Qué metida de cola. Y de pata.
Resulta que estaba por escribir el endemoniado posteo 666 (dedicado a la catequista Leti, que lo reclamó en Facebook) y me di cuenta de que se me había pasado el aniversario de este blog.
¡Diablos! Fue el 24 de abril.
Hasta ahora venía acordándome parejito.
En 2008 les dije gracias a todos ustedes desde la bellísima y croata Pula, cuando por acá habían pasado unos 30.000 visitantes únicos: 83 por día.
El año pasado festejamos juntos con un pomelo gigante y una foto preciosa, también los 500 posteos y el paso de más 70.000 personas: 97 por día.
Ahora ya
somos 150.000.
Reitero:
150.000 somos ya ahora.
Por día entre 350 y 400 se dan una vueltita.
¡Demonios! Qué lo recontraparió.
Gracias.
A principios de la década del 90 había unas cuantas paredes bahienses firmadas por un tal Mefisto.
Y un día lo conocí: Mefisto hacía un programa
en la misma radio donde laburaba yo.
El tipo no diseminaba mensajes infernales por el éter ni reclutaba giles para una secta satánica.
De hecho, lo recuerdo divertido, jodón, atorrante. Y físicamente no coincidía mucho con la imagen que uno podría tener del príncipe del averno: era alto, flaco, medio rubión y narigón. Aunque sí tenía una mirada celeste y penetrante y algo maligna, como la risotada.
Al fin y al cabo, Mefisto era un pibe conflictuado que buscaba su identidad. Como todos. (En esa época yo firmaba mi nombre con la "A" envuelta por un círculo: me creía un rebelde anarquista.)
Hace un ratazo dejé de cruzarme a Mefisto por las calles de la ciudad.
Hace un tiempito reapareció: me pidió
amistad en Facebook.
Hace un par de días charlamos vía chat.
Y no quedan ni rastros de aquel Mefisto.
¡Satanás! Ahora vive en España, se casó y hace laburos como modelo publicitario.