jueves, 23 de agosto de 2007

120. Giselle

(Desde Buenos Aires)

Mi hermana Giselle siempre tuvo devoción por los animales. Al punto de jugar con hormigas o acariciar un caballo hasta ligarse una patada o sentir cierto cariño por mí.

Desde que ella era un gnomo de un metro y yo le decía Gigioto Unido y le martillaba la cabeza con ásperos coquitos, nunca, pero nunca, dudó: quería ser veterinaria.

Yo me fui de casa, bien, a los 16, poco antes de entrar en el diario. Giselle tenía 11. Cuatro años más tarde, a sus 15, le pregunté:

-¿Todavía querés ser veterinaria, pibita?

-Sí, claro, pero no creo que pueda. -Y yo sabía que los que no podían eran mis viejos-. Así que...

-Bueno -le dije-, si hacés lo que te digo, yo te voy a bancar la carrera. ¿OK?

-¿Sí? ¡¡Sí!!

Jamás voy a olvidar esa carita de alegría. Ni me preguntó qué era lo que tenía que hacer.

Al final de ese año, 1995, se lo dije: debía cambiarse de colegio. Le conseguí un lugar en la Escuela de Agricultura y Ganadería dependiente de la Universidad Nacional del Sur, para que se fuera metiendo en tema y reforzara su vocación.

Y ahí cumplió los últimos tres períodos del secundario. Sacándoles leche a las vacas, correteando gallinas, aprendiendo cómo se hacen los chorizos y otros puaj por el estilo. Siendo feliz, bah.

A principios del 98, o sea un año antes de que ella se graduara, yo me había instalado en Buenos Aires para cursar un posgrado en periodismo. Y me iba a quedar para hacer la carrera de Letras. Así que anoté a Giselle para que se sometiera al Ciclo Básico Común (CBC), el ingreso en la Universidad de Buenos Aires.

Se mudó en el 99, a la casa del papá de mi mamá, un croata cascarrabias y desequilibrado que se había refugiado en este culo del mundo durante la Segunda Guerra Mundial, y su mujer, una arpía con aires de princesa degradada.

Error.

Aguantó con ellos el primer cuatrimestre y un día de junio me tocó el timbre: portaba un bolsito y demasiadas lágrimas. Fue en ese tramo cuando percibí sus únicas incertidumbres o dolores frente al rigor universitario y la extrañitis agudísima.

-Pensá en tu sueño -trataba de consolarla, cursi como en una novela barata-. Si te das por vencida, te vas a arrepentir toda la vida.

La pibita se la bancó hasta el final.

Entonces en 2000 le alquilé un departamentito en Barrancas de Belgrano, al que se fue a vivir con una amiga de Bahía que a mitad de año abandonó y se volvió. Pufff.

Ahora mismo, mientras recuerdo cómo mi hermana siguió adelante y se hacía muy mujer, no puedo parar de llorar. Como en una novela barata.

La cuestión es que me quedé tranquilo cuando en 2003 tomé la decisión de regresar a Bahía porque no daba más luego de sufrir la caída del país. Tranquilo: ya había pasado lo peor, Giselle estaba en camino, caminaba, derecho y al frente.

Una mañana de diciembre de 2006 me sonó el celular. Que es como decir Alguien osó despertarme. Dormidísimo, vi en la pantalla un número de Buenos Aires.

-Sí.

-Hola, ¿Abelito?

Reconocí la voz chillona de Giselle. Ella sabe que no se debe llamar al hermano a la mañana: nooooo, caca, nena mala, eso no se hace. Pensé que le había pasado algo malo, que había perdido la tarjeta de crédito, que estaba en un hospital a punto de perder una pierna.

-¿Qué? ¿Qué pasó?

-Me recibí...

La pibita acababa de rendir la última materia tras ocho años de sacrificio y apenas le dijeron Felicitaciones, veterinaria cazó el teléfono y me dio el mejor regalo de cumpleaños de mi vida.

Laputamadrequeloparió. O sea. No hay manera de prepararse para esas emociones y a mí a la mañana hasta preparar el café me cuesta.

Entre ese día y el sábado anterior a Navidad, cuando se bajó del bondi y me abrazó y me dijo Gracias por hacerme cumplir el sueño, hermano, lloré lo que no había llorado en 32 años.

Y también lloré esta mañana al verla jurar por la Patria y su honor que desempeñaría la profesión con honestidad y ética. Después, la locutora del acto mencionó su nombre y tuve que bajar al escenario para entregarle el diploma y tenía tanto nervio que me olvidé de seguir llorando. Y ella Gracias, gracias, gracias me decía cuando las lágrimas le permitían decir algo.

Soy malísimo para transmitir los sentimientos en vivo y en directo. Malísimo, ¿eh? Quizá sea porque tuve que aprender a gambetear la vulnerabilidad para que no me comieran crudo: no lo sé.

Por eso escribo esto: para vos, pibita, para decirte que te adoro y gracias, gracias a vos, gracias por hacerme sentir tan orgulloso, gracias por esta felicidad eterna.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Los hermanos son de las mejores cosas que a uno le puede pasar en la vida.. y saber que podés aportar por lo menos un granito de arena a su felicidad, mucho más!!
Acertado comentario el suyo

Anónimo dijo...

Me aguaste los ojos a mí también. No se me ocurren más que lugares comunes. Vos sabés: felicitaciones a tu hermana y a vos por el logro compartido.

AEZ dijo...

Anónimo: claro que sí. Y por eso escribí lo que escribí: me cuesta menos que decirlo...

Maru: vos sabés también que valoro tu emoción. Gracias.

Anónimo dijo...

me alegra mucho esta vez no hayas gambeteado tu costado vulnerable, y por cierto son momentos de felicidad incomparables...igual repetíselo a menudo, felicidades multiplicadas que nutren y cómo!!, te lo aseguro!!
felicitaciones a ambos!!
abrazo,

Anónimo dijo...

hermano, creo saber desde q empecé a entender algo de la vida q expresar emociones no es tu fuerte y creia hasta este momento conocerte mucho. pero parece q no lo suficiente, porq nunca me esperaba q escribieras de forma tan especial y con tanto corazon todo lo q pase/pasamos para llegar a cumplir mi sueño, y quiero decirte q nunca me voy a cansar de decirte tantas y mas gracias de las q te he dicho. y por si no lo sabès, no solo me ayudaste economicamente a lograrlo, tambien fuiste un empuje en muchos momentos "flojos" de mi carrera, en los q a tu manera con un "casi reto" para darme enviòn o como cuando me fue mal en mis primeros finales q me llevaste a distraerme al cine a ver "el patriota" y levantarme el ánimo en ese momento q para mi "se terminaba el mundo". Asi q por donde lo mires fuiste mi apoyo y un ejemplo para seguir de empuje hacia adelante hasta conseguir lo q uno se propone. Era MI sueño y le pusiste tanta garra como si fuera propio. TE QUIERO CON MI ALMA Y TE AGRADEZCO ETERNAMENTE.... tu hermana Gi. o Gigioto como se te ocurrio un mal dia apodarme!!!! cuidate mucho y te vamos a extrañar!!!

Anónimo dijo...

No te conozco AEZ, pero debes ser un buen tipo. La semana pasada escribí algunas cosas jodidas en este blog, fui un tarado.

Anónimo dijo...

Felicitaciones a ambos por sus respectivos esfuerzos. Muy conmovedor el relato.
Abrazo.

Beto dijo...

me hiciste emocionar con el relato fiera,
felicitaciones y foto de la veterinaria

Gasper dijo...

Nene, quizás seas bueno como hermano, pero yo tuve la suerte (durante aquel extraño y desordenado 99) de comenzar a conocerte, compartiendo tardoches de L a V, entre clases malas y charlas interesantes, y sé que, más allá del plumaje, sos una persona impresionante.

Abrazo enorme para vos y mis felicitaciones para Gi

AEZ dijo...

Gurisa: tenés razón. Pero no es que no quiera, ¿eh? Beso.

Gi: acabás de hacerme moquear de nuevo. Ya basta: andá a atender un cachorrito y dejá a este viejo perro emocionado. O te abollo la cabeza a coquitos.

Anónimo 2: no me veo como un buen tipo, no sé qué cosas jodidas escribiste y no sos un tarado, creo. Sin embargo agradezco mucho.

Kiuman: gracias, fenómeno. Ya van siendo tiempos de brindar, ¿no?

Fantassma: me alegro. Pero, eh, con la hermanita no se jode...

Gasper: puedo calcar tus palabras y usarlas para hablar de vos. Sería más apropiado, realmente. Abrazo.