jueves, 27 de septiembre de 2007

144. Reposer en paix

(Desde Paris)

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a z e r t y u i o p ^ $
q s d f g h j k l m ù *
w x c v b n , ; : !


Asi es el teclado aca. Hijos de puta. Tienen que ser distintos. Igual que en Inglaterra, con los enchufes o las manos del transito. Para escribir estas minimas frases estuve como 15 minutos y la hora cuesta dos euros y el paquistani que atiende el locutorio se me recontracaga de risa y dice jeroglificos.

Sere breve, entonces, porque no doy mas y al proximo que me delire le tiro con un menhir.

Hace un dia y medio que no duermo, y si alguna aerolinea aceptara darme millas por todo lo que camine, tendria tres vueltas al globo non stop.

Anoche ni dio echarme y ya dije que estaba fusilado. Arranque tipo 3 al aeropuerto de Luton (uno de los CINCO que tienen los londinenses y el mas lejano: apenitas pasando la concha de la lora y por 20 libras de bondi, pero bueh, consegui Paris ida y vuelta por 50 libras en una low cost...). El avion salio a las 6, pero antes tuve que pasar 76 controles de seguridad y en el 77 me hicieron volver a cero porque mi desodorante tiene 175 mililitros y se acepta, de cualquier liquido, hasta 100. Hijos de puta.


Paris me recibio gris glace y con una helada y un viento muy invierno bahiense. Ah, y con una mala noticia, pesima en mi lamentable estado: no podia entrar en el hostel hasta despues de las tres y media de la tarde. Hijos de puta.

Al salir de la estacion de tren Gare de Lyon pense que la cosa empezaba a cambiar porque lo primero que me cruce fue una calle (cuac) y cuando me fije como se llamaba, el cartel decia "Rue Abel". Pero la idiota a la que le pedi que me sacara una foto tenia Parkinson o estaba demasiado cagada de frio, porque salio tan movida, tan mal, que me frustro y guarde la camara.


Habia una sola cosa que podia levantarme el animo; es decir: una sola cosa habia que podia evitar que la desesperanza y el agotamiento me condujeran (ahora por la izquierda del transito) al deceso mas indecoroso: ir al cementerio de Pere Lachaise para saludar a mi muerto mas vivo. James Douglas Morrison.

De ahi si me traje un par de fotos piolas (y son las primeras: soy un desastre, pero me joden tanto las japoneseadas que termino yendome al otro lado, o sea al carajo, y mis viajes se acaban reduciendo a relatos mas o menos pavos). Ya las voy a colgar aca.

Pero lo mejor que me lleve del cementerio -donde tambien estan Chopin, Balzac, Wilde, Proust...- fue la calma que te da haber saldado una vieja deuda. Y quiza tengan razon los que me vienen subrayando una mezquina sensibilidad a la europea, porque llore como un recien nacido al que expulsaron del utero con un potente tiron de huevos. Hijos de puta.


Y aunque...

... los pies/ me duelen/ no tocan el piso.
Mirame ya/ estoy hecho un erizo.

Por favor, veni conmigo, dale, vamos,

nademos hasta la Luna.
Trepemos por las mareas.
Penetremos la noche/ que la ciudad duerme para esconderse.
Nademos toda la noche:
es nuestro turno para probar.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

143. SMS N° 24

(Desde Londres)

Ahora es la una y media de la madrugada del jueves. Estoy en lo de Henry, molido: pateé todo el día (Primrose Hill, el Regent's Park, la abadía de Westminster, el Parlamento, de nuevo el London Eye, cuatro horas en el Tate Museum, la catedral de Saint Paul, Oxford Circus, uuuuuufffffffff...) y hace un rato llegamos de una cena en la casa de Nico. Encima, no me puedo tirar ni un ratito porque en cuatro horas sale el avión a París. Cero quejoso, ¿eh? Es un cansancio hermoso.

142. Moldear en arcilla un mundo

(Desde Londres)

El British Museum es (como les gusta promocionar a estos gentlemen) gratis para el mundo desde que se fundó en 1753 pero dos cosas:

1) en esencia se trata bastante de un muestrario del saqueo global que han hecho -prolijamente, obvio-, y

2) para las exhibiciones especiales tenés que garpar.

Y entonces entrás un día como hoy y resulta que está en cartelera "El primer emperador. El ejército de terracota chino" y cuesta 12 libras. Casi 80 mangos. Fiiiiuuuuuuuuuuuu que gracias a las fuerzas celestiales el periodismo no paga.

-Imposible, lo siento mucho -me dice el boletero negro, un fax de Samuel L. Jackson con barba-. Las entradas se sacan con varios días de anticipación. Está todo vendido. Vuelva mañana, señor.

-Dale, por favor. Vine de la Argentina para ver esto y mañana me voy y por ahí no vuelvo nunca más.

-No hay nada que pueda hacer, señor. Lo siento.

-Si me sorprende la muerte te vas a sentir muy culpable.

-(Sonriendo un poquito:) Imposible, señor. Lo siento.

-¿Vas a mandar flores a mi entierro?


Algo fastidiado, me fui derechito a las salas que contienen las antiguas Roma y Grecia: desde que cursé Letras se convirtieron en infalibles boletos hacia la emoción, exquisitas puñaladas al alma sensible. En otras palabras, me hacen llorar como un pelotudo.

Entonces, al tiempo que pensaba Lo que han afanado estos tipos, mamita querida, se me caían las lágrimas frente a los restos del Partenón. Fue cuando salí corriendo.

Tenía que aprovechar los ojos rojos y la jeta de pobrecito para dar contundente lástima, y encima llegué agitado hasta la puerta de la exhibición imposible china. Me concentré en ubicar al guardia que tuviera más cara de haberse tuteado con la miseria y lo encaré.

-(Moqueando.) Perdón, pero tengo este problema...

-(El guardia, con cara de guardar detalles íntimos de la miseria.) ¿En qué puedo ayudarlo, señor?

-Mirá -le dije, mirando el piso-, tenés la posibilidad de cumplirle el sueño a un pobre argentino. Quiero pasar.

-Me temo que es imposible, señor. Está todo vendido.

-(Temblando, como a punto de sufrir un ataque de epilepsia.) ¡Oh, no...!

-¿Señor? ¿Está usted bien?

-No. Claramente no -dije, respirando con dificultad-. Si me desmayo, por favor no permitas que me parta la cabeza contra el piso.

-¿Puedo traerle un vaso de agua?

-Un vaso no será suficiente para ahogarme.

-(Con compasión, o simplemente con hartazgo.) Muy bien. No debería hacer esto, pero pase, señor.

-No querría comprometerte, míster...

-Blackwell.

-Eso, Blackwell. -Y agregué en español-: Negro buenazo.

-Disfrute la visita, señor.

-Gracias. Y vos, tu pedazo de cielo.


Había leído un par de cosas sobre el ejército de terracota, pero más me fascinó tener una parte de semejante historia ahí y que me dijeran que no: entonces, quiero quiero quiero quiero.

Y quiero decir ahora que valió el capricho lastimoso.

El primer emperador nació como Ying Zheng en 259 antes de Cristo y a los 13 años se convirtió en el Rey de Qin (pronúnciese shin, o como se pueda). Ese era uno de los siete estados principales de China que se amasijaban por el poder total. Él, pendejo y todo, lideró la conquista de los demás y por supuesto la megalomanía lo poseyó: se declaró Primer Augusto y Divino Emperador.

A partir de entonces, el tipo se dedicó a gobernar con mano implacablemente dura/ordenada y a probar cualquier pócima para ser inmortal. Pero murió a los 49. Quizá previendo esa triste inexorabilidad (cuya conciencia resulta una monumental injusticia divina), ordenó la construcción de una réplica bajo tierra de su mundo, así podía seguir emperadoreando en la vida posterior.

El complejo se dificultó en el trabajo de unos 700.000 hombres durante más de tres décadas, e incluyó un palacio, una tumba y alrededor de 7.000 soldados de terracota en guardia, protegiendo al number one.

Y esto se descubrió recién en 1974, cuando un granjero de la zona estaba haciendo un pocito y se topó con la cabeza arcillosa de un general.

Ahora es uno de los sitios arqueológicos más importantes del planeta. Pero los chinos decidieron dejar en paz al emperador: su última morada permanece intacta e inaccesible.

Ironía o sinceridad (en cualquier caso brutal), el folleto del British Museum que te da dos párrafos sobre la historia del ejército de terracota se pregunta al final, sobre la tumba: ¿Quién sabe qué tesoros contendrá?

Esta vez, supongo, se les va a complicar: los chinos son como 1.400 millones y según los datos que maneja la CIA en su World Factbook, la mitad de la población está disponible para sumarse a las Fuerzas Armadas, que de terracota no tienen ni un pelo.

lunes, 24 de septiembre de 2007

141. Charlotte, Alessandro, Verena, Sarah, Henry, Pablo, Alex, Nico, Sophie y Lucas

(Desde Londres)

La mina que me tocó en la fila del vuelo a Londres era una neocelandesa de 23 años que volvía luego de pasar ocho meses viajando por Sudamérica. Charlotte, se llamaba. Buen nombre. Helaaaaadoooooooo. No zafaba ni un poco, pero era piola: se reía de mis chistes boludos.

En San Pablo se sentó entre ella y yo un brasileño recontramorocho y de ojos celestes, un tal Alessandro Oliveira: primero dijo que era representante de jugadores, después dijo que era jugador, después dijo que también era italiano, después dijo que se había olvidado el pasaporte, después dijo que jugaba como Kaká y me mostró un contrato para jugar showbol, después dijo que se iba a emborrachar hasta Londres, después dijo algo sobre el calor y le dije Me aburriste, macaco de laboratorio y empezó a darle a Charlotte; no quise ni escuchar porque ella hablaba inglés y un español tarzánico y él, portugués y un italiano vergonzante. Qué más podía salir de ese choque babelístico que un polvo incomprensible.

En cambio Verena, una brasileña que se manejaba en gallego perfecto, abogada y medio gordita pero con visibles tetas del tamaño de una pelota de básquetbol, tenía más onda. Me contó pasillo de por medio que creía estar volando hacia un amor: un tipo que labura en finanzas, alguien con ganas de casarse, un paisano que le comprara las botas que disimulan la pequeñez sin fijarse cuánto valen. Me pareció que se moría por que se tratara de un amor en serio, un amor final y decisivo. De esos que no existen, bah.

Entonces hicimos causa común, los cuatro, al llegar a Heathrow. A Charlotte la iba a buscar su hermana Sarah, una bailarina de danzas contemporáneas tan atractiva como un kiwi; Alessandro debía hacer huevo hasta las 6 para seguir a Italia; Verena pensaba tomarse un taxi hasta la casa del tipo que labura en finanzas-ojalá-amor-final, y yo que...


Antes de salir de Ezeiza había llamado a Henry, mi contacto, un chabón muy cool que conocí hace unos meses en el cumpleaños de Pablo, en Baires. Henry es amigo de Alex, a la vez amigo periodista que hizo en Oxford hace siete años lo que yo voy a hacer ahora. Pero Henry se iba a Roma, y yo que...

Y yo que... estaba colgado, y con 55 kilos de equipaje (hijos de puta: me sacudieron 220 dólares de exceso), no me quería quedar solo y a la deriva tan temprano.

La cuestión es que nos hicimos el aguante un rato. Verena pasó rápido Migraciones porque enrostró pasaporte comunitario; Charlotte, Alessandro y yo sufrimos la cola de los desposeídos, certezas de tercermundismo y sospechosos de venir a beber de la teta de la Reina. Todo muy surrealista y Londoner, al fin y al cabo: el viejo que manejaba la línea lucía turbante y apenas balbuceaba inglés, la piba que me selló el ingreso había nacido en Kenia y todo lo que me dijo fue Baby face.

Pero, ah, después venía la Aduana. Mi exceso de equipaje incluía kilos de Parliament y de Cabernet Sauvignon. Acá no tienen mis cigarrillos y encima los precios te descosen, así que tomé los riesgos. Y las previsiones: le di unos cartones a Alessandro y juré que si me dejaban pasar con el cargamento precioso, iba a fumar menos de diez por día e iba a moderar el escabio. Crucé los dedos. En la Aduana no había naides, o sea que si me apuran un poco sostengo la existencia de la luz mala de acá a la China.

A Verena y Alessandro los perdí en el quilombo del aeropuerto, mientras cambiaba plata y ellos buscaban una tarjeta de teléfono. Charlotte y su hermana Sarah me bancaron para chequear el correo de Henry, que me daba el contacto de otro argentino al que podía dejarle las valijas hasta que él volviera de Roma. Incluso Sarah me prestó el celular para llamarlo. Y Nicolás, a quien no conocía ni de nombre, me dijo Dale, venite a casa. Te iría a dar una mano pero estoy con mi hijo y no puedo.

Les di un beso inusual a Charlotte y a Sarah y me dispuse a clavar el tube con combinación hasta la estación Warwick de la línea Bakerloo, que me dejaría a cinco cuadras de lo de Nicolás. Laputamadrequeloparió: en mi vida me sentí pocas veces más al borde del colapso que cuando tuve que transportar por medio Londres esos fucking 55 kilos de subte en subte, de escalera en escalera, de calle en calle.


Exhausto, contracturado, sudado, a punto de reventar, llegué al departamento 22 del edificio Alexandra Court, en la avenida Maida Vale. Nico es de esa clase de tipos que deben caerte bien de entrada, excepto que acuses menos sensibilidad que Charles Manson.

Nico se reconoce de Cinco Saltos, provincia de Río Negro, aunque vivió en Viedma, en Buenos Aires y en Puerto Madryn, estudiando biología marina y laburando de DJ. Un día se metió en la publicidad, otro se reencontró con Sophie (una chica también original de Five Jumps: otra divina, muy francesa, muy porcelana), y de golpe desembarcaba en Madrid para ver qué pasaba y terminó formando una familia.

Y ahora me recibía como con ganas, Uh, boludo, ¿estás bien? ¿Querés pegarte una ducha?, una calidez deslumbrante y, créanme, conmovedora como las pastas de La Tipa que ya extraño a morir. Pero Nico se mandó unos espaguetis reparadores y bueno, charlamos mil y onda instantánea. De hecho, a la noche me ofreció quedarme en su casa y me dio no sé qué, viste, esa cosa de No podés y me fui a un hostel desequilibrado en Piccadilly Circus. Insistió con que volviera al día siguiente y OK, volví: 100 millones de veces mejor en un amoroso hogar argento que en otra Babel de 20 libras la cama con energías de acné. (He descubierto que estoy más o menos viejo para algunas cosas.)

Ya demoré demasiado para introducir a Lucas, el bebé de Nico y Sophie. Qué decir. Esto: jamás conocí un bebé tan simpático, entrador y querible como Lucas. Hasta me dieron ganas de tener uno, fijate.

En fin. Acá están los tres, en una foto que les tomé recién, a pedido, antes de que se fueran a dormir y me dejaran en la compu para escribir estas gracias.


domingo, 23 de septiembre de 2007

140. Un par de momentos

(Desde Londres)


Momento uno

Esas maderas a las que te aferrás para no tambalearte papeloneramente después de la cuarta pinta de cerveza tienen más años que tu país. Y tu país no les cae muy bien que digamos a los tipos que babean cuando hablan y que acusan un toque de sangre en el alcohol del organismo. Ni siquiera se ablandan cuando se enteran de que la bandera de tu país iguala los colores de esas camisetas del Manchester City que les absorbe el sudor ebrio. "Eh, manga de pelotudos -les decís en español, obvio, y seguís en inglés-, es el equipo de los hermanos Gallagher, adoro Oasis y ustedes claramente son más que los del Manchester United, puro márketing internacional: por eso hay tantos chinos con la remera roja de Rooney." Están por irse a ver a su equipo contra el Fulham y están nerviosos: concedé que Maradona cheated y que Beckham le pega lindo a la pelota, así terminás escabiando abrazado a ellos en lugar de ligarte una paliza hooliganesca descomunal por argie chamuyero. Ya como sobreviviente, podrás averiguar que el pub es el famoso The Coal Hole (el agujero de carbón) y que en esas maderas hace 170 años se aferraba para no tambalearse un tal Edmund Kean, el mejor actor de entonces, un genio al que se le ocurrió inventar ahí un club exclusivo para "maridos oprimidos que no pueden cantar en la ducha": una excelente excusa para someterse sin presiones a las borracheras más zarpadas del siglo XIX junto a chicas menos lindas que fáciles.


Momento dos

Es un flash total estar en el Centro Helénico de Londres y que un grupo que se llama Fugata, integrado por un violinista griego, una pianista armenia, un bandoneonista serbio y un contrabajista y un guitarrista ingleses, se mande un concierto de tangos de Piazzolla. "Soooooo nice!", le digo a la armenia y me dice "Gracias: tus palabras significan mucho para mí porque es la primera vez que tocamos en público", y ni da quitarle la sonrisa y aclararle que lo so nice era ella.







(Carajo, cómo me gusta esta ciudad.)

sábado, 22 de septiembre de 2007

139. Ah, Londres...


S
era justo que justo despues de visitar la exhibicion de Dali en la City Town Hall Gallery, pasando el London Eye me siente de espaldas al Tamesis detras de un Chaplin con pollera que asusta a los nenes, me prenda un Parliament, eche el humo mirando el cielo despejadisimo (25 grados y todo) y el pibe ese australiano rasgue la guitarra y se ponga a cantar Twentieth Century Fox de los Doors?

Y ahora en este ciber pedorro a una libra y media la hora de Internet (unos nueve pesos...) cerca de Oxford Street, donde anduve recuperando unos pasos, y el teclado sin acentos asi que Carrot ni se te ocurra porque no es justo.

Tengo mucho para contar pero ahora no tengo ganas. Que justo.

martes, 18 de septiembre de 2007

138. Me voy


M
mmmmmmmme voy.

Me voy, pero no me voy a poner a filosofar baratamente sobre irse/volver y esas cosas.

Me voy a dedicar a contar, ahora que sí es inminente, de qué se trata: gané el cupo latinoamericano del programa que dirige el Reuters Institute for the Study of Journalism en la Universidad de Oxford.

Me voy esta noche a Buenos Aires y el jueves vuelo a Londres. Y me quedo en Oxford (que está a 80 kilómetros de la capital inglesa) hasta mayo de 2008.

Me voy a desarrollar un proyecto que titulé (vagamente) "El papel del periodismo digital en países emergentes y nuevas formas de escritura".

Me voy feliz, porque era un respiro que estaba necesitando: en mi carrera, después de 16 años en La Nueva Provincia, y también en mi vida, después de... 32 años en este mundo.

Me voy con soberanas ganas de aprender y de disfrutar semejante experiencia.

Me voy a poner las pilas para ir relatándola en este blog.

Me voy, y escribo "me voy", sin todavía sentir demasiado que me voy. Ya me voy a acomodar a la idea, supongo.

Me voy, entonces. Me voy despidiendo, ahora, como quien no quiere la cosa y con la garganta anudada.

Me voy. Y en Bahía llueve desde hace diez días. Tanto. Como en Inglaterra.

domingo, 16 de septiembre de 2007

137. Mirá y contá: croniqueá


El viernes, en una charla demasiado rápida cuando en el diario le di El País, Maru dijo por impulso (está desencantada, la pobre: y negativísima) que ufa, que ya no hay como aquellos. Dijo Maru: Ya no hay como aquellos, y se refería a los monstruos de la prosa de no ficción, a los norteamericanos de los 60, a los Wolfe, los Capote, los Mailer, a los que marketinearon eso del nuevo periodismo que a casi todos los periodistas escritos nos condiciona (nos caga: nos maravilla) la vida profesional.

Y yo le dije Sooooooooo, pinga, no rebuzne: le dije que había una continuidad rotunda en los Anderson, los Remnick, los Foster Wallace. Allá. Y acá también la hay para los Arlt, los Walsh: pensar en los Eloy Martínez, los Caparrós: pensar en las Guerriero: pensar en la turba de irreverentes veinteañeros y treintones latinoamericanos que cuentan mundos en Gatopardo, en Etiqueta Negra, en Rolling Stone, en libros.

Ajá, sí, dijo, es verdad, y no agregó Qué ganas de contar mundos pero sus ojos sí.

Y todo esto para decir que la crónica está viva y coleando. La crónica: eso que casi todos los periodistas escritos adoramos hacer (y adoraríamos hacer bien) y nos condiciona y nos caga y nos maravilla la vida profesional.

A mí nunca me llenó la palabra crónica para etiquetar este género. No iguala todo lo que define el feature inglés. Pero no tenemos otra: lo cual es curioso. En la facultad y en la etimología y en la RAE se dice que una crónica es una historia en la que se observa un orden temporal. Y no da. Pero.

Ya fue: no inventamos otra y ahora es tarde. Importa más lo que es, de qué se trata.

El adncultura repitió ayer los conceptos croniqueros que Martín Caparrós viene repitiendo sobre el asunto. Una pieza deliciosa, esclarecedora, valiente, esperanzadora y desesperanzadora, para el marquito: una pieza crónica.

Que sirve, además, de prólogo para el necesario, el uppercut de libro que es La Argentina crónica. Historias reales de un país al límite, que editó Planeta y que incluye 14 relatos de laboratorio eureka del periodismo narrativo nacional (un muestreo de la brillante generación cronista actual), elegidos por Maximiliano Tomas.

Entrale y verás. Miradas contadas.




(Y me la pasé adjetivando: cargándome escandalosamente el Show, don't tell en cada párrafo. Las disculpas del caso. Ya dije que la crónica es algo que adoraría hacer bien. Acá no cuadró. Por eso, y por vergüenza, ni lo intenté.)

sábado, 15 de septiembre de 2007

136. Momentos del último viaje

Puerto Madryn, septiembre de 2007.


[Puerto Pirámides, avistaje de ballenas embarcado.]




[Y cuando nos íbamos, vimos esto desde la ruta:]


[Jineteada en el pueblo, con gauchos electromecánicos.]




[Boooinaaaaaaaaassssssssssssss.]


[Nos morfamos unos de los mejores cachos de vaca de la historia. Cerveza: US$ 1.]


[En el camino de regreso a Madryn, la bola galáctica se detuvo en El Doradillo.]


[Las ballenas holgazaneaban ahí nomás en las playas desiertas.]


[Al día siguiente, al agua helada sin dormir demasiado. Nótese el look Robin de Andrés: grosso.]


[Las buzas-futuras biólogas marinas que aguantaron los tubos.]


[Doble foto antes del bautismo submarino. Hace diez años, cubriendo notas en Las Grutas, hice lo mismo y al volver a Bahía me anoté en el curso de buceo. Un vicio.]


[Esta saltarina nos despidió. Hasta la próxima.]

martes, 11 de septiembre de 2007

135. ¿Me está pasando a mí?


Todavía no siento la inminencia, le dije hoy a José Luis, que me preguntó que qué onda porque ya. Y me llamó Donald desde Noruega y sí, le dije que re-feliz y le tiré itinerario para ver si nos chocamos en Londres o en París.

Pero es como si hablara de otra persona.

O sea: queda una semana para tomarme el palo, nada,
y encajo cosas para la detestable mudanza (cómo pesan los libros, qué lo parió),
y separo ropa porque invierno-invierno-invierno,
y pago últimas cuentas en persona,
y me despido de las baldosas del barrio a cada paso,
y ya hicimos con Andre el épico viaje final en la bola galáctica con ballenas y buceo incluidos,
y le avisé a La Tipa que me tendrá que bancar de nuevo en la piecita sábado/domingo/lunes,
y estampamos con el gnomísimo las remeras más grossas,
y le digo a Su Chanchidad Dale, boluda, yo creo en vos 100%, aguantá, no me llores, tomá de una vez la decisión de brillar y también sin decir le digo chau,
y anoche a Juana le hablé pavadas para que no se olvide del tío y al papá Boya le confié el quiosco de corazón,
y el sol será todo lo radiante que quieras pero viste que justo esta mañana hubo eclipse, ¿no?,
y me puse a escribir este vómito y lo leo en voz alta para caer caer caer caer.

Pero es como si hablara de otra persona.

134. Noticia bomba


Estábamos en clase.

Estábamos, los 30, encantados porque éramos el grupo de privilegiados que habían sido elegidos para cursar la primera Maestría en Periodismo del país: mientras el país se iba derechito al infierno.

Estábamos esa mañana de martes en clase encantados cuando a Nico Dromi le sonó el celular y salió del aula para atender y volvió pálido y dijo:

-Se cayeron las Torres Gemelas de New York.

sábado, 8 de septiembre de 2007

133. SMS Nº 23

(Desde Puerto Madryn)

"Ah, miren, es un grupo de apareamiento", dijo el guía, y guió la ruidosa embarcación hacia la orgía ballenística. Automáticamente, todos los tipos y tipas que iban en la excursión corrieron sus perillas personales a modo japonés y luego descargaron sus gigabytes de memorias digitales sobre los pobres bichos, que, lo juro, bufaron. Como cualquiera a quien le cortan el polvo, así.

viernes, 7 de septiembre de 2007

132. SMS Nº 22


Según un correo que me acaba de llegar, firmado por Luis Alberto Calatroni, presidente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la provincia de Buenos Aires, el jurado de los premios que entrega esa institución desde hace 15 años me ha considerado (sic) "mejor columnista de investigación histórica" por la historia de un hombre que en 1956 tuvo que fusilar a sus compañeros peronistas en Campo de Mayo, durante la Revolución Libertadora. ¿Qué se dice en estos casos? Gracias.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

131. El feo aroma a Romero

romero.
(del lat. ros maris).

1. m. Arbusto de la familia de las Labiadas, con tallos ramosos de un metro aproximadamente de altura [...] de olor muy aromático y sabor acre.



En 1979 el actual gobernador de Salta, Juan Carlos Romero, cursó fuera del país un seminario de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

Al menos eso dice su currículum, incluido en una página oficial fea y desactualizada donde se autoproclama transformador de Salta y en la foto luce como Napoleón.

El seminario se denominó "Redacción electrónica y periodismo moderno" (sic) y se cumplió en los Estados Unidos, Uruguay y Venezuela sin que le entrara mucho al mandatario norteño: se nota que los conocimientos se le escabulleron con el paso del tiempo y/o decidió obviarlos cínicamente.

Porque en algún lado, en algún momento, Romero tiene que haberse cruzado con conceptos como libertad de expresión o con certezas como que no existe una democracia sin prensa libre e independiente.

OK, supongamos que no prestó atención en las clases. Supongamos que los instructores hablaron muy rápido y raro. Supongamos que le falló la adaptación en otros países y se deprimió. Igual debería saberlo, porque:

a) es un hombre cuya familia maneja El Tribuno, un diario fundado hace más de medio siglo;

b) es un hombre de Derecho, un abogado egresado de la Universidad de Buenos Aires en el 74 que luego hizo el doctorado en Ciencias Políticas;

c) es un hombre de la democracia, ex senador nacional, ex compañero de fórmula de Carlos Menem en 2003, y lleva tres períodos consecutivos como gobernador de Salta;

d) es un hombre.

Pero el cinismo, el paso del tiempo y el napoleonismo, todos berretas en grado extremo, te pueden conducir a que actúes como un verdadero gil.


Juan Carlos Romero acaba de recibir una palmadita: el juez Correccional y de Garantías de Primera Nominación de Salta, Héctor Martínez, condenó a un año y medio de prisión en suspenso al periodista Sergio Poma, en una querella por injurias iniciada por el doctor, el gobernador, el abogado, el ex estudiante de periodismo moderno (sic) que no se bancó una opinión crítica.

En mayo de 1994, en su programa de radio, Poma informaba sobre el desmanejo en una operación con bonos provinciales cuando le dijo a Romero: "Sos un delincuente de la peor calaña".

Nótese que, hasta hoy, el gobernador no se preocupó por demostrar lo contrario. Al contrario, diría pero no, porque temo una querella. El fallo de un juez de primera instancia y segundas intenciones y terceros amigotes poderosos sí muestra un botón de dos ojales principales:

1) cómo gusta la mordaza para la prensa cuando conviene, cómo gusta penalizarla, cómo gusta pegarle para que no joda tanto, y

2) el desconocimiento y/o el menefreguismo frente a las normas vigentes, porque la decisión (como señalan, entre otras instituciones, Fopea y la SIP) contradice la Constitución Nacional, los tratados internacionales en materia de derechos humanos, el compromiso del Estado argentino ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de despenalizar esas acciones y hasta recientes fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que consagran la doctrina de la real malicia (o sea, la libertad de expresión por encima de un posible daño al honor: el afectado debe demostrar que el periodista obró mal).

Encima el magistrado Martínez fue más allá, porque también ordenó la inhabilitación profesional de Poma por un año.

Y eso sería sólo inconstitucional (como sostiene el especialista Gregorio Badeni: "Los jueces no pueden aplicar sanciones accesorias, porque lesionan los derechos de libertad de expresión y de trabajo") si no fuera, además, bastante pavo: en la Argentina el periodismo no está colegiado y nadie te extiende una matrícula imprescindible para ejercer. No digo que esté bien: digo que no está, y punto.


No conozco a Sergio Poma y los casos parecidos al suyo se cuentan de a decenas en todo el país y permanentemente los debatimos y repudiamos desde Fopea, así que no sé muy bien por qué me fastidió tanto. Será porque me levanté con cero paciencia para los tipos que huelen como Romero: todopoderosos wannabe, señores feudales vitalicios del Estado, napoleónicos labiados de un metro y pésimos estudiantes de periodismo.

martes, 4 de septiembre de 2007

130. Ahora, a defender la gloria


"Puede que se cansen de escucharme decir siempre lo mismo, pero nosotros sabemos lo que se disfruta con la medalla de oro en el pecho. Queremos repetir ese momento."

lunes, 3 de septiembre de 2007

129. SMS Nº 21


Ya te queda poco.


sábado, 1 de septiembre de 2007

128. SMS N° 20


Estoy exultante. Había dicho en junio que clasificar a los Juegos Olímpicos era un mano a mano con Brasil. Y hasta que esta tarde se lesionó Nené Hilario decía que la lógica no favorecía a la selección argentina, y que si me obligaban a apostar... Pero qué huevos, carajo, y qué cagón sos, Leandrinho. Vamos a Pekín: gracias por otra alegría.

127. Ojalá te la den, enfermo de mierda


Vos, insecto incestuoso de mierda, me forzás a contar esto.

Sí, vos: energúmeno enfermo con un cachito de carne entre las piernas y menos seso que un alcaucil.

Vos, que esta mañana en tu casa de Panamá te levantaste al palo después de soñar con ella y fuiste corriendo a la computadora y tecleaste http://www.google.com/ y en la cajita de búsqueda escribiste Rompiéndole el culo virgen a mi hermana.

Hijo de puta. No me interesa si buscabas un relato erótico o si en serio querías que Internet te diera pistas para hacer semejante barbaridad.

Hijo de puta: ojalá te contagies ébola, sida y lepra y se te caiga la pija a pedazos y unos minutos antes de morir como la rata que sos, un enfermero violador (recién salido de la cárcel luego de 20 años) te dé vuelta en la cama del hospital con la excusa de limpiarte y te deje el orto como el Cañón del Colorado.


No es joda lo que acabo de relatar. Tengo un sistema de estadísticas para el blog que me dice cómo llegan los visitantes desde un motor de búsqueda.

Fijate. Probá escribiendo en Google lo mismo que el sorete ese y andá a la página 2 de los resultados: el primero que salta te dirige a este espacio.

¿Y por qué?

Porque anteayer publiqué mi recuerdo sobre la victoria argentina contra los Estados Unidos en el Mundial de Indianápolis 2002 y decía que hasta el 4 de septiembre de ese año ellos acreditaban un invicto de 58 partidos: "diez años sin que nadie les tocara el culo y rompiendo a los demás". Y porque unos días antes había contado algo relacionado con la graduación de "mi hermana" Giselle.


En caso de que a alguna autoridad panameña le interese evitar la posibilidad de que un hijo de puta le rompa el culo virgen a su hermana, tengo a disposición la IP desde la que el tipo hizo la consulta, el nombre del proveedor de Internet, el sistema operativo de la computadora, el navegador que usó y hasta la resolución de la pantalla.

Una vez que lo agarren, me avisan y puedo conseguirles un leproso cariñoso que le dé abrazos de oso. El resto corre por cuenta de ustedes, incluyendo al enfermero violador recién salido de la cárcel.

Y como recompensa, sólo quiero que me den la exclusiva.