domingo, 4 de noviembre de 2007

174. Natural, naturalmente

(Desde Oxford)

Me da cosa conducir por la izquierda y con el volante a la derecha. Definamos cosa: extremo respeto por lo desconocido, aprensión... gran cagazo, bah.

En 2002 quise alquilar un auto para ir de Londres a Manchester. Probé dando una vuelta a la manzana y como choqué 32 veces el cordón y estuve a punto de reventarme contra un taxi y de casualidad no rompí la caja tratando de meter los cambios con la zurda, lo devolví pálidamente y me tomé el tren.

Apenas me subí el sábado al mediodía al asiento de atrás del Astra que había alquilado John Kelly, el del Washington Post, mi compañera Pallavi me susurró:

-Acá tenemos a un norteamericano manejando en Inglaterra: ponete el cinturón.

Y John dijo:

-Tranquilos. Como soy baterista, estoy acostumbrado a usar las dos manos por igual.

Igual, mi alma se serenó recién cuando llegamos a lo de Paddy Coulter, el ex director de Estudios del Reuters Institute, al que casi todos los fellows fuimos a visitar por unos tragos, unos quesos, unas pancetas, unas charlas. Todo muy rico.

Paddy, 100% irlandés de calidez y humor contagiosos, vive en Eynsham, un pueblito de fábula y 5.000 habitantes ubicado a unos 15 minutos de Oxford.

Es lo que alcanza a insinuarse allá al fondo:


Como algunos decidimos volver caminando una hora y pico (aclaración: fue porque hay un sendero exquisito que va bordeando el río, NADA QUE VER con la capacidad de John al volante, ¿eh?) tuvimos que cruzar el puente que aparece en la foto.

Es un puente de arenisca, tan bellísimo como angosto. Pero a mí me impresionaron dos cosas: 1) que hubiera un peaje para vehículos y 2) que el peaje costara sólo cinco centavos de libra.


Le pregunté al peajero que qué onda, cómo podía ser, qué sentido tenía: "Esto es barato incluso para mí -observé-. Y soy argentino".

El tipo me dijo que el puente se había construido a fines del siglo XVIII por orden del rey, luego de que una crecida le malograra un cargamento. Noté, perspicaz, que no era la primera vez que le preguntaban lo mismo.

-Y lo privatizó y autorizó el peaje para garantizar el mantenimiento -dijo-. Al principio se pagaban dos centavos. Se subió hace poco, a cinco.

-Pero con esa tarifa, ¿alcanza para cubrir tu sueldo?

-Sobra: por acá pasan 10.000 autos por día.

(Cuentas rápidas: 10.000 x 365 = 3.650.000 autos por año. A cinco centavos cada uno... ¡¡182.500 libras!!)

Me fui sin creerle demasiado.

Pero estos británicos, genios del sarcasmo y de la ironía, parece que no chamuyan: según averigüé, el puente se llama Swinford, lo encargó Jorge III, se inauguró en 1769, es uno de los más antiguos cruces del Támesis y uno de los dos que tienen peaje, recién se aumentó la tarifa en 1994 (después de un largo debate en el Parlamento...) y efectivamente cada año pasan por ahí unos 3,5 millones de autos.


Cuando dejamos atrás el río y finalmente llegamos de nuevo a la civilización, o sea a un pub, todos nos sentimos más relajados.

Meera, Pallavi y My friend Yao ya conocían el Trout, así que no se sorprendieron tanto como yo.
Y no fue porque el lugar tiene más de tres siglos (a esta altura, ya estoy curado de añoso espanto: todo todo es antiguo acá). Tampoco por su gloriosa terraza con mesitas junto a un dique.

Había salido, solo, a fumarme un pucho. Y estaba como concentrado en la caída del agua en un fresco atardecer otoñal cuando algo me tocó la espalda. Cuando reaccioné y me di vuelta, el algo salió disparado y yo estuve a punto de caerme al río. Con ustedes, el algo:


Por si no quedó claro (saqué la foto con el celular, todavía medio aturdido), en la terraza había un pavo real que se te acercaba para manguearte maníes y si no le dabas bola, o le dabas la espalda, te tiraba un picotazo y se iba corriendo...



Hoy domingo pintaba más urbano, si querés, porque a la señorita K se le ocurrió hacer de guía y visitar algunas atracciones oxonienses.

El primer plan era recorrer el Ashmolean, el museo más antiguo de Gran Bretaña, inaugurado en 1683 y parte de la Universidad de Oxford.

Pero como faltaba un rato para que abriera, ¿a qué otra actividad recontracultural se sometió el grupo?

Sí, encaramos a un pub.

Hicimos morfi y birra y naturalmente cambió el ánimo. Con la panza llena y el espíritu contento enfilamos hacia el Magdalen (pronúnciese módlen), el colegio donde estudió el capo de Oscar Wilde, que se fundó en 1448, le ha dado al mundo nueve premios Nobel y tiene unos parques que para qué te cuento.


Y la onda verde está bien pero, como suele pasar en estos colleges, lo que más convoca la atención es la tradición que suda cada pared: la sensación atrapante de que donde mires se esconde una buena historia.

Fijate, por ejemplo, lo que es el llamado Hall del Magdalen, un salón muy Harry Potter donde estudiantes y profesores comen diariamente preservando normas de centurias y centurias:



Seguía reflexionando en ese sentido hasta el sinsentido (¿cuánto habrá tardado el artista en darles formas a las gárgolas?, ¿habrán cambiado alguna vez el piso del baño o se acumularán sobre él 600 años de pis?, ¿en qué sala se registrará la mayor cantidad de polvos estudiantiles?) cuando pasamos un pequeño puente sobre un canal y de nuevo nos copó la naturaleza.


El sendero, según descubrí, se llamaba El paseo de Addison en honor a uno de los pioneros del periodismo inglés, Joseph Addison, quien en sus épocas de estudiante adoraba deambular por estos jardines mientras pensaba cosas interesantes (como su línea "¡Libertad o muerte!", que parafraseó Patrick Henry -ningún parentesco con Tití- en su famoso discurso durante la revolución norteamericana).

Entre diminutos brazos del Támesis, el camino rodea un lugar conocido como The Grove (o sea, la arboleda). Sólo que no hay tantos árboles, ya: en la Guerra Civil un regimiento del ejército real hizo base acá y taló casi todo para usar la madera como combustible. Y a fines del siglo XVII replantaron el área, pero los hongos parásitos le devolvieron la desnudez.

Así que ahora se trata más bien de una pradera donde (con cercos, aunque en paz) pasta una banda de estos bichos:


Por eso también al sitio se le dice, convenientemente, "El parque de los ciervos".

Y toda esta animalada está en plena zona urbana, a diez cuadras del centro de Oxford.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante recorrido han hecho. Por supuesto, si no se corona en un bar parece que no está completa la faena. Si no me falla la memoria el Trout es el segundo link etílico al que me veo obligado a entrar. A esta altura, aún habiendo visto tan poco, tengo la fuerte impresión de que no hay bares feos por allá. Otro más en mi lista de tareas. Espero no fallarle.

Spyderpac

Anónimo dijo...

Diez bombones de Quaker por este comentario, ya sea con o sin fotos.
Igual, seguro que hoy me salen amargos.

AEZ dijo...

Spyderpac: si seguís con esa lista vas a dormir una hora por día y escabiar 23. Oh yeah!

Anónimo: le regalo uno a modo de agradecimiento. No amargue.

Anónimo dijo...

Oooooooohhhhhhh!!! Ok, me convenciste.

Spyderpac

Anónimo dijo...

Kelly (que no es Guillermo Patricio) tiene razón. También soy baterista y uso las dos manos por igual. Je!

Yingyang

Anónimo dijo...

veo veo

veo q t estás volviendo hippie...

ojo



salud!
[moooi lindo todo, seguiré x aqui!]

AEZ dijo...

Spyderpac: sos difícil, ¿eh? Laaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Madonna!

Yingyang: ¿y sos algo de My friend Yao? ¿O de Namuncurá? Dale a los palitos, nomás.

Seel: nononononono, jipi jamás. Gracias por dejar su diseñada marca en este insignificante espacio. Cariños.

Anónimo dijo...

Se puede decir que los aires Oxfordinianos producen cambios. Pensar que en otro momento hubieses hbalado de futbol o de politica, o de deportes en general. Per bueno digamos que es eso y solo eso, los aires oxfordinianos.
Abrazo GRDE!

PD: Recuerdo haber llamado sabado o domingo supongo que estaria llamando a tu iPod...porque del otro lado nada.

AEZ dijo...

Anónimo: ¿por qué no firmás con tu nombre, así todos sabemos quién fue el que me llamó a un iPod...?

Y sobre los aires oxonienses, ¿querés decir que me ablandaron o que con el paso de los años me estoy volviendo más sensiblero barato? ¿O las dos cosas?

Abrazo.

Anónimo dijo...

Que vida la tuya!!!...aqui paso cumpliendo con tu pedido "¿por qué no dejás un comentario ahí, che?
Jejejejejeje." creo que no lo dejaba por cagona. Siempre fuiste tan raro que penses que te ofenderias!CABRON!!! JAJA
Saludos
Ka