martes, 31 de marzo de 2009

489. Mal de ojo (y la tapita de la suerte)


E
n la madrugada del domingo una tapita de cerveza -arrancada del pico de la botella a los golpes- se estrelló en mi ojo izquierdo.

Se me hinchó y me puse hielo. Se me llenó de sangre y me puse pálido. Veía borroso y se lo adjudiqué al escabio.

Recién cuando me asustaron (Uh, mirá cómo tenés, vas a quedar re ciego) acepté ir a la guardia del Hospital Privado del Sur. La médica me dijo:

-Te tiene que ver un especialista.

-Bueno, ¿por dónde voy?

-No, acá no hay. A las 8 abre la Clínica del Ojo.

-Pero son las 4...

-No se puede hacer nada.

-¿Y para qué vine?

-...

-¿No podés decirme, al menos, si voy a perder el ojo o no?

-Mirá: así, a simple vista, vaciado no está. Más no te puedo decir.

(Dijo "mirá" y dijo "a simple vista", y yo dije "No te hagás la viva, pelotuda".)


Finalmente la clínica abrió a las 9, y el especialista llegó pasadas las 10. Y yo estaba segundo, después de una pobre viejita de Juan A. Pradere (un pueblo rural del distrito de Patagones -gracias Pablo de Pedro Luro, y perdón-) que se había levantado del sueño con una pesadilla: no veía nada de nada.

-Zafaste -me dijo el oftalmólogo-. El ojo está bien, es el golpe nomás. Podría haber sido mucho peor.

Pensando en cómo la desgracia te espera a la vuelta de la esquina -agazapada y relamiéndose, la muy hija de puta- agarré la receta que incluía dos gotas sanadoras por un lado y enfermantes por el otro: ¡105 mangos, costaban...!

-Volvé el martes así vemos cómo anda todo -dijo el oculista.

(Dijo "vemos", y yo dije "Ojalá".)


Hoy martes volví. Todavía veía un poco nublado, digamos.

El doctor me pidió que leyera las letritas de la pared. E, f, t, l, p, e, f, d, l, f, p: las pegué todas.

-Bien, bien -dijo-. Ves bien. No hay lesión grave. Vamos a examinarte.

Apoyé otra vez pera y frente contra el aparatejo y la luz empezó a recorrerme el ojo. Mirame la oreja, ahora arriba a la derecha, ahora abajo a la izquierda, ajá, uh, mirá vos.

-¿"Uh, mirá vos" qué? ¿Qué viste?

-Hmmmm, esperá, vamos a dilatar.

(Dijo "vamos a dilatar", y yo dije "Pará, no te zarpés".)


Un par de gotas y diez minutos más tarde sentí que el ojo se me desorbitaba. Tipo Homero Simpson en aquel episodio.

Y de nuevo el aparatejo y la luz invasiva, cegadora. Veía una hoja de árbol gris con sus decenas de nervaduras negras.

-¿Y?

-Y tenés una hipertrofia, una mancha negra así de grande -dijo, mientras dibujaba un ojo medio deforme en el recetario-. Debe ser congénita. Y además tenés dos agujeritos en la parte superior...

-¿Cómo "dos agujeritos"? ¿Me los hizo la tapita de mierda esa?

-No, no, nada que ver.

(Dijo "nada que ver", y yo dije "Uhlaputamadrequeloparió".)

-¿Y qué consecuencias tiene?

-Vamos a hacer un par de estudios. Es probable que tengamos que cerrar los agujeritos con láser: si el líquido se derrama por ahí, perdés la visión.

-Uhlaputamadrequeloparió.

-Tranquilo, no pasa nada. Se detectó a tiempo.

-¿O sea que si la tapita de mierda esa no me reventaba un ojo jamás me enteraba de esto y un día quedaba re ciego?

-Es posible.


Veo, veo. ¿Qué ves? Un consejo símil Tita Merello con el papanicolaou.

Yo que vos, iría al oculista.

¿O esperás que una tapita providencial te deje casi tuerto...?

A ver si tenés algo ahí, dale.

¿Y si te piden, como a mí, una tomografía de coherencia óptica y una retinofluoresceinografía (sic and sick)?

Y mirá si el médico te dice que nada de esfuerzo: que podés ir a laburar -porque, claaaaaaaaa, estar 97 horas frente a la puta pantalla qué esfuerzo es, ¿no?- pero no podés, por ejemplo, ¡¡tener sexo!!

Y no es joda, ojo.

sábado, 28 de marzo de 2009

488. Preparo, apunto y fuego (5)

[Con esta quinta entrega cierro Brasil: sólo por ese mes que pasé recién de vacaciones. O sea, sólo por ahora. Porque Brasil siempre me llama y es MUY raro que le dé ocupado. Es una tierra adorable, que me puede.]

-En las favelas cualquier extraño es un enemigo -me dice el comandante general Manoel Gomes de Oliveira.

Estamos en la playa de Copacabana, tomando: él un coco, yo una cerveza, su hija de 20 años un juguito de mango. Mejor que te pongas los anteojos de sol para relojear a la nena: el comandante general parece experto en ahuyentar buitres.

-Al extraño en la favela le dicen "alemán". No importa si es rubio o negro o argentino o japonés. Es un "alemán" -dice el comandante general. Me mira fijo. Pero mis lentes son espejados y sé que no puede mirar lo que yo miro, salvo que él también mire a su hija.

-Me gustaría ir a una favela -le digo.

-Es difícil. Si te acompaña alguien de ahí y está todo bien, dejás de ser un "alemán". Te dicen "sangre buena" y ya no tenés problemas.

-Ajá. Pero no conozco a nadie de ahí. ¿Y si voy con usted, comandante general?

-Bueno, serás un "alemán" más seguro que si vas solo... Pero no puedo hacer eso. Im-po-si-ble. Preguntame lo que quieras y te cuento, eso sí.


En enero salió el último estudio sobre las favelas cariocas. Lo hizo el Instituto de Urbanismo Pereira Passos de la Municipalidad (llamada Prefeitura). Hay, según el informe, 968 favelas.

El organismo descubrió otra cosa: la que era considerada la favela más grande del país -y por supuesto, a maior do mundo-, llamada Rocinha, perdió su lugar. De hecho, quedó tercera con 865.032 metros cuadrados, por debajo de Fazenda Coqueiro (que tiene 1.095.094 metros cuadrados) y Nova Cidade (933.162 metros cuadrados), ambas ubicadas al oeste: casi invisibles para la mayoría de los cariocas.


Las favelas son como enredaderas de cemento que se morfan los morros y ahí arriba tienen las mejores vistas de la ciudad. Es muy raro ver una casa terminada: antes bien, casi todas muestran sus ladrillos huecos y sus techos improvisados.

Me pregunto dónde va a parar la mierda de tanta gente sin cloacas. Y supongo que debe de ser un absoluto garrón salir de tu casa en lo alto de la favela, llegar abajo y darte cuenta de que te olvidaste algo.

La única favela de Río que tiene un funicular (y wi-fi gratis) es Dona Marta, que queda en Botafogo y está ocupada por la policía militar desde noviembre de 2008. La villa se hizo famosa hace 13 años, cuando -gracias a la autorización del narcotraficante Marcinho VP- el cantante entonces negro Michael Jackson grabó ahí un videoclip y NO abusó de ningún menor de edad.



2.
Dos especies de curiosidades gastronómicas:
  • te sentás y te dan un papelito con... ¡¡45 ingredientes para que te armes tu ensalada!! Entre otros, brócoli, rúcula, ananá (?), huevos y palmitos, pero también tiras de salame, pasas de uva, queso de búfalo y cubos de panceta.
  • en Río no existe el "tenedor libre". Tienen otros sistemas. Uno es "comida por kilo": te servís lo que querés en un plato gigante y pagás según lo que pesa. El otro se llama "rodízio": por un precio fijo, comés todo lo que puedas de determinado morfi (pizzas, por ejemplo).

3.
En la playa de João Fernandes podría haber pasado uno de los mejores días de mi vida.

Fue un viernes. Me levanté tempranísimo (tipo 9), desayuné brasileñamente, puse unos reales en el atado de Parliament, agarré la luneta, el esnórquel y la finita novela Salvatierra de Pedro Mairal, y atravesé caminando todo Búzios.

Arreglé que le tiraría una propinita al chango que cuidaba las reposeras y sombrillas de un restorán, me instalé y rajé al agua cristalina: me habían dicho que en
João Fernandes me pudriría de bucear lindo, que hasta un arrecife tenía. Y no sólo eso. Había además una zona demarcada con boyas, exclusiva para mergulhar.

Buceaba, tomaba sol, leía. Buceaba (y de pronto me doy vuelta y qué carajo es eso, qué es esa mesa redonda para cuatro personas: ah, pero qué linda tortuga marina), tomaba sol, leía y fumaba y escribía, también. Por ahí me pedí unas papas fritas y una cerveja bem geladinha. Amigado con el cliché, miraba el horizonte y pensaba. Pensaba que no podía ser tan completito el combo momentáneo de felicidad.

Y no podía ser: no podía ser la descompostura que me agarró. Onda me recontracago en el mar.

En un punto me tuve que ir. No daba más. Jamás había deseado tanto un baño. Era un deseo doloroso, una necesidad que me trituraba las tripas. No llegaba. No podía llegar hasta el hostel. Y no podía hacer mucho: después de comer y tomar en la playa, me quedaba apenas un puto real y entonces no podía ni hacerme el gil y entrar en un bar y comprarme un juguito pedorro para justificar la posterior rotura del inodoro o la lisa y llana clausura del toilette.

Desesperado, sudoroso, indigente, penoso, encaré a la piba de la barra y mostrándole la moneda le dije:

-Hola. Es todo lo que tengo. Tomé mucha cerveza y necesito usar el baño. ¡¡Por favor!!

-Todo bien. Pasá. Es gratis.

-Te adoro.

Cuando salí, 20 minutos más tarde, ella me sonrió como el angelito que fue. Y como si hubiera escuchado mis gritos de alivio.


4.
Dos chicas (tendrán 20, ponele) inclinan la sombrilla hasta que toca la arena de Ipanema. Casi no hay sol, ya. Lo que quieren es frenar el viento. Con este viento no se puede prender el porro. Una de ellas se sienta con las piernas cruzadas, la sombrilla como capa multicolor, y putea en chileno porque los fósforos son una huevá. Me invitan: supongo que me han visto fumar y saben que tengo encendedor. Lo que tienen no es un porro sino una tuca, y para no quemarse la sostienen con uno de esos clips que la minas usan en el pelo. Me dicen que son estudiantes de teatro, que vinieron con el dinero de papá, que compraron marihuana en las calles de Copacabana y como no consiguieron papel, armaron el porro con una hoja de la Biblia del hotel. "Una hoja en blanco, eh", dice una, como si. "Ah, entonces sí -digo-. Seguro que no van a la Universidad Católica, ¿no?" Se ríen demasiado y no sé cómo se deriva la conversación pero ahora me dicen que a esta altura ni siquiera tienen la fantasía de comerse un negro brasileño. "Tenemos ganas de comernos cualquier brasileño", dice una y las dos se ríen hasta llorar. Pienso que estoy viejo y que estas chilenas son tan escudito de Colo Colo y me siento mal. "Ahora tenemos ganas de comernos unos pastelitos de dulce de leche, ¿vienes?", dice una. "No, gracias, estoy a dieta", digo, y digo chau y voy y le pido una birra a Pelé para calmar la sed, y olvidar.


5.
Mi bebida preferida, lejos, el caipivodka de maracujá. Amo el maracujá. (Me traje 40 sobres de gelatina de maracujá, que estoy racionando.)

El puestito de Amaral funcionaba como tranquera de la Calle de las Piedras en Búzios. Amaral siempre sonriente. Para decirle a su sobrino, que tiene síndrome de Down, que por favor no grite tanto, por favor, qué van a decir los clientes. También para pedirte mil disculpas porque el nene te alcanza el trago y siempre le convida un poco a tu remera o al piso. Amaral sonríe: uy, perdón perdón perdón perdón, perdón jefecinho, le doy más, no le cobro nada, pero no se me vaya. Darle un abrazo a Amaral, darle un abrazo al nene: sentir que por unas horas los querés mucho y bien queridos.


6.
Un helipuerto está en la laguna Rodrigo de Freitas, otro en el morro Pan de Azúcar, un tercero en Dona Marta, el último en el puerto.

Hay nueve opciones para hacer un vuelo panorámico en Río de Janeiro.

El más barato cuesta 150 reales por persona (unos 240 pesos), dura como mucho siete minutos y te muestra un toque de la playa de Copacabana y te da una vueltita por el Cristo Redentor.

El más caro sale 875 reales ($ 1.400). En una hora, recorrés la laguna, las mejores playas, el Pan de Azúcar, la bahía de Guanabara, Niteroi, el Museo de Arte Contemporáneo, el centro carioca, el Maracaná, el Sambódromo, el Cristo, el autódromo y los lagos de Barra de Tijuca.


7.
Que los argentinos esto, que los argentinos lo otro: este pibe me tiene harto. Lo interrumpo:

-Pará un poco. Qué te creés. Te aclaro: yo amo Brasil, ¿eh? Vine varias veces, mi mamá es brasileña... Pero, a ver... Algo les pasa por el pecho a ustedes cuando juegan contra la Argentina al fútbol. Ge-la-do. ¡¡Y ni siquiera pelearon para independizarse, por el amor de dios!! Además, yo no conozco otro país en el mundo que haya sido primero colonia, después república y más tarde imperio. Ah: y por algo será que nunca tuvieron un premio Nobel.


8.
A menos que te resbalen las experiencias paradisíacas, si estás en Búzios tenés que hacer el paseo a Arraial do Cabo.

Por 80 reales (unos 140 pesos) te pasan a buscar en bondi y te meten en un barco fiesterísimo -con música y gente semidesnuda y caipirinha libre- y te llevan a visitar playas inexistentes: qué más querés.

También incluye un almuerzo tardío en un "comida por kilo" donde le podés entrar (como yo) al jabalí y al avestruz aunque ojo: para no desperdiciar morfi, si dejás algo te lo pesan y te cobran las sobras.

Hay algo que no me cerró, pero. Cada vez que el barco para, te ofrecen bucear... ¡y vos ya estás escabiado! Yo soy buzo, no me lo iba a perder, y la piloteé bastante (tragué apenas dos o tres litros de agua salada). Ahora, había un par de tipos que quedaron al borde del desmayo...


9.
Le dije, bastante en broma:

-Ojo, si hay un argentino vas a tener una audiencia muy exigente.

Keith, canadiense y dueño del hostel en Búzios, me contestó que se la bancaba. Y ese sábado a la noche se mandó un asado completamente decente. Hasta me reservó pedazos de carne tipo suela, como a mí me gusta: clap, clap, clap. Cheers, mate!


10.
En el asado empezamos así:


Y terminamos así de colgados:


Esos dos catalanes (españoles no: ca-ta-la-nes) se llaman Xavi y Llorenç y son, como les gusta decir a ellos, "los putos amos". Qué bien la pasamos. Hostia puta, tío.

Ya voy a ir a visitarlos a Girona, les aviso.

Mientras tanto, repito lo que único que me enseñaron del idioma catalán:

Em cago en la teva puta mare.

(Pronúnciese "am cagu en la teva puta mara".
Es, por supuesto, "me cago en tu puta madre".
* Gracias don Fodor Lobson por la corrección.)

Y ya que estoy, agrego las dos puteadas más creativas de acuerdo con el abuelo de Llorenç, cagándose religiosamente:

1) Me cago en los clavos del Cristo.

2) Me cago en los zapatitos del Niño Jesús.


11.
Al atardecer empiezan a notarse los flashes de las cámaras en la cima del cerro del Corcovado donde está el Cristo Redentor. A la noche ya es un abuso: flash flash flash flash.

Jesús preside una rave con los brazos abiertos.


12.
Veteranas sonrientes y con un forro en la mano, más el título "Comparsa de la mujer madura" y el eslógan "El sexo no tiene edad para acabar. La protección tampoco."

Publicidades así aparecieron por todos lados en Río durante los días de carnaval. Fue una iniciativa del Ministerio de Salud, atento a un dato inesperado que arrojó un estudio reciente: el riesgo de contagio de sida en las mujeres mayores de 50 años se triplicó en los últimos diez años.


13.
Los carteros en el Brasil son demasiado bosteros.



14.
Y, las garotas cariocas se cansaron de que las apoyaran y les tocaran el culo.

Entonces protestaron y consiguieron en 2006 la ley estadual 4.733. Desde ese momento, en los subtes hay vagones exclusivos para ellas en horas pico (de 6 a 9 de la mañana y de 17 a 20). "El respeto es bueno y ellas lo merecen", dice el cartel.


15.
Estoy en un restorán japonés. Para llegar a la mesa tuve que sacarme los zapatos. Conmigo y de mí se ríen tres brasileños y dos españoles. Ya pasó un barquito de madera lleno de sushi que quedó muy titanic: un brócoli hace de Kate Winslet. Soy el rey del mundo. También pasó cerveza y pasó champán. Y qué pasa ahora. Ahora pasa por mí el tercer Jack Daniel's (Old Time Old Nº7 Brand Quality Tennessee Sour Mash Whiskey). El piso del restorán es transparente, y se ven unos peces de colores que nadan y comen algo y me miran la planta del pie izquierdo. Noto que Kafka trata de decirme algo desde mi remera. No le entiendo nada: yo no sé alemán.

jueves, 26 de marzo de 2009

487. SMS Nº 84



-¿Tanto te cuesta soportar el comentario diametralmente opuesto?

-No, para nada. Me cuesta soportar las pavadas y no veo por qué debería soportarlas. O sea: abrite un blog y decí todas las pavadas que quieras. Pero hacelo con nombre y apellido reales, eh. Y vamos a ver si a alguien le interesa lo que decís y si te bancás que los anónimos salames te puteen porque sí o te acusen sin pruebas de algo que no sos o te insulten la inteligencia con planteos enfermos. Después volvé y discutamos qué tiene que ver eso con la libertad de expresión, dale.

martes, 24 de marzo de 2009

486. No discriminarás (ni discernirás)

[Rodríguez 55, diario LNP, 24 de marzo de 2009, 17:10.
Marcha a 33 años del golpe. (Y no me vengan con que
es irónico que sean defensores de los derechos humanos:
ya se sabe que los izquierdos humanos no existen.)]




Me mató
que pasaran
y me gritaran
"asesino" si yo no.



domingo, 22 de marzo de 2009

485. Por un momento volví a creer en la humanidad


D
e golpe, la aguja de la temperatura hirvió, el parabrisas se llenó vapor y la buena onda se me hizo humo.

Ya dije que no sé nada de autos. Entonces levanté el capó con la secreta esperanza de que un mecánico de confianza saliera del radiador (sea lo que sea un radiador) y solucionara el asunto rápido, así podía hacer los 30 kilómetros que faltaban hasta Villa Ventana y prender el fuego y tomar un vino.

Esperanza evaporada.

Era de noche, encima. Y encima no había señal de celular.

Caminando un poco aparecía una rayita de morondanga que se esfumaba tan pronto atendían los del seguro. Pasó siete u ocho veces. Si los salames esos no me hubieran pedido los datos desde cero siempre que me comunicaba, quizá juntando los segundos habrían sabido dónde mandar la puta grúa. Pero no: buenasnochessoyjosédeemergenciasenquépuedoayudarlo, una y otra vez.

-Mirá, José, la reputa madre que te parió, ya te dije que estoy clavado en la ruta 72 y te di la patente, el color del auto, un número de contacto, mi ADN, no sé qué más qu...

"Llamada finalizada. Sin señal."

En una de esas enganché a Panchito, el viejo del Tano. El problema, dijo, podría ser la Difunta Correa, o algo así. Que no se me ocurriera seguir porque lo iba a fundir, mejor si pr...

"Llamada finalizada. Sin señal."

Y quién pararía para dar una mano, con la desconfianza que hay, no viste lo que dijo la Su: a uno lo matan por nada y el que mata tiene que morir, estaba oscurísimo y para colmo hacía un frío, y los mosquitos tenían el tamaño de un avestruz.

No va que paró un tipo, pero. Sin bajarse me dio una botella de agua, le di las gracias, me dio ánimo, le di lástima.

Saqué la tapita (no sin antes romperme la mano y pegarle una correcta patada al guardarrail) y eché el líquido. Pifffffffff... Se fue, no se a dónde. Desapareció. Notamá. Los autos son mágicos y demoníacos.

Una camioneta pasó despacito, ronroneando diésel. A los 20 metros frenó y volvió marcha atrás. Aleluya. Se bajó un pelirrojo grandote. A esa altura me daba lo mismo que fuera la versión extra large de Mac Allister o un asesino serial: sólo quería que se acabara mi miseria, aunque costara sangre. Igual me entró el pánico porque el tipo manoteaba algo a la altura de la cintura: pensé chau, dos tiros y se acabó, estuvo bastante bueno mientras duró, saluditos a todos los que me conocen.

Nada que ver: era el Angelito Colorado de la Guarda.

-Uh, es la manguera del agua. Reventó. Mierda se hizo. Esperá que voy al taller de mi primo, en Saldungaray, y veo si consigo otra. De última, traigo una cuarta y te tiro hasta Sierra.

Volví al auto, prendí un Parliament, puse un disco de Leonard Cohen y sentí cómo se drenaba la furia.

Cuarenta minutos más tarde volvió el Angelito Colorado de la Guarda. Bajó de la camioneta con una caja de herramientas y una sonrisa de igual forma que la manguera que traía.

Mientras trabajaba con sus manos enormes (los dedos como canelones) me dijo que se llamaba Nelson. Que había nacido en Saldungaray: pero ahora, de casado, vivo en Cabildo. Que laburaba en un campo, de peón, haciendo de todo: porái me levanto a las cuatro, cuatro y media, y le doy hasta el almuerzo, y después sigo dale que dale, sin siesta, a veces hasta las 10 de la noche. Que le pagaban 1.500 pesos por mes: y soy de los mejorcito pagos de por acá, eh. Que la cosa estaba jodida: por la seca, está jodida la cosa.

-Listo, listo. Quedó bien, me parece. A ver, dale arranque nomás. Ajá. Ahora, cuando caliente, si funciona el electro andá tranquilo. A ver... Sí, ahí está. Joya quedó. Quedó mejor que en la Fiat, ja, ja, ja.

-Sos un fenómeno, Nelson. Muchísimas gracias -dije, y le estiré un billete de 100 mangos.

-¡No! ¿Qué me das? ¿Estás loco? Es mucho. No, no, no, dejá. Dejá.

-Aceptalo, por favor. ¡Me salvaste!

-No, no, olvidate. Ya voy a estar tirado yo y vos me vas a ayudar.

-Dale, Nelson. Te tomaste una molestia bárbara y dejaste el auto como nuevo....

-No, no... Si querés, unos pesitos por la manguera, para mi primo.

Le di 40 pesos y le dije que me esperara. Fui hasta el auto y le acerqué una botella de vino.

-Ah, eso sí te lo acepto, ja, ja, ja.

-Gracias, Nelson. Mil gracias, viejo. No sólo me salvaste: también me hiciste creer de nuevo en la humanidad.

miércoles, 18 de marzo de 2009

484. Gajes y pajes del oficio


*
Ya cerraron el grupo de Facebook "¿Quién no conoce a esta muda?", donde se burlaban, discriminaban y amenazaban a una discapacitada que pide limosna en una esquina de Bahía.

* Ayer se presentó una denuncia en el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi).

* Cuando el lunes lanueva.com difundió el hecho, había 3.700 miembros. Hoy al mediodía eran 2.900 -y bajando.

* Las notas que salieron en el sitio del diario, tanto en el online como en el papel, fueron las más leídas.

* El posteo que firmé en el Blog colectivo tuvo varios miles de visitas y superó los 100 comentarios en apenas dos días.

* El caso rebotó rápidamente. Lo recogieron casi todos los medios bahienses: Canal 7, muchas radios, portales de noticias, etcétera. Y ninguno -repito: NINGUNO- reconoció la fuente.

* A partir de un despacho de la agencia Télam, la noticia se nacionalizó: apareció, entre otros lugares, en Clarín, el Río Negro y Los Andes de Mendoza.

* Extrañamente -o no-, hasta ahora (las 17 del miércoles) no dijeron una sola palabra en Canal 9 y LU2 apenas sobrevoló el tema.

* Actualización del jueves: también, gracias a un cable de EFE, tuvo repercusión internacional. Entre otros países, apareció en Chile, España, Ecuador y Colombia.

lunes, 16 de marzo de 2009

483. Defensor de Facebook y ausentes

[Dedicado a Natys!,
que en el posteo previo
se preguntaba algunas cositas.]



El pibe se levantó gracioso, se creyó muy ocurrente y entonces fue y creó un grupo en Facebook que se llama "¿Quién no conoce a esta muda?", sobre una mujer discapacitada que pide limosna en Alsina y Corrientes.

En menos de dos meses se sumaron casi 3.700 miembros. E igual de rápido surgieron los mensajes de los enfermitos de siempre: uno pedía limpiar la esquina, otro avisaba que tan pronto tuviera una F-100 le apuntaría al medio; varios la trataron de boliviana de mierda y puta.

Ahora dicen que los van a denunciar. (Actualización del martes: se hizo la presentación ante el Inadi, nomás. Y hoy a las 19:30 vi que ya se borraron más de 500 miembros del grupo.)

Y yo digo: perfecto, pero Facebook no tiene la culpa de cierta estupidez bahiense.

viernes, 13 de marzo de 2009

482. Boludita 2.0


ya está
a mí no me engañás
a vos no te importa
más
ni ser engañada ni engañar
ni el cariño vistoso o protocolar
a vos lo que te importa
es cambiar
el estado de tu facebook
te morís por que diga
"en una relación seria"
y que lo vean tus 400 amigos
ay qué lindo sería
y que todos comenten qué lindo
y que nadie diga
"ya estás muerta, porquería"

miércoles, 11 de marzo de 2009

481. Muy bien 10 felicitado


C
reo que Juan Román Riquelme no disfruta ni del sexo: debe coger por compromiso, como cumpliendo un trámite más o menos necesario. Como cuando va a patear un córner.

Hace poquito me uní a un grupo de Facebook. Se llama "A que junto un millón de personas que piensen que Riquelme es un pecho frío". (Falta, falta. Pero ya somos más de 65.000.)

Igual, no es exactamente eso lo que me saca del tipo. Son otras dos cosas: 1) su juego tan cargado de pereza (como de chispazos geniales), su fenomental ausencia en varios tramos de un partido, su detestable compulsión a dar pases para atrás y 2) la cara de perenne sufridor profesional, esa tristeza amarga del que tiene cuatro dedos en el orto y no le gusta. ¿Me explico?

Algo de turro debe de tener, además. Por algo tuvo problemas en cada grupo que integró; hasta en Boca, que es el único lugar donde el tipo rindió alejado del fracaso o de la intrascendencia.

Obviamente, no lo quería en la selección argentina. Estoy convencido de que su estilo no cuaja en un equipo con vértigo futbolístico y obligación de ir al frente.

Anoche estaba tomándome unas pintas artesanales y el amigo Fernando, alias EPJF, me mensajeó:

Se fue el pecho frío de la selección... al fin...

Le contesté, contento:

Primero la mamá, ahora esto. Impresentable llorón.

El compañero Walter dice en el blog "DxT" de lanueva.com que Maradona les faltó el respeto a los códigos que tanto defiende cuando declaró por tele que así como está, Riquelme no le sirve. A mí no me parece. Porque, como es el Diego, seguro -pero seguro- también se lo dijo en la jeta y con total autoridad: es el DT de la selección y por si fuera poco... ¡es Maradó!, el mejor jugador argentino de la historia, el que dio todo por la camiseta en cualquier circunstancia.

(Y si Riquelme tiene tantos códigos, ¿por qué renunció dos veces y las dos por tele...?)

Maradona no me cuadra como persona: que él sea para el mundo la síntesis de la argentinidad al palo me deprime un poco. Y como entrenador, su pasado no lo absuelve: de hecho, estuve en desacuerdo cuando lo pusieron al frente de la selección.

En esta lo banco, pero.

Riquelme: nunca más, juiradeái. Quedate en Boca, hacé el puterío que quieras, sentate en las rodillas de tu mamá, fruncite hasta el orgasmo. Acabose.

lunes, 9 de marzo de 2009

480. Preparo, apunto y fuego (4) -especial gráficas rarezas-

[El cartel de entrada a la salida -o sea, al aeropuerto carioca- decía: Rio já tem saudade de você. Tres o cuatro minutos antes yo le había confesado al taxista, porque sí: Eu já tenho saudade de Rio. Ah, Brasil...]


1.
Un día Manu se dará cuenta de lo que ha hecho.

2.
Transporte 4x4 de cangrejos.

3.
Un lugar de mierda para echarse a leer, sí.

4.
Otro mediodía en la calle de Copacabana.

5.
Aladelteando en Praia do Pepino, São Conrado.

6.
"¿Qué mirás? Más ridícula es la parejita esa."

7.
Preservativos para paraguas.

8.
Até logo Pan de Azúcar.

9.
Argentina: un puñado de bases de monitores, según Vik.

10.
Praia do Farol, no existís. Sabelo.

11.
Pájaros de mal agüero hay en todos lados.

12.
Monumento al brasileño cornudo, en Leblon.

13.
Iemanjá, madre de peces, cuida la Bahía de Guanabara.

14.
Sea lo que sea, escondelo de la policía. Hacé el favor.

15.
Ya nadie va a escuchar tu bermuda, che.

jueves, 5 de marzo de 2009

479. Añicos


Después de tomarme el avión de Río a Ezeiza a las 6, venía en el bondi de Buenos Aires a Bahía, ayer a la tarde, y pensaba en que a esa misma hora ese mismo sol (bueno, ¿será el mismo?) se estaba escondiendo detrás del morro Dos Hermanos y en Ipanema sería otro momento postal, posta, total, y yo volviéndome.

Y me emergieron ganas de agarrar al martillo y romper el vidrio.











[Cuando esas ganas se me escurran un poco -porque ya volví a laburar, y creo que incluso recrudecieron- voy a contar algo de lo mucho que me queda sobre el suculento mes en el Brasil. Sí necesito ahora dejar una línea especial para Bruno: muchas gracias, amigo; si no hubiera sido por vos, ni siquiera habría tenido vacaciones. Un abrazo y aguante: como dice el filósofo contemporáneo Julio Humberto Grondona, siempre, siempre, todo pasa.]