176. La emergencia de Revaz
(Desde Oxford)
Trataba de pescar una papa con el tenedor y su cara lo decía todo, pero igual dijo:
-Anoche tuve problemas para dormir, ¿sabés?
Acabo de almorzar con Revaz Sakevarishvili, mi compañero georgiano. Debemos de ser los únicos en la residencia que no sabemos cocinar ni un huevo revuelto, así que nos recomendamos comidas listas para microondas.
Pero el tema que le quita el sueño a Revaz volvía: desde ayer su país vive en estado de emergencia tras seis días de multitudinarias protestas contra el gobierno del presidente Mikhail Saakashvili.
-Gracias al Señor, hablé hace un rato con mi familia y están todos bien. Gracias al Señor.
Como me consta que sufre un tocazo con lo que está pasando, traté de ramificar un poquito la conversación y le pregunté si era religioso, y me dijo que no mucho. Me contó que casi el 84% de los georgianos se encuadra en la ortodoxia cristiana y yo le dije que en la Argentina nueve de cada diez se reconocen católicos pero que sólo alrededor del 20% practica.
Pero el tema que le quita el sueño a Revaz volvía: las fuerzas especiales de la policía coparon ayer IMEDI, el canal de televisión donde él trabaja como conductor del noticiero y uno de cuyos propietarios es el magnate Rupert Murdoch.
Para distraelo de nuevo lo llevé al deporte. Le conté que en Bahía Blanca habían dejado su huella dos hermanos de origen georgiano, Levan y Othar Macharashvili, y Revaz me dijo que le encanta Emanuel Ginóbili y que hay un jugador georgiano llamado Manuchar Markoishvili, ya drafteado por la NBA, que lo admira tanto que pidió: "Por favor, díganme Manu". Y también hablamos de fútbol; le comenté que conocía a los mellizos goleadores Shota y Archil Arveladze y a Kakha Kaladze, el defensor del Milán, y él me dijo que adora cómo juega Leo Messi.
Pero el tema que le quita el sueño a Revaz volvía:
-En el cuarto aniversario de la democrática Revolución Rosa tenemos esta situación en mi país, ¿a vos te parece?
Ya no le quedaban papas ni pedacitos recalentados de pollo. Mis tallarines precocidos también habían volado.
Revaz miró el encapotado cielo de Oxford por el ventanal y me preguntó si había visto el pronóstico.
-Parece que va a llover -le dije-. Ideal para una siestita, ¿eh?
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