jueves, 29 de noviembre de 2007

187. Conversaciones con los lores quejosos

(Desde Oxford)

La mamá, inglesa, lo abandonó cuando era un pibito y nunca más supo de ella. El papá, un inmigrante chipriota, trabajaba de mozo y como no podía cuidarlo, un día lo dejó en un patronato municipal de la infancia.

A los 11 años le otorgaron una beca para estudiar en una escuela cristiana, después estudió Historia Moderna en la Universidad de Oxford y se graduó con honores, más tarde consiguió su doctorado en aristocracia británica de fines del siglo XIX; fue concejal liberal-demócrata y luego se hizo laborista; fue académico en Nuffield y fue periodista; fue asesor estrella de Tony Blair especialmente en temas de educación y ahora, como si se cerrara un círculo en su vida, trabaja como ministro parlamentario (o sea, por fuera del gobierno) en el Departamento para Niños, Escuelas y Familias.

El hombre se llama originalmente Andreas Adonis pero desde 2005 es Lord Adonis. Es probable que su padre chipriota decidiera el nombre inspirado en la deidad griega, pero sin saber que la palabra adonis proviene de la semítica adon, que significa, justo, lord.

El por lo tanto redundante Lord Adonis nos dio el último seminario del bimestre, enfocado en su visión sobre los medios: una visión tal vez nublada por el llanto quejoso, ya que (dijo) siendo como es una figura pública, el periodismo no deja en paz ni a él ni a su familia.

Y quizá también porque tiene clara su escala de prioridades. Cuando terminó de hablar me le acerqué y le dije:

-Si tuviera que elegir: ¿periodista o político?

-Político, sin dudas.

-¿Por?

-Porque es la mejor posición para cambiar el mundo.

-No esperaba una respuesta tan... idealista, lord.

-Es que luego de mi paso por el gobierno soy más idealista que nunca. En serio.

-Y, en serio, ¿dio consejos a otros integrantes del gobierno sobre cómo enfrentarse con los medios?

-Por supuesto.

-¡Traición al periodismo!

-Nooooo -se rió-, sólo les expliqué la dinámica de los medios, para que supieran cómo se manejan.


Hace seis meses, poco antes de dejar el poder luego de una década, el ex primer ministro británico Tony Blair aceptó ir al cuartel central de Reuters para referirse a los medios y dijo un par de cositas: 1) que los periodistas eran bestias salvajes que cazaban en manada y 2) que el periodismo producía un impacto "seriamente adverso" en la vida pública.

Como respuesta, ayer el Instituto Reuters y el Media Standards Trust organizaron un encuentro en la Asociación de Corresponsales Extranjeros de Londres. El panel, moderado por el periodista del Guardian Michael White, estuvo integrado por cuatro personalidades del ámbito público nacional: el general retirado sir Rupert Smith; la abogada Sue Stapely, quien ha manejado numerosos casos mediáticos y se especializa en la relación con los medios; Tim Livesey, actual jefe de Asuntos Públicos del Arzobispado de Canterbury y ex asesor de prensa de Blair, y Lord Michael Jay, quien trabajó para la Cancillería (Foreign Office) desde 1981 hasta 2006, y durante cuatro años dirigió el servicio diplomático británico.

Básicamente, ninguno de ellos coincidió con Blair en su ataque "simplista y fatalista" pero cada uno lanzó algún palito al periodismo. No sin razones.

El que más me impresionó fue el de Lord Jay, sobre todo cuando protestó por la cobertura que la prensa británica dio al plan de asistencia del Foreign Office para los ingleses afectados por el huracán Katrina hace dos años en los Estados Unidos. Dijo algo así como que habían ayudado exitosamente a 100 personas pero los medios se concentraron en el único caso fallido.

Me pareció una pavada descomunal e innoble del lord, así que al finalizar me presenté y le pregunté si disponía de un minutito:

-Debe ser breve, porque tengo que ir a una cena.

-OK, cómo no. ¿Entendí mal o usted se quejó por cómo trabajó la prensa durante Katrina?

-Entendió bien.

-Pero ahora sí que no entiendo, lord. A los periodistas no nos pagan para hacerle publicidad al gobierno. ¿Por qué debería publicarse que el gobierno hizo 100 bien, si se le paga para eso, para que haga bien su trabajo?

-Sucede que el supuesto caso de atención fallida fue una mentira.

-Ah, bueno: eso es mala praxis profesional. Pero también es otro tema. Yo querría saber si en serio usted cree que la prensa debería publicar los aciertos del gobierno y no sus errores.

-Discúlpeme, pero tengo que ir a una cena -dijo, y se puso a discar un número en su celular.

Después del encuentro, John Lloyd, el director de Periodismo del Instituto Reuters, invitó a los fellows a comer unas pizzas. Cuando empezamos a caminar, Lord Jay iba atrás nuestro. Vi que seguía hablando por teléfono.

Me puse a charlar con My friend Yao y no me di cuenta de que Lord Jay venía con nosotros: es amigo de la esposa de John, que se llama Ilaria y es italiana, académica y divina.

-Se canceló mi cena, por eso estoy acá -dijo Lord Jay en la rueda de presentaciones. OK.

Alcancé a colarle una sola pregunta en toda la noche. No daba insistir con lo de gobierno versus periodismo, así que:

-Luego de que la Argentina recuperara Malvinas en abril de 1982, ¿hubo alguna posibilidad cierta de negociación diplomática?

-No -respondió inmediatamente, con cara de queja. Esta vez no estoy seguro por qué la puso: si fue porque usé el verbo recuperar y no invadir (que es su preferido), o porque me descolgué, o porque se le reflejó la pizza vegetariana que estaba muy amarga.

martes, 27 de noviembre de 2007

186. SMS Nº 33

(Desde Londres)

E
stoy en Londres. De nuevo. Casi todos los fellows vinimos en visita oficial a los cuarteles centrales de Reuters, invitados por el capo David Schlesinger. Alto interés. Aproveché y cambié unas palabras con el supervisor de mi proyecto de investigación sobre cómo contar historias en Internet. Todo marcha: mañana entrevisto a un periodista del Guardian que trabajó en uno de los especiales multimedia que pienso desmenuzar; luego, me voy a un seminario del Media Standards Trust. Y bueno, mientras tanto, ahora mismo, estoy babysitteando. De nuevo.

sábado, 24 de noviembre de 2007

185. Pasará, pasará

(Desde Oxford)

Si uso el segundo apellido, el croata, es por mi mamá y no por su padre, un tipo al que quise interesadamente hasta mi adolescencia como un abuelo bis (porque abuelo-abuelo, abuelo titular indiscutido, ABUELO con mayúsculas, siempre habrá uno solo).

El tipo, el padre de mi mamá, te deslumbraba con sus conocimientos y con sus regalos caros pero sobre todo con la historia de su escape de la Segunda Guerra Mundial disfrazado de monje franciscano.

Sin embargo, no fue un escape completo: no supo, no pudo, aprovechar 100% el comienzo desde cero que le regalaba Sudamérica después del horror. Lo perseguían los demonios, y su forma de ahuyentarlos, su vade retro, consistía en variadas aguas benditas con distintas graduaciones de alcohol.

El tipo, borracho, era otro tipo.

Yo me di cuenta tarde: tenía 16, estaba en su departamento porteño y me quería ir a la cancha de River. Y él se empeñaba en impedirlo.

Primero fue un pedido. Después, una demanda. Y como yo seguía en la mía, de golpe aparecieron unos gritos, primero, y después unas puteadas.

-Pero, ¿qué te pasa? -le respondí, ya bastante harto de la escena y también caliente-. ¿Qué tanto problema? ¿Y desde cuándo te tengo que pedir permiso? ¿Qué te creés, que tengo 10 años?

-¡¡Mientras estés en mi casa vas a hacer lo que yo te diga!! -me dijo, volvió a insultarme violentamente y terminó como solía terminar sus frases-: ¿Tá?

-Qué tá ni tá. ¿Estás loco? Si quiero, voy. Y voy a ir. Y pará de putearme, viejo de mierda.

Estaba manoteando el picaporte para rajarme cuando me agarró del hombro. Al darme vuelta me paralicé: el tipo tenía todos sus demonios juntos en esa cara colorada; le aleteaban las orejas de Dumbo y los ojos celestes buceaban en rojo sangre, rojo fuego, rojo furia, rojo odio.

Me miró fijo con esa mirada infernal, en su boca se posó una ínfima sonrisa y me dijo en un susurro maloliente:

-Ojalá el tren de vuelta a Bahía choque y te mueras como una rata.

Me dieron ganas de cagarlo a trompadas, pero ni siquiera le contesté. Sólo junté mis cosas y me fui.

Ese mismo día el tipo dejó de existir para mí. Jamás le volví a hablar.


Mi mamá, por quien uso el apellido croata, nunca compartió la decisión aunque me parece que la entendió y la aceptó a su manera: sufriéndola en silencio.

Lo mismo hizo poco después, cuando me fui de casa para buscar la mía y terminé viviendo unos años con La Tipa y con mi abuelo-abuelo, el abuelo titular, el ABUELO, básicamente un buen tipo, medio vago, sin ninguna historia cinematográfica, sin ningún conocimiento apabullante, sin ningún regalo caro para comprarte. Pero tan querible que te dolía, y dolió tanto que se me muriera de a poquito cada día por una enfermedad hija de puta, tanto tanto, que yo estaba seguro de que cuando finalmente llegara su hora llegaría también la mía.

Y si no llegó fue porque, como dice mi mamá, "para vos nunca es game over, nene". Ahora releo esa frase en una carta que me escondió en la valija antes de que viniera a Oxford (su manera: sufriéndola en silencio) y también releo el párrafo anterior sobre el ABUELO y lloro como un nene que estaba a punto de romper el récord pero la pantalla del jueguito le dice que no, que game over.


Normalmente, si apretás la tecla On podés empezar de nuevo.

"Ojalá encuentres lo que vas a buscar", puso mi mamá al final de su carta.

Y la verdad es que todavía no sé qué vine a buscar, más allá y más acá de dar otro paso para ser un mejor profesional.

Lo que sí sé es que nunca me gustó mi cumpleaños. Siempre dije que no tiene nada de feliz que ese día te llame quien no querés que te llame y aparezca quien no querés que aparezca, y que no te llame quien sí querés que te llame y que no aparezca quien sí querés que aparezca.

Esta va a ser la primera vez que cumpla años fuera del país. Llego a 33 el próximo 13 de diciembre, y acabo de tomar una decisión.

Es seguro que me voy a pasarlo a Croacia.

Es factible que me llame a reflexión y aparezca alguna respuesta.

Es imposible que no me llame ni aparezca ninguno de mis demonios.

Es probable que mi mamá, por quien uso el apellido croata, entienda por qué.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

184. No se le puede decir "vaca" a este pobre bicho...

(Desde Oxford)

... sobre todo cuando no lo es.

Pero así lucen acá los bovinos, pastando junto al río (que es el Támesis pero no), y te miran como pidiendo perdón, porque al fin y al cabo son animales británicos y como buenos británicos piden perdón hasta cuando no tienen la culpa, tipo "¿Qué querés que le haga, hermano? Me encantaría ser gorda y apetitosa, I'm sooooo sorry pero no me da", y llega un punto en el que hasta tu última célula clama por un buen cacho de carne y te pedís un bife en un restorán, pensando "Qué me importa cuánto cuesta: quiero, necesito vaca vaca vaca vaca", y el mozo orgulloso te trae una pequeña y humeante llanta de auto y al cortarla se te llena el plato de sangre y cerrás los ojos y comés y cuando eso toca tu paladar el gusto te recuerda a una humeante llanta de auto y entonces puteás, puteás mucho, y te sentís perdido y estás seguro de que es un crimen idiomático decirle ganado.

lunes, 19 de noviembre de 2007

183. Feliz cumple, "Tano" querido

[Gran momento: asadísimo en Tandil, mayo de 2006.]


(Desde Londres)

Ya te dije todo por teléfono esta mañana pero quiero que consten públicamente un pedido y un recordatorio, porque entiendo que a los 34 (¡¡treinta y cuatro!!) debe de ser complicado retener cosas: 1) se te extraña, así que tratá de aparecer más seguido, lpqtp y 2) no te olvides de usar el pasaje con estadía en lcdtm.

Abrazo grande.

sábado, 17 de noviembre de 2007

182. Saliendo a la superficie

(Desde Oxford)

Me levantó un poco el ánimo la enfermería no tradicional, una buena pasta con vino y esa escena en la que Bill Murray quiere darles instrucciones a los delfines que colaboran en la filmación del documental, pero el operador se las traslada y como no hay respuesta ("O no escuchan o no entienden"), el genial Murray, resignado y enojado, dice:

-Hijos de puta. Esos delfines me tienen podrido.

La película se llama Vida acuática, la dirigió Wes Anderson y también actúan, entre otros, Anjelica Huston, Willem Dafoe, Jeff Goldblum, Owen Wilson y Cate Blanchett. Se merece ocho Abelitos.

Para seguir con la recuperación me voy, ya, a Londres: esta noche se festejan los cumpleaños de Sophie y Nico, y el lunes me reúno con el supervisor de mi proyecto sobre cómo contar historias en Internet.

(Y no me reten tanto si no actualizo, che. Soy un alma en pena, soy.)

miércoles, 14 de noviembre de 2007

181. SMS N° 32


Estoy oficialmente deprimido por la derrota de River, así que voy a volver a postear cuando me murmuren las ganas (porque no se me van a cantar ni ahí). Sólo quiero decir algo: el arquero del rival fue figura, y jugamos en nuestra cancha pero nos echaron un jugador y no nos cobraron ningún penal dudoso ni nos dieron un gol en posición adelantada. Nosotros no boqueamos.

martes, 13 de noviembre de 2007

180. Esta es exclusiva para Andrés


Publicidad de la marca de anís en la terraza del pub (famoso por aquel sábado de lock-in) Rose and Crown, avenida North Parade, Oxford, Reino Unido.

lunes, 12 de noviembre de 2007

179. Misterioso



Dicen que soy un míster...

sábado, 10 de noviembre de 2007

178. No me pidas que pedalee ni en pedo

(Desde Oxford)

Me la acaban de traer, fijate qué chichito:


Hace como 20 años que no ando en bici, pero después de un mes en Oxford tuve que ceder: es imposible hacer todo a gamba, y los bondis son caros, los taxis prohibitivos... y ni me hables de autos.

Busqué bastante. La mejor opción parecía ser una usada (a 40-50 libras, mínimo) que pudiera vender antes de irme. Sin embargo, en el camino me topé con esa belleza y me pudo. Me pudo su belleza y me terminaron de conquistar otras dos cualidades: 1) es plegable y 2) es ideal para un vago irrecuperable como yo, porque... ¡es eléctrica!

Sí, lo sé, soy un chanta total. I can't be bothered: ni da pedalear. Pero además por ahí me la llevo a Bahía y los sábados tipo 7 de la mañana mando a dar unas vueltitas por el Parque de Mayo. O no.

La bici es alemana, marca Trendline. Tiene una batería (el coso negro debajo del asiento) que enchufás al tomacorriente y tarda cuatro horas en cargar. Te aguanta unos 25 kilómetros y por más que aceleres no vas a pasar de los 20 km/h. Pesa 27 kilos y soporta hasta 100.

Nueva cuesta alrededor de 300 libras. Yo pegué la de la foto, que es modelo 2006 y está flamante, por 125 incluyendo el envío.

Y ahora, agarrame si podés.

viernes, 9 de noviembre de 2007

177. Minibotón de muestra

(Desde Oxford)

Andá a saber qué tenía en la cabeza, pero ese día Thomas Moser aceleró su Mini de BMW hasta los 160 kilómetros por hora. No le importó que la máxima velocidad permitida fuera la mitad, no le importó que hubiera cámaras, no le importó nada.

Poco después le llegó la multa. Thomas Moser ya tenía seis puntos de castigo por otras infracciones de tránsito, y si ligaba un par más sabía que le suspenderían la licencia. Entonces llamó a su hijo, que vive en Munich, y le pidió que asumiera la culpa.

Mientras la policía contactaba al pibe y el pibe decía Sí, fui yo, Thomas Moser recibía una foto inapelable: era él quien conducía, sin dudas.

Sin embargo, Thomas Moser insistió con el No, yo no fui. Tres oportunidades le dieron para que dijera la verdad y en las tres Thomas Moser dijo No, yo no fui. No quería dejar de manejar su Mini de 25.000 dólares por las calles de Oxford.


Thomas Moser tiene 48 años y lleva 20 trabajando en BMW.

Es director de Finanzas en la compañía alemana.

Tiene una casa muy linda a menos de diez cuadras de donde vivo yo.

Pero acaba de pasar seis semanas en la cárcel por haberle mentido repetidamente a la policía y además la justicia lo obligó a pagar 1.200 libras (unos 7.500 pesos) por la infracción de tránsito y le suspendió la licencia de conducir por tres meses.

jueves, 8 de noviembre de 2007

176. La emergencia de Revaz

(Desde Oxford)

Trataba de pescar una papa con el tenedor y su cara lo decía todo, pero igual dijo:

-Anoche tuve problemas para dormir, ¿sabés?

Acabo de almorzar con Revaz Sakevarishvili, mi compañero georgiano. Debemos de ser los únicos en la residencia que no sabemos cocinar ni un huevo revuelto, así que nos recomendamos comidas listas para microondas.

Pero el tema que le quita el sueño a Revaz volvía: desde ayer su país vive en estado de emergencia tras seis días de multitudinarias protestas contra el gobierno del presidente Mikhail Saakashvili.

-Gracias al Señor, hablé hace un rato con mi familia y están todos bien. Gracias al Señor.

Como me consta que sufre un tocazo con lo que está pasando, traté de ramificar un poquito la conversación y le pregunté si era religioso, y me dijo que no mucho. Me contó que casi el 84% de los georgianos se encuadra en la ortodoxia cristiana y yo le dije que en la Argentina nueve de cada diez se reconocen católicos pero que sólo alrededor del 20% practica.

Pero el tema que le quita el sueño a Revaz volvía: las fuerzas especiales de la policía coparon ayer IMEDI, el canal de televisión donde él trabaja como conductor del noticiero y uno de cuyos propietarios es el magnate Rupert Murdoch.

Para distraelo de nuevo lo llevé al deporte. Le conté que en Bahía Blanca habían dejado su huella dos hermanos de origen georgiano, Levan y Othar Macharashvili, y Revaz me dijo que le encanta Emanuel Ginóbili y que hay un jugador georgiano llamado Manuchar Markoishvili, ya drafteado por la NBA, que lo admira tanto que pidió: "Por favor, díganme Manu". Y también hablamos de fútbol; le comenté que conocía a los mellizos goleadores Shota y Archil Arveladze y a Kakha Kaladze, el defensor del Milán, y él me dijo que adora cómo juega Leo Messi.

Pero el tema que le quita el sueño a Revaz volvía:

-En el cuarto aniversario de la democrática Revolución Rosa tenemos esta situación en mi país, ¿a vos te parece?

Ya no le quedaban papas ni pedacitos recalentados de pollo. Mis tallarines precocidos también habían volado.

Revaz miró el encapotado cielo de Oxford por el ventanal y me preguntó si había visto el pronóstico.

-Parece que va a llover -le dije-. Ideal para una siestita, ¿eh?

martes, 6 de noviembre de 2007

175. Una de dos


"¡Qué país! ¡Qué país! ¡No me explico por qué nos despelotamos tanto! ¡Si éramos multimillonarios! Usted iba y tiraba un granito de maíz y ¡paf !, le crecían diez hectáreas... Sembraba una semillita de trigo y ¡ñácate!, una cosecha que había que tirar la mitad al río porque no teníamos dónde meterla... Compraba una vaquita, la dejaba sola en el medio del campo y al año se le formaba un harén de vacas... Créame: lo malo de esta fertilidad es que una vez, hace años, un hijo de puta sembró un almácigo de boludos y no pudimos parar la plaga ni con DDT. Aunque la verdad es que no me acuerdo si fue un hijo de puta que sembró un almácigo de boludos o un boludo que sembró un almácigo de hijos de puta."


Tramo de uno de los famosos monólogos televisivos de Tato Bores, humorista agentino (1927-1996).

domingo, 4 de noviembre de 2007

174. Natural, naturalmente

(Desde Oxford)

Me da cosa conducir por la izquierda y con el volante a la derecha. Definamos cosa: extremo respeto por lo desconocido, aprensión... gran cagazo, bah.

En 2002 quise alquilar un auto para ir de Londres a Manchester. Probé dando una vuelta a la manzana y como choqué 32 veces el cordón y estuve a punto de reventarme contra un taxi y de casualidad no rompí la caja tratando de meter los cambios con la zurda, lo devolví pálidamente y me tomé el tren.

Apenas me subí el sábado al mediodía al asiento de atrás del Astra que había alquilado John Kelly, el del Washington Post, mi compañera Pallavi me susurró:

-Acá tenemos a un norteamericano manejando en Inglaterra: ponete el cinturón.

Y John dijo:

-Tranquilos. Como soy baterista, estoy acostumbrado a usar las dos manos por igual.

Igual, mi alma se serenó recién cuando llegamos a lo de Paddy Coulter, el ex director de Estudios del Reuters Institute, al que casi todos los fellows fuimos a visitar por unos tragos, unos quesos, unas pancetas, unas charlas. Todo muy rico.

Paddy, 100% irlandés de calidez y humor contagiosos, vive en Eynsham, un pueblito de fábula y 5.000 habitantes ubicado a unos 15 minutos de Oxford.

Es lo que alcanza a insinuarse allá al fondo:


Como algunos decidimos volver caminando una hora y pico (aclaración: fue porque hay un sendero exquisito que va bordeando el río, NADA QUE VER con la capacidad de John al volante, ¿eh?) tuvimos que cruzar el puente que aparece en la foto.

Es un puente de arenisca, tan bellísimo como angosto. Pero a mí me impresionaron dos cosas: 1) que hubiera un peaje para vehículos y 2) que el peaje costara sólo cinco centavos de libra.


Le pregunté al peajero que qué onda, cómo podía ser, qué sentido tenía: "Esto es barato incluso para mí -observé-. Y soy argentino".

El tipo me dijo que el puente se había construido a fines del siglo XVIII por orden del rey, luego de que una crecida le malograra un cargamento. Noté, perspicaz, que no era la primera vez que le preguntaban lo mismo.

-Y lo privatizó y autorizó el peaje para garantizar el mantenimiento -dijo-. Al principio se pagaban dos centavos. Se subió hace poco, a cinco.

-Pero con esa tarifa, ¿alcanza para cubrir tu sueldo?

-Sobra: por acá pasan 10.000 autos por día.

(Cuentas rápidas: 10.000 x 365 = 3.650.000 autos por año. A cinco centavos cada uno... ¡¡182.500 libras!!)

Me fui sin creerle demasiado.

Pero estos británicos, genios del sarcasmo y de la ironía, parece que no chamuyan: según averigüé, el puente se llama Swinford, lo encargó Jorge III, se inauguró en 1769, es uno de los más antiguos cruces del Támesis y uno de los dos que tienen peaje, recién se aumentó la tarifa en 1994 (después de un largo debate en el Parlamento...) y efectivamente cada año pasan por ahí unos 3,5 millones de autos.


Cuando dejamos atrás el río y finalmente llegamos de nuevo a la civilización, o sea a un pub, todos nos sentimos más relajados.

Meera, Pallavi y My friend Yao ya conocían el Trout, así que no se sorprendieron tanto como yo.
Y no fue porque el lugar tiene más de tres siglos (a esta altura, ya estoy curado de añoso espanto: todo todo es antiguo acá). Tampoco por su gloriosa terraza con mesitas junto a un dique.

Había salido, solo, a fumarme un pucho. Y estaba como concentrado en la caída del agua en un fresco atardecer otoñal cuando algo me tocó la espalda. Cuando reaccioné y me di vuelta, el algo salió disparado y yo estuve a punto de caerme al río. Con ustedes, el algo:


Por si no quedó claro (saqué la foto con el celular, todavía medio aturdido), en la terraza había un pavo real que se te acercaba para manguearte maníes y si no le dabas bola, o le dabas la espalda, te tiraba un picotazo y se iba corriendo...



Hoy domingo pintaba más urbano, si querés, porque a la señorita K se le ocurrió hacer de guía y visitar algunas atracciones oxonienses.

El primer plan era recorrer el Ashmolean, el museo más antiguo de Gran Bretaña, inaugurado en 1683 y parte de la Universidad de Oxford.

Pero como faltaba un rato para que abriera, ¿a qué otra actividad recontracultural se sometió el grupo?

Sí, encaramos a un pub.

Hicimos morfi y birra y naturalmente cambió el ánimo. Con la panza llena y el espíritu contento enfilamos hacia el Magdalen (pronúnciese módlen), el colegio donde estudió el capo de Oscar Wilde, que se fundó en 1448, le ha dado al mundo nueve premios Nobel y tiene unos parques que para qué te cuento.


Y la onda verde está bien pero, como suele pasar en estos colleges, lo que más convoca la atención es la tradición que suda cada pared: la sensación atrapante de que donde mires se esconde una buena historia.

Fijate, por ejemplo, lo que es el llamado Hall del Magdalen, un salón muy Harry Potter donde estudiantes y profesores comen diariamente preservando normas de centurias y centurias:



Seguía reflexionando en ese sentido hasta el sinsentido (¿cuánto habrá tardado el artista en darles formas a las gárgolas?, ¿habrán cambiado alguna vez el piso del baño o se acumularán sobre él 600 años de pis?, ¿en qué sala se registrará la mayor cantidad de polvos estudiantiles?) cuando pasamos un pequeño puente sobre un canal y de nuevo nos copó la naturaleza.


El sendero, según descubrí, se llamaba El paseo de Addison en honor a uno de los pioneros del periodismo inglés, Joseph Addison, quien en sus épocas de estudiante adoraba deambular por estos jardines mientras pensaba cosas interesantes (como su línea "¡Libertad o muerte!", que parafraseó Patrick Henry -ningún parentesco con Tití- en su famoso discurso durante la revolución norteamericana).

Entre diminutos brazos del Támesis, el camino rodea un lugar conocido como The Grove (o sea, la arboleda). Sólo que no hay tantos árboles, ya: en la Guerra Civil un regimiento del ejército real hizo base acá y taló casi todo para usar la madera como combustible. Y a fines del siglo XVII replantaron el área, pero los hongos parásitos le devolvieron la desnudez.

Así que ahora se trata más bien de una pradera donde (con cercos, aunque en paz) pasta una banda de estos bichos:


Por eso también al sitio se le dice, convenientemente, "El parque de los ciervos".

Y toda esta animalada está en plena zona urbana, a diez cuadras del centro de Oxford.

viernes, 2 de noviembre de 2007

173. No sé qué haría sin ustedes

(Desde Oxford)

El vastísimo grupo de aproximadamente 7 (siete) lectores de este blog ha reclamado, con razón, al menos una actualización, al tiempo que me llamaba, palabras más, palabras menos, "vago de mierda". Las palabras de más no las voy a reproducir porque mi mamá es una de los siete lectores y ella no tiene la culpa. Creo. Y las palabras de menos son vago y de.

Como yo también los quiero, y me debo a mi público, este es el panorama de los últimos días:


1.
Tengo tutor, por fin. Se llama Guy Dresser y es el editor-jefe de reuters.co.uk. Todavía no lo contacté porque estoy researcheando. Ya va: vestite despacio si estás apurado.


2.
También por fin, esta semana colgaron en la página del instituto el reporte que me tocó hacer sobre el seminario "¿Qué es periodismo en la era de la innovación?", a cargo de David Schlesinger, el número uno de Reuters, un tipo muy interesante que vivió en China y te habla de taoísmo y después te cuenta que en el 97 viajó a la Argentina para entrevistar al entonces ministro de Economía Domingo Cavallo y durante la charla se quedó dormido.


3.
El lunes los fellows tuvimos que ir a la Reuters Memorial Lecture 2007, en el St. Anne's College. El orador fue Mohamed Heikal, a quien presentaron como "una leyenda viva del periodismo mundial". En flagrante contraposición con semejante rótulo, ninguno de nosotros había escuchado antes el nombre del buen hombre.

Entre lo poco (rescatable) que se le pudo entender, Heikal dijo que no existía el choque de civilizaciones y dividió el mundo, ¡ajáaaaa!, en el Opresor Norte y el Oprimido Sur. La mejor conclusión es que todos nosotros podemos convertirnos en leyendas vivas del periodismo mundial.

Después de la charla hubo cena formal en el Green College: esta vez gratis, pero no menos pedorra en términos de escasez de vino tinto.


4.
Y hablando de eso: apenas vi que había un sobre en mi casillero del Reuters Institute me la vi venir, mirá.

La factura.

21,04 libras por la cena, más 3,68 de VAT (un impuesto como nuestro IVA). Total: 24,72 libras.

Y aunque la suma no llega a los Twentyyyyyy fiiiiive! temidos, da igual: My friend Yao sigue atragantado, insiste con que es injusto y mandó una carta protestona al Green College, que llegó a manos del director Colin Bundy, el sudafricano fanático del rugby. Ahora hay conflicto en puerta.


5.
El martes a primera hora de la tarde fui a un curso para comprender cómo funciona la famosa biblioteca Bodleiana, que conserva por lo menos un ejemplar de cada libro editado en el Reino Unido en sus laberínticos depósitos ubicados debajo de la ciudad como cultos tentáculos.

Es un quilombo.

A la noche asistimos a la conferencia de Martha Kearney, presentadora de la BBC, sobre "La radio: el medio del momento". Martha, a quien muchos recuerdan como "la mina que recibió un huevazo en cámara" mientras cubría las elecciones de 1987, cautivó a la audiencia con anécdotas divertidas y dejó, entre otros, un dato significativo respecto de cómo están cambiando las cosas: el 15% de los oyentes de la BBC proviene de Internet.


6.
El miércoles estuvo bien cargadito, con tres temas.

a) La charla sobre los mercenarios que dio Anthony Mockler en el Green College. Una cagada. O sea: el tema está buenísimo, pero al hombre, después de haber investigado (se supone) bastante, da la impresión de que le caen bien los mercenarios. Y cuando le pedí que se refiriera a los gurkas que contrató Inglaterra para pelear en Malvinas, se hizo el boludo mal. Dijo, algo incómodo, que los gurkas son para Inglaterra lo que la Legión Extranjera es para Francia: "Difícilmente se venderían por plata como los mercenarios tradicionales", y pasó a la siguiente consulta. Me hizo calentar. Agarré su libro Hired Guns and Coups d'état. Mercenaries: Thirty Years 1976-2006 (Alquiler de armas y golpes de estado), busqué en el índice, leí un par de cosas y volví a la carga:

-Usted publicó este libro como una historia moderna de los mercenarios, pero la palabra Falklands aparece una sola vez al pasar y ni siquiera menciona la actuación de los gurkas en las islas. Además, usted fue corresponsal de guerra en América Central y no dice nada de la actividad mercenaria en, por ejemplo, Nicaragua y El Salvador.

-[Ahora sí, incómodo:] Hubo mercenarios en la mayoría de las guerras de la historia. Es imposible abarcar todo.

-Ah, entiendo: y quedaba mal aclarar en la tapa del libro, o en el prólogo, que en realidad la suya NO es una historia moderna de los mercenarios, sino una selección discrecional de algunos episodios.

-[Silencio, muy incómodo:] ...

-Viejo marketinero y pelotudo.

[No, esto último no lo dije. Pero vaya si lo pensé.]

b) El inicio de las disertaciones internas: pequeñas charlas donde cada uno de los fellows plantea a los demás un asunto mediático de interés y se lo discute. Empezaron Pallavi, la india que trabaja en Beijing para el Hindu, y John, el columnista del Washington Post. (A mí me toca exponer el 28 de noviembre. Obviamente, todavía no sé de qué voy a hablar.)

Pallavi nos leyó un capítulo del libro en el que relata sus cinco años de experiencia profesional en China. Mucha pasta, la piba: el texto saldrá en abril próximo y promete. Me asegura que no se autocensuró nada de nada y duda de que vaya a tener algún problema con el régimen comunista: "No son tontos. Se cuidan de no meterse con los periodistas extranjeros. Los locales sí que la pasan mal".

John se mandó unas diapositivas para referirse a esa emergente categoría que es el periodismo hiperlocal. En la segunda metió una foto mía con la leyenda: "Si vio a este hombre, no trate de aprehenderlo. Avise a las autoridades de inmediato". Siempre tan ingenioso. Después contó el ejemplo del Post con el sitio que armó especialmente para el condado de Loudoun. El problema de lo hiperlocal: lo acotado del nicho impide sacar demasiada plata.

c) Otra ronda de intercambio noticioso de cada país. Así me enteré de que el problema de las visas para entrar en los Estados Unidos ya cruzó largamente los límites de la idiotez: ahora, por ejemplo, los músicos deben probar que saben tocar frente a un funcionario de Inmigraciones que quizá en su vida le entró a un toc-toc... Otra: la saturación del sistema de venta online de entradas para los Juegos Olímpicos de Beijing, luego de haber recibido... ¡¡casi nueve millones de visitas en una hora!!

Cuando me llegó el turno, yo sabía que casi todos habían leído en The Guardian del día ese artículo que anunciaba la inauguración de un lujoso hotel gay en Buenos Aires, ciudad a la que el periodista bautizaba Capital Homosexual de Latinoamérica. Sacudiendo la página del periódico como un abanico, dije:

-Disculpen ustedes. No me especializo en periodismo rosa. Pero para no desentonar: la Casa de Gobierno en la Argentina, que es rosada, será ocupada a partir de diciembre próximo por la primera presidenta electa en la historia del país y...

Blablablá. Después dicen que no manejo la sutileza.


7.
Ayer me pasé toda la bloody tarde en la biblioteca Bodleiana. Había encargado el Guardian de abril de 1982, para avanzar con mi proyecto de investigación vinculado a Malvinas y cómo contar historias en esta era digital.

Por primera vez me topé con la tecnología del microfilm. Y no es tan simple como parece en las pelis, esa cosa de colocar la cinta y girar la ruedita. Por ejemplo, si te pasás de rosca se salta al carajo. Además tenés que calibrar encuadre, zoom, foco...

En cuatro horas pude leer sólo 10 días. Me fui con tres cosas: a) una frustración macro, b) dos citas decentes para mi laburo y c) una serie de datos esencialmente inservibles que paso a compartir con ustedes a fin de no sentirme tan solo en la miseria:

-¿Lo tienen a Andrew Graham-Yooll, el periodista angloargentino, capo del Buenos Aires Herald y pluma ocasional de Página/12? Durante la guerra colaboró con el Guardian. Tan pronto comenzó el conflicto, el 3 de abril del 82, afirmó: "Los Estados Unidos apoyarán a la Argentina antes que a Inglaterra. Perderían mucho más en Latinoamérica y en el Atlántico Sur si apoyaran a Inglaterra. [...] Inglaterra quizá deba seguir el consejo del doctor Samuel Johnson, quien, en un panfleto de 1771, aconsejó a los británicos que no fueran a la guerra con España por un puñado de rocas inútiles". El artículo se titula "Las islas tomadas para salvar la cara de un gobierno".

[Cuatro días más tarde se confirmaba que Estados Unidos, gracias a un satélite espía, había detectado a la flota argentina que iba rumbo a Malvinas y lo primero que hizo fue avisarle al Reino Unido. Todos sabemos que Margaret Thatcher mandó luego la task force a pleno, y cómo terminó la historia.]


-El Wigan Athletic, un club actualmente irrelevante y pobretón, compraba al entonces endeudado y crítico Chelsea FC, hoy multicampeón gracias a la plata del ruso Roman Abramovich.


-El 5 de abril el ex gobernador de las islas Rex Hunt bajó en Londres de un Boeing 707 de la Royal Air Force y (probablemente debido al jet lag) se dedicó a plancharse un traje de héroe que le quedaba muy grande. Y a contarle unas mentiras a la prensa, como que en la operación de recuperación argentina los británicos habían liquidado a cinco invasores y herido a 17.

[La verdad es que el único muerto fue el capitán de corbeta Pedro Giachino y que hubo sólo dos lesionados de gravedad: el cabo enfermero Ernesto Urbina y el teniente de fragata Diego García Quiroga.]


-"Argentina no puede salir de los titulares sorprendentes", arrancó irónicamente la crónica del partido en el que Los Pumas derrotaron por primera vez a Sudáfrica, 21-12.


-Olivetti lanzaba al mercado la computadora personal M20, con la "superioridad de la tecnología" de ¡¡16 bits!! (sic) y Exxon salía a competir con el procesador de palabras modelo 500 a sólo 5.000 libras...


8.
Aparentemente, en un rato vamos a aprender cómo se maneja la BBC: así se titula el seminario que dará en el Nuffield College la jefa de Operaciones, Caroline Thomson. ¿Explicará cómo se echa a 1.800 personas, que es lo que está pasando en la célebre corporación británica? Hmmmmm...

Ya estoy llegando tarde. Chau.