en la cancha de fútbol, no dice: "Oh, feneció la horrible pesadilla". Uno se expresa de otra manera.

-¡Se acabó esta mierda! –grité una y otra vez, sin controlar las lágrimas que seguían cayéndose, pesadas, cargadas de desahogo por tanta bronca y dolor acumulados.

-¡Se acabó esta mierda! –les grité al Pollo, a Esteban, a Coco, a Marian, entre abrazos de enfermos en recuperación ahí en la San Martín alta; lo mismo les mensajeé a Pablito y Mariano y el resto de mi banda de la Brown baja; lo mismo les habría dicho a los que no estaban a mano, como Fer o Pato o el Negro o Cristian o Beto; lo mismo les dije por teléfono a Andrés y en vivo a Ernesto y a Diego cuando nos juntamos para clavarnos unas cervezas y brindar porque se había acabado esa mierda y porque nos hicimos más fuertes en las malas y porque somos más de River que nunca y porque la tuvimos adentro pero volvimos y después de un año nos sacamos la japi del culo.