jueves, 26 de febrero de 2009

478. Preparo, apunto y fuego (3) -especial carnaval-

(Desde Buzios)

[Me vine hoy a la madrugada a estas playas por tres días:
necesito descansar del carnaval y ME URGE mergulhar.
No podía irme del Brasil sin usar mi luneta y esnórquel, no.
Acá dejo los apuntes de la maior festa popular do mundo.]


1.
Cuando el carnaval arrancó se me aguaron los ojos.

Ni idea por qué.

Y al principio reprimí el llanto. Ni idea por qué. (Después largué todo.) Me lo puse a pensar mientras hacía fuerza, también cuando me levanté al día siguiente, al otro de nuevo y ahora que escribo esto.

Pero ni idea por qué.


2.
Sambódromo se le dice al complejo de tribunas y palcos que le hacen sándwich a la calle Marqués de Sapucai, que es por donde desfilan las Escolas de Samba. Entran unas 70.000 personas: "Una ciudad pequeña", me dijo Armando Martins, el coordinador del Centro de Prensa.

Justo este año el Sambódromo cumplió 25 desde su inauguración. El diseño le pertenece al arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, quien en diciembre festejó 101 de vida y pese a que anda bien de salud no quiso saber nada con presenciar la fiesta: "Es un quilombo", dijo.


3.
A ver, pará. Ordenémonos.

El Carnaval de Río dura varios días. Pero dos son los clave: domingo y lunes, cuando sucede la competencia central de las 12 escolas que integran el llamado Grupo Especial. Que vienen a ser las que juegan en Primera, porque, sí señores, hay ascensos y descensos y divisiones A, B, C, D...

Las principales, entonces, desfilan seis un día y seis el otro. Cada una tiene hasta 82 minutos para recorrer los 700 metros de la pasarela. Obligatoriamente las integran:
a) una comisión de frente -de 10 a 15 "maestros de ceremonia"-,
b) una batería -conjunto de percusión con unos 250 integrantes-,
c) carros alegóricos,
d) alas de integrantes -los centenares que van disfrazados y a pie, desfilando y cantando y a veces sambando y ejecutando coreografías-,
e) una pareja que porta la bandera oficial de la escola,
f) un enredo -la temática que elige representar cada grupo-, y
g) una samba enredo -la canción con la que se desfila, interpretada en vivo una y otra vez y otra y otra y otra y otra...

Este año, batallaron en el Grupo Especial las escolas Imperio Serrano, Grande Rio, Vila Isabel, Mocidade Independente, Beija-Flor y Unidos da Tijuca (día 1), más Porto da Pedra, Salgueiro, Imperatriz Leopoldinense, Portela, Mangueira y Viradouro (día 2).

Yo hinchaba por Mocidade Independente por tres razones: 1) me gusta el concepto que cobija su nombre, 2) se mandó un enredo sobre los escritores Joaquim Machado de Assis y João Guimarães Rosa, y 3) la parió MAL con varios contratiempos.

Pero, con su obra sobre el tambor, ayer se supo que ganó Salgueiro. En fin: por lo menos tiene los colores de River. Peor habría sido que ganaran los bosteros putos de Tijuca, que, como es bien sabido, desfilan corriendo en todos lados.


4.
Si bien mi credencial decía "tránsito libre", fue un decir, nomás. Un típico decir latinoamericano: no pude subir a ninguna tribuna, ni visitar los palcos, ni moverme por la pista.

Igual encontré una forma de ver todo de cerquita: parado sobre los 30 centímetros de cordón que asomaban delante de las vallas de contención, bien en el comienzo y al lado de una salida de emergencia.

Era muy cerquita.

Tan cerquita, que las plumas de algunos disfraces se atoraban en mi cara y casi pierdo un ojo y ahora tengo rasguños mentirosos.

Tan pero tan cerquita, que cada madrugada terminé bastante mojado, medio embarrado y un poco perfumado.

Tan pero tan pero tan cerquita, que las negras que sambaban me rociaban sus abundantes sudores.


5.
Ah, las negras que sambaban... mãe de Deus!!!!!






O sea: no-se-pue-de-cre-er.

Ellas iban más o menos tranqui, con alguna telita irrisoria tapándoles algo, haciendo pendular sus caderotas encima de tacos de 20 centímetros. Hasta que sucedía una de dos: o la canción llegaba a su parte más rítmica, o una cámara (aunque sea de celular) les apuntaba. Entonces, listo. A la mierda todo. Agarrate. Terremoto total tribal: posesas, como sufriendo un ataque de mil voltios, bailaban sus carnes vuelta y vuelta.

Me daba un hambre de la puta madre.


6.
Por las dudas aclaro: literalmente me daba hambre.

A mí no me cuadra el estilo de mina que se impone acá: la mina con acoplado, esos culos generosos y respingados. Tipo contrabajo, ponele.

Ojo, no es que me cabe el charango rodilladeterista. Qué sé yo: dame un violín. O una viola. De última, una guitarrita criolla. No me des un arpa ni muerto, pero.


7.
En carnaval hay tal exhibición de culos y tetas que se pierde la mitad del erotismo normal.

Bué, un tercio.

OK: un poquito, se pierde. Pero se pierde, eh. Posta.


8.
Los diarios dicen que hubo un montón de famosos en el Sambódromo.

El grosso de Kevin Spacey, por ejemplo. O Sylvester Stallone. Y celebrities locales incluido Lula Da Silva, quien participó por primera vez desde que llegó a la presidencia en 2003.

Pero yo al único que registré fue a Roberto Carlos. Al pusilánime de Roberto Carlos. De pibe mi viejo me lo hacía escuchar (creo, igual, que le gustaba más a mi mamá: saudade) y aprendí a detestar prolijamente su música y su lírica melosas y pedorras.

En un momento pasé relativamente cerca y lo miré y creí que me saludaba.

-¡Conseguite un millón de amigos en Facebook, salame! -le grité, un poco sacado.


9.
Mocidade Independente empezó con un chabón vestido de verde cayéndose desde una estrella ubicada a tres metros del piso. Luego lo aplastó una biblioteca de utilería.

Pensé que era un tremendo efecto, pero no: el "¡Ooooohhhhh!" horrorizado de la gente me avisó que era un tremendo defecto. Una desgracia, bah.

Pasó al lado mío. Escuché el dolor del tipo. Y vi cómo la mayoría, en lugar de ir a socorrer, pelaba celular y sacaba fotos. Yo me paralicé dos segundos y después pelé celular y saqué fotos.


Los bomberos y algunos auxiliares levantaron la estructura y el chabón salió de ahí caminando, con dos o tres golpes. Lo llevaron al hospital por las dudas. Después me enteré de que era el director artístico de la Escola de Samba (llamado carnavalesco), y que se había subido a la estrella para sofocar un principio de incendio.

Encima, un par de veces a la comparsa se le quedaron las carrozas alegóricas... Un año de laburo, millones invertidos y tanta adrenalina para que te manquen una dirección hidráulica o un motor defectuosos. Por eso también, ¡aguante Mocidade! El próximo carnaval es nuestro, de una.


10.
Cuando se anunció la llegada de Beija-Flor (la escola que quizá sea la más conocida fuera del Brasil y que esta vez buscaba otro tricampeonato) hubo un pequeño momento de vacío. Aunque ya eran las cuatro de la mañana, la expectativa estaba soplando en el viento.

Y los tipos respondieron con una aceitada maquinaria de márketing, tirando remeras y banderitas a la tribuna.

Incluso Neguinho -el cantante de la samba enredo, que todavía no se recuperó de un cáncer en los intestinos-... ¡¡se casó en vivo y en directo en el Sambódromo!!

Demasiado vale tudo en el show: por eso me gustó que salieran segundos, que perdieran por un solo punto.


11.
Como dije, aguanté 12 horas cada día parado como un granadero y con mis respectivos calambres. Pero sin siquiera un sorbito de energizante (porque una lata costaba 18 reales = 25 pesos) o una mísera raya (porque hay que decirle "no", eso es de losers, y porque parece que ya se la había tomado toda Roberto Carlos).


12.
La Policía Militar del Estado de Río de Janeiro (PMERJ; pronunciate esa sigla: da onda arcada, ¿no?) recibió aclamación popular. No los centenares de agentes que estaban ahí para cuidarnos -y cobraron hasta 850 reales por noche-, sino los integrantes de la banda de música.


Mientras ocurría la ovación pensaba que claro, las bandas de música casi siempre caen simpáticas.

Pero al toque concluí en que no podía ser por esa razón, nomás. Y después se me hizo evidente: los tipos te tocan Cidade maravilhosa y Aquarela do Brasil. ¡Y hasta el Himno Nacional tiene más onda que cualquier canción nuestra...!


13.

"El empleo que sueñan todos los hombres", tituló el diario O Globo una nota sobre el ladri de Betto, un supuesto capo de la pintura corporal.

¡Andá, chanta! No te hagas el artista: seguro te llamás Alberto Pérez y naciste en Parque Patricios. ¡Atorrante!


14.
Exclusiva para Ani:



15.
Me preguntaron ya varias veces que qué onda, qué me había parecido el carnaval. Dije, invariablemente: "Mucho mejor de lo que esperaba, con certeza".

Pero tampoco es por eso que se me emocionaron tanto los ojos, ahora que lo pienso de nuevo.

Y ahora que lo pienso de nuevo, tal vez importe más que eso pasó, y no por qué.

martes, 24 de febrero de 2009

477. La fiesta popular más grande del mundo

(Desde Río de Janeiro)


Dos días: 12 horas en cada uno, parado en un cordón de la calle Marqués de Sapucai, en el Sambódromo, de este lado de la valla, hechizado, sintiendo pasar las 12 Escolas de Samba desde tan cerquita.


Por ahora no tengo muchas palabras; sólo boquiabiertez. Cuando me recupere preparo más apuntes y fuego.


sábado, 21 de febrero de 2009

476. ¡Pepé pepepepé!

(Desde Río de Janeiro)

jueves, 19 de febrero de 2009

475. Preparo, apunto y fuego (2)

(Desde Río de Janeiro)


1.
Íbamos por el "Camino del benteveo", un sendero (acá se le dice trilha) que recorre un cuarto del cerro de Urca como si fuera un cinturón incompleto. Aunque bellísimo: de un lado la vetegación morruda, del otro el Atlántico verborrágico. Gentes de todas las edades y físicos nos pasaba haciendo jogging.

-Si yo viviera en Río, por ahí también saldría a correr -le dije a Bruno.

-Es que esta ciudad te motiva a hacer ejercicio, a cuidar el cuerpo -me contestó.

Claro: vas trotando y ves esto, por ejemplo:


Después le dije a Bruno que para mí el olor del Brasil era ese: morro y mar.


2.
Las olas de Ipanema te envuelven, revientan y te expulsan, como pariéndote.

Pasando la línea de rompiente podés hacer la plancha y mientras el océano fresquito te acuna redondamente ves al este unas islas, al norte el comienzo de la playa, al sur el cerro Dos Hermanos, la favela Rocinha y Leblon y al oeste, el Cristo Redentor.


3.
La catedral metropolitana de Río de Janeiro parece cualquier cosa menos una iglesia.



Está en el centro histórico de la ciudad. Se inauguró en 1979, en honor al patrono carioca San Sebastián. Mide 96 metros de diámetro y entran... 20.000 personas.

Un gran cono para las papafritas del Señor.


4.
-Yo tengo mucha facilidad para poner en palabras los sentimientos, eso que a otros les cuesta, o no pueden -dice ella.

-Ajá -digo yo-. ¡Pero qué bueno!

-Sí. Por eso quise entrar en la facultad de Periodismo. No entré por dos puntos, podés creer.

-Uh.

-También rendí exámenes en la de Antropología y en la de Diseño.

-¿Y qué pasó?

-No entré, tampoco. Y no podía pagarme una universidad privada. Así que ahora vendo ropa de mujer acá en Ipanema.

-Bueno, pero igual podés hacer poesía, ¿no?

-¡Claro! Adoro la literatura. Por ejemplo, Paulo Coelho...

-¡Puaj!

-¿Qué?

-No, nada. Es una forma de decir: a veces en la Argentina decimos "puaj" cuando nos tenemos que ir.


5.
Bruno trabaja en la Rede Globo, que viene a ser el grupo de medios más grande de Latinoamérica: entre otras cosas, produce omipresentes telenovelas y tiene radios, el diario O Globo y canales de TV.

Bruno es reportero y productor en uno de ellos, que me llevó a conocer. Se llama Globo News y se dedica únicamente a las noticias.

-No como Crónica, pero como TN allá -me dijo.




6.
Pensaba el otro día que no está nada mal que la ciudad te ocurra mientras hacés la tuya, a cierta distancia para zafar de ciertas esquirlas.


7.
El bondinho que serpentea entre los barrios de Lapa (céntrico y alocado) y Santa Tereza (elevado y bohemio) es lánguidamente viejito y cuesta apenas 60 centavos de real, pero el que se anima a ir colgado del vagón no paga.

Yo ocupaba el último asiento disponible en la cuarta hilera y un japonés sin ánimo para esperar se aferró a la baranda de afuera con un terror indigno de un samurái. Los pibes locales, en cambio, iban como haciendo windsurf: se estiraban todo lo que sus brazos les permitían hasta que en las callecitas ínfimas aparecía un auto o un poste de luz que esquivaban muertos de la risa una fracción de segundo antes de hacerse mierda. El japonés, tieso, hacía una mueca desagradable y miraba el cielo. Estoy seguro de que quería llorar.

Apenas se bajó alguien, me corrí un poco y le hice un lugar para que se sentara. "Thank you, thank you!", gritó. Entonces se acurrucó, y al instante se quedó dormido.


8.
Almuerzo algo, me tomo un micro, llego a la playa, le alquilo a Pelé una reposera y una sombrilla (seis reales), me echo a leer El pasado de Alan Pauls, me baño, leo, me baño, leo, me baño, leo, me tomo unas cervezas (tres reales cada una), me hipnotiza la caída del sol y me siento responsable.

Porque ahora tengo por lo menos la mitad del sol carioca correspondiente al 17 de febrero de 2009 sobre mis hombros. Y no usé protector. Perdón mamá, perdón Sil, perdón Bruno. Me gusta este ardor.


9.
"Casa do mago", dice un letrero gigante. La casa queda en el barrio de Humaitá, tiene tres pisos y es antigua. Y hermosa, si uno es capaz de mirarla sin ver la multitud de estatuas que la dañan: estatuas de Iemanjá, de San Jorge, de Jesús, de la Virgen.

Aparentemente, El Mago consiguió esa casa gratis, hace ocho años, por un cliente agradecido. Y justifica con humor su eclecticismo espiritual: "No soy umbanda, soy umbando", declaró. "Un bando de religiones".



Lo que no me explico es por qué, si es tan mago, debe recurrir a cámaras de vigilancia, rejas puntiagudas, seguridad privada y alambres electrificados para cuidar su casa. 


10.
Charlar horas de periodismo con Bruno y asumir que somos apasionados insufribles, intransigentes, incurables.


11.
Ya lo dije en el carnaval de Barranquila 2006: si intento mover las caderas como esta gente, me fracturo. Hago lo que puedo, no-me-jo-dan.


12.
Me costó un par de días conseguir mi bar en el barrio, pero ya está.

Hasta el nombre oximoroso me encanta: se llama "Espelunca Chic", que podría traducirse como "Tugurio Elegante".

En un estante encima de la barra se apilan varias botellas de distintos alcoholes, cada una con la etiqueta de su dueño. Tiene pantalla gigante de plasma y me dejan ver los partidos de River. Arriba hay una pista para sambar. Se puede fumar y nadie te jode si te sentás a leer y a escribir y a escabiar. Excepto cuando te dicen suavemente:

-Outro chopinho escuro, Abel?


13.
En la playa oigo:

-¿Me pasás el mate, má?

Y es una sirena neuquina que se hizo una escapada con la madre.

No me gusta el mate, ergo no intervengo, pero sigo la liturgia tan argenta y pienso que me encantaría hacer un asado ya mismo.


14.
No, no estoy descocado pero.


15.
Me voy porque ya empieza el carnaval. Y tengo acreditación para el Sambódromo.

domingo, 15 de febrero de 2009

474. Preparo, apunto y fuego

(Desde Río de Janeiro)

1.
La gente acá vive mayormente encerrada. Los edificios tienen rejas eléctricas antes de la puerta de ingreso. Y un portero-vigilante las 24 horas.


2.
Desde que llegué no vi un solo episodio de violencia. A menos que se considere como tal que una mulatona borracha te encare fieramente.


3.
Los colectivos emplean a dos personas: el obvio e inexcusable conductor y un boletero. La tarifa mínima es de 2,20 reales (casi 3,50 pesos). Si el bondi tiene aire acondicionado, sube a 2,35 reales. Pagás con monedas, billetes o una tarjeta magnética recargable. Los alumnos de escuelas públicas, los mayores de 65 años y los discapacitados viajan gratis.


4.
Sí, hay gordísimos en sungas y bikinis minúsculos. Y no, a la mayoría no le da asco o cosa parecida: la mayoría atesora otro umbral del ridículo y de la decencia.


5.
Como pertenece a la compañía brasileña Ambev, se consigue Quilmes por todos lados. En el súper cuesta 3,80 reales. En los bares, de 8 a 10 reales. Por supuesto, no la compré ni me interesa.


6.
Los motoqueiros echan finos notables y van tocando bocina para que no los masacren. Igual, el tránsito en esta ciudad de seis millones de habitantes es bastante más civilizado que el de Bahía.


7.
Hace una semana empezaron a aparecer por distintos barrios los blocos, que son comparsas callejeras y persistentes. Tocan música en vivo y la gente básicamente baila, se escabia y se droga en paz y alegría. Demasiada alegría, para mi gusto. Y un poco incomprensible.


8.
Uno de los blocos se llama Imprensa que eu Gamo. Es una comparsa de periodistas: a los Kirchner les encantaría. El nombre tiene doble sentido, porque imprensa significa al mismo tiempo "prensa" y "apretar". Soy periodista: apretame que me gusta.


9.
Ayer fui a ver un bloco cuyo nombre no recuerdo, como tampoco recuerdo muchos más datos que estos: fue en Santa Tereza, una zona bohemia que queda en un morro, y no había baños químicos.


10.
Hoy fuimos un rato con Bruno al bloco del barrio, que se llama Suvaco du Cristo porque nació literalmente debajo del sobaco derecho del Cristo Redentor. La canción de este año dice en la segunda estrofa: "Mucha gente sobrevive las tragedias naturales/ pero la crisis de los mercados mata más". Mientras avanzaba más o menos sambando, vi un cartel marquetinero y divertido en la puerta de la iglesia metodista: "No te quedes sólo con el sobaco. Conocé a Cristo entero".


11.
Ha llovido bastante estos días. Ninguno fue 100% de playa. Incluso la temperatura llegó a la friolera de 22 grados. Me vino bien para terminar de pelarme después de la paliza que me dio el sol apenas llegué, pero me cagó una escapadita a Buzios.


12.
El viernes goteaba y salí medio colgado a dar una vueltita. Cuando andás colgado les prestás atención a detalles que normalmente se te pasan. Las sombras, por ejemplo. Vi la sombra de una rata gigante que, casualmente, también iba colgada pero de los cables de electricidad. Seguí al animal como cuatro cuadras, esperando que reventara al tocar una caja de alta tensión. Pero no pasó. Lo que sí pasó fue que cuatro o cinco personas me siguieron mientras yo caminaba boquiabierto y mirando hacia arriba. "¡Soy Hamelin!", grité, y se fueron todos menos una piba que dijo: "Ah, um gambá". No era una rata gigante, entonces. Era un gambá. En castellano parece que se le dice zorrinillo o mapeta.


13.
El boliche se llama "Bukowski" y el patovica es un negro muy enano; mide menos de un metro y está vestido de angelito y te da un preservativo y unas flores: "Para as garotas", dice su voz finísima. Esta noche ya es un exceso.


14.
En el Museo de Arte Moderno hay una exposición de Vik Muniz, un brasileño radicado en Nueva York que hace obras muy impresionantes con materiales insólitos: una Mona Lisa con jalea, o el retrato de un cartonero hecho con la basura, o un Drácula moldeado con caviar. O esto, mirá vos:


15.
El jueves vi el debut de River en la Copa Libertadores en un bar. Me verduguearon un poco porque al mismo tiempo jugaba Botafogo por el campeonato carioca, pero de hecho me lo dejaron ver. Cualquier día de estos en un bar porteño ponen Fluminense-Colo Colo en lugar de Vélez-Huracán sólo porque lo pidió un cliente brasileño: sí, claro. Hoy seguí la victoria contra Rosario Central por Internet. Por las dudas: a esa hora también jugaba Flamengo y no hay que abusar de la buena suerte, dicen.

jueves, 12 de febrero de 2009

473. SMS Nº 83

(Desde Río de Janeiro)


Después de tres inviernos seguidos -dos argentinos y uno europeo-, ahora llevo una semana seguida en ojotas, pantalón corto y ocasionalmente, remera. (Ayer fue la de la selección; grité el gol de Messi rodeado de brasileros en un bar.) Y por ahí surge algún otro combo de felicidad momentánea, ponele: cruzo la calle con 38 grados y humedad inconcebible, me pido medio litro de jugo de maracujá fresquito por cuatro reales en Sumos Pin Pin, camino dos cuadras, me siento en el borde de la Lagoa Rodrigo de Freitas a la sombra de la mata atlántica, me prendo un Parliament, pongo los Doors en el mp3 y leo Flores robadas en los jardines de Quilmes mientras el sol carioca se acuesta entre los Dos Hermanos del morro, allá.



martes, 10 de febrero de 2009

472. Fijate detrás del humo agnóstico

(Desde Río de Janeiro)[Ahí atrás está -bah, eso creo- la mole de 30 metros de alto y 1.100 toneladas que corona religiosamente el Corcovado y taaaaaantas postales, gorro bandera vincha.]




¿

Cómo se puede creer

en dios (cómo)

si te metés en un tren

de 45 reales que duelen como corona de espinas

para subir 700 metros hasta el cristo redentor

y ver la ciudad 

desde el cielo

pero al llegar está 

tan nublado el cielo

como sauna infernal

como asado re quemado

y no se ve 

ni cristo ni ciudad

ni la hora de bajar

?


domingo, 8 de febrero de 2009

471. Maraca Maracaná

(Desde Río de Janeiro)


Recién llego del Maracaná.

Fui con un dentista bastante piratón, un canadiense de padre iraquí y madre kuwaití al que conocí almorzando a las cuatro de la tarde.

Viajamos ida y vuelta en subte con aire acondicionado.

Pagamos entradas a mitad de precio -tribuna media, 15 reales cada una- gracias a mi carné de la Universidad de Oxford y a que lo convencí para que usara su credencial de un hospital-escuela de Nueva York, donde vive.

Un culo moreno digno de un poema épico y que sambaba y sambaba y sambaba delante de nuestras bobas narices las canciones de la torcida nos alivió el cero a cero entre Vasco da Gama y Fluminense por la copa carioca.

Caímos de casualidad en la hinchada del Vasco, que le copió a River la camiseta de la banda en diagonal. (La de ellos es negra.) Para demostrar su cariño por el club, los vascaínos elevan sus brazos, cruzan los antebrazos y hacen un bonito fuck you con cada mano.

Los brasileros usan muchas canciones del fútbol argentino. Con el ritmo pifiado. Y las bailan. Y las letras son más... dulces, digamos. Por ejemplo, cuando nosotros imperativamente gritamos "que esta tarde/ tenemos que ganaaaaaar" ellos declaran que están ahí "con mucho orgullo/ con mucho amooooooooor".

Si me preguntan, el Maracaná me pareció un estadio onda "No fumes porque me toma olor feo el tapizado de leopardo": impresionanchi pero medio maricón.

jueves, 5 de febrero de 2009

470. Río de menefreguismo

(Desde Río de Janeiro)


Honestamente, si no lloviera como llueve ahora, no se podría dormir. Así que todo bien.

Ya lo viví ayer a la nochecita apenas bajé del avión: fue una trompada húmeda y pegajosa.

Al amigo Bruno lo vi tipo diez, cuando salió de laburar, y alcanzamos a ponernos medianamente al día entre vasos de cerveza negra y pizzas raras.

Cuando digo "pizzas raras" no exagero. Acá se les ocurre hacer pizzas dulces. Un montón, eh. Chocolate con distintas frutas, queso con dulce de guayaba y otros puaj empalagosos por el estilo.


[Chocolates blanco y negro sobre piso de banana...]

[Sólo dos bananas.]


Hoy arrancamos tempranito. Bruno se mandó un desayuno inflador y se vistió de guía. Me llevó a un parque llamado Lage, muy cerca de su departamento, que está buenísimo y queda en un lugar bárbaro: en el Jardín Botánico, y a tres cuadras de la tremenda Lagoa Rodrigo de Freitas y, para decirlo de algún modo, abajo del Cristo Redentor que abraza la ciudad desde la cima del cerro del Corcovado.

-Estamos en el sobaco de Cristo -dijo Bruno, para mejorar la imagen. Y me dijo que hay una comparsa del carnaval llamada "Suvaco do Cristo": qué gran nombre, pienso.

El Parque Lage roba la vegetación natural del morro a los pies del Cristo. Se bautizó así por Henrique Lage, un empresario industrial de quien lo heredó Río en 1960. Ahora es un paseo público con acuario, lagunas, cascadas, grutas y una casona de principios del siglo pasado donde hoy cursan los alumnos de la Escuela de Artes Visuales: si no les salen obras maestras ahí, que se vayan a controlar el tránsito.

[Clases con modelo ao vivo
el grone que asoma detrás del 
cuadro estaba posando desnudo. 
Un horror para la autoestima.]

[La piscina del palacio Lage.
Allá arriba, el Cristo se manda
un Edgar de chanes total.]




Después Bruno me mostró una de las playas más conocidas del mundo, Copacabana. Y fuimos al fuerte que sirvió de defensa y ahora explotan turísticamente los militares: te cobran una entrada de cuatro reales (seis pesos) y sacan bastante más de los museos, la rueda gigante, el restorán y el bar.

-Nada mal si sos milico y te toca un destino como este -dije.

-Probablemente es el peor destino, porque estás acá con semejante belleza alrededor y no la podés disfrutar -dijo Bruno.



Por supuesto, me entregué a esas olas de Copacabana. Cómo resistirse. Y bueno, también a las de la vecina Ipanema, donde Bruno me dejó para irse a trabajar y pasé toda la tarde: tomando cerveza, viendo castillazos de arena, admirando a unos animales de dios jugando futvóley (Eh, argentino, você quer jogar?; Muito obrigado, mas não tenho habilidade e não gosto da vergonha, tomá esssssta y Pelé debutou com um garoto), conociendo un par de gentes piolas, caminando a lo loco y básicamente cometiendo -a conciencia- un típico error de novato...

... porque ahora estoy borravino. Y me arde hasta el clítoris que no poseo.

Pero ni me importa.

Nada.

Ni el dolor de pies, ni los rayos ultravioletas, ni la falta de guita. Ni la lástima que da River, mirá.

Hoy varias veces pensé que claro, que cómo no van a estar alegres estos tipos, que qué lindo todo.

Y hasta la lluvia sin una princesa morocha me cae simpática, honestamente.

miércoles, 4 de febrero de 2009

469. Que coisa mais linda resulta

(Desde Buenos Aires)


Resulta que la mayoría de mis amigos (y obviemos las traiciones; ya ni da) están en pareja y yo nada que ver.

Resulta que después de comprar casa quedé pobre como don Ramón.

Y resulta que en esas condiciones no podía proyectar un verano; no había manera, tenía menos plan que el gobierno argentino.


Resulta que a fines de 2005 conocí al brasileño Bruno Lima en un taller de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano que dio el gran Jon Lee Anderson.

Resulta que con Bruno pegamos mucha onda; nos reencontramos en el carnaval de Barranquilla en 2006, después él se vino como corresponsal de Folha de San Pablo a Baires unos meses y hasta hicimos un viaje a Carlos Paz; hace poco él renunció al diario porque "en Brasil no se cuentan historias" y se mudó a Río de Janeiro para laburar en la tele; más de una vez me dijo que lo fuera a visitar pero en diciembre vino y me insistió,

-Dale, boludo, venite a mi casa a pasar vacaciones.

-No tengo un mango, porra. Estoy al horno.

-¡No importa! ¡Es Río! No te preocupes, nos vamos a arreglar. Dale.

Y resulta que dije má sí, fue, tudo bem, a cidade maravilhosa, vamos con las garotas de Ipanema: amigo, en un rato nos vemos.



[Desde la izquierda: Bruno,
el tucumano Miki Velárdez de La Gaceta
y un servidor por las calles porteñas,
diciembre de 2005. Foto: Gonzalo Martínez, FNPI.]


lunes, 2 de febrero de 2009

468. No dignifico, pero cumplo

(Desde Buenos Aires)


Cuando le conté al jugador de Estudiantes Leonardo La Bella que un escritor porteño y amigo se había hecho fanático suyo, se me cagó de risa. Pensó que le estaba tomando el pelo.

-En serio, eh. Y además te puso apodo y todo: para él sos La Tromba.


Estadio de Lanús. Ayer domingo. Tipo ocho y algo de la tarde. Entra Estudiantes en la cancha y le pego el grito a La Bella. Se acerca al trotecito. Digo:

-Leo, este es el escritor del que te hablé. Funes, te presento a La Tromba.

Y por un momento me siento Julián Weich cumpliendo sueños.


Fuimos también con Nacho Molina, hincha del albo, y después de la paliza nos dimos otra, qué tanto: unas pizzas, unas birras, se prendió Ricky Sbrana (que cubrió el partido para el diario y contó la historia) y al final cayó La Tromba y empezamos a hablar de la vida y fue tan de madrugada, de pronto, como una volcada.


[Molina, antes de putear a los árbitros,
y Funes, totalmente cariacontecido:
acababa de abrazarse con La Tromba.]