360. Yo NO me quiero casar, ¿y usted?
Mis cuatro amigos más cercanos (los de toda la vida y los de la vida) se han entregado. Diría que game over, pero no. A ver si se ofenden. O se les ofenden y los retan.
Porque en los últimos meses los cuatro decidieron irse a vivir con sus novias. Y de visitantes: a las casas de ellas.
1) El Tano aprovechó y se instaló en lo de Laura mientras yo estaba fuera del país. O sea: cuando lo pude verduguear ya era tardísimo.
2) En el castillo de Salzburgo, Andresito tomó un sorbo de cerveza y como quien señala las montañas nevadas me avisó que apenas volviéramos ponía en orden sus cuentas y se iba a lo de Andrea. Le recomendé que primero viviera solo un tiempito y se puso a señalar las montañas nevadas. Ya convive y se compró a medias un lavarropas.
3) Pablo acaba de desembarcar con Luciana en el hermoso depto que ella se agenció en el barrio porteño de Colegiales. El domingo me llamó para contarme que estaban de estreno; lo noté contento.
4) El Buda prepara (un montón de) valijas para mudarse a lo de Carolina en Buenos Aires. Por fin: llevan diez años de relación a 700 kilómetros. Sí, diez años. Una década. Se lo dije cuando no había ni la mínima intención: "Es hora de que vayas a buscar una certeza".
(Estuve a punto de incluir en la lista a Donald/Kiuman: resulta que lo fueron a visitar a Noruega y me dijo que anda "todo de maravillas con mi nena, pasándola muy bien y paseando un poco". Pero todavía no concretó; todavía no entró en el horno.)
Bueno, ¿y qué problema tengo yo con esto, más allá de que [modo dramático on] me quedo solo como un perro sarnoso, gruñón, desvalido, hemofílico y portador de SARS?
Ninguno. Absolutamente ninguno.
Al contrario: estoy feliz por ellos. Quiero creer que cada uno tomó semejante determinación en su sano juicio y no bajo la influencia de un hongo alucinógeno.
Además, todos superan los 30 años y se supone que están en edad de merecer, como dicen las abuelas. Y estos pibes se merecen lo mejor y yo no voy a andar desconfiando de sus elecciones, qué va.
Lo que me fastidia es cuando surge la lógica marmota y alguien me pregunta:
-Che, ¿y vos?
Y yo oscilo entre asestarle a ese alguien un buen cuchillazo y decirle "No me hinchés las pelotas" o "Todavíanoencontrélaquemepartalacabeza, ¿cómo anda tu hermana?".
Y yo, la verdad, ni me lo pongo a pensar. No sé, ni da.
Y yo, si de casualidad se me ocurre preguntarme "¿Y yo?", me contesto "¿Yo qué? Con mis hermanas no se jode".
Y yo, a cambio, tengo diálogos como este:
-Te quiero, Gordo. Te quiero mucho.
-Yo tampoco.