sábado, 2 de octubre de 2010

718. Cinco cosas que me pasaron en Chicago y jamás olvidaré

(Desde Chicago)


1)
Asimilar la impactante belleza ecléctica de la Rosario yanqui pasada por agua: tanto desde el lago Michigan...



... como desde el río Chicago.



2)
Apreciar la fabulosa colección de imágenes del francés Henri Cartier-Bresson (el gran mestro del fotoperiodismo) en una exhibición especial del Art Institute, el tercer museo más visitado en los Estados Unidos.

[Retrato de Jean-Paul Kirchner Sartre (1946).]


3)
Salir a la terraza del loft suburbano donde se hace la fiesta y tomar un Cabernet Sauvignon y fumar un Parliament escuchando el tren que pasa allá abajo y mirando allá lejos el horizonte urbano ahora nocturno.


4)
Peregrinar hacia el estadio United Center de los Chicago Bulls: el Olimpo del dios basquetbolístico Michael Air Jordan.



5)
Saborear el blues local en dos tajadas demasiado ricas:

a)
El mismo día que llegamos organicé todo para vivir un poco el club de Chicago: "Buddy Guy's Legends". Lo abrió en 1989 el genial guitarrista del que aprendieron (entre otros) Eric Clapton, Jimi Hendrix y Stevie Ray Vaughan: a ver si me entendés.

Justo esa noche tocaba Marty Sammon, el tecladista de Buddy. Me acompañaron la nigeriana Modupe, el afgano Lotfullah y el macedonio Darko.

Iba todo más o menos bien: blues correctísimo, turístico. Aunque en un lugar sin humo de cigarrillo, sin olor a pis y/o vómito y/o alcohol derramado, sin gente bailando; con aire acondicionado, con cámaras de seguridad, con jabón automático en el baño, y músicos tomando agua mineral. Un poquito triste, el blues.

En fin. Decía que iba todo más o menos bien... hasta que se hizo inolvidable: de pronto, sin presentación, apareció en el escenario el mismísimo Buddy Guy, leyenda viva, y se puso a improvisar con sus 74 años y una copa de coñac en la mano.

[Foto: Lotfullah, AKA Mi Amigo.
Dato innecesario de color: en la audiencia estaban
el filósofo argentino Tomás Abraham y su mujer.]



b)
La última noche, el viernes, después de la fiesta en el loft unos cuantos mandamos al "Kingston Mines", supuestamente "el club de blues real más antiguo de la ciudad".

Y nos tocó el privilegio de escuchar en vivo al gran Eddie Shaw, a los 73 años, metiéndole terciopelo y fuego a su saxo tenor; otro que me dijo abuelísticamente: "Metele, nene, volvé a tocar". Y yo necesito mi mojo: ya va, dale que va.

[Foto: Anshika, AKA The Maharishi.
Dato innecesario de color: en la banda de Eddie,
llamada Wolf Gang, su hijo toca la guitarra triple.]

5 comentarios:

Jose dijo...

Darko es un virgo y Modupe con plancha!!!..... LC DTM!!!

Abrazo

Lelé dijo...

Qué bien! Por innecesario, el dato de Abraham es el que más ví.

AEZ dijo...

José: jajajajajajajajaja, qué turro sos...

Lelé: uf, me encanta cuando un texto pasa inadvertido. Y bué.

Anónimo dijo...

Qué imagenes y analogías, por cierto... aunque creo aquella -entre otras distancias está muyy plagada de edificios, demasiado. Para mi gusto. Por momentos tantos espejos -el agua y los platinados- encandila.o no?
A propósito desde el agua solo se puede mirar para arriba, no te queda opción...casi.

Al margen. Sabroso comerte un par de blues. Sos un goloso...
Y respecto de tu reconciliación instrumental, jaja, a ver si cumples, venis amagando desde hace rato. Qué más necesitas para inspirarte?
No podemos caer en un histérico "queremos show", no te hagas rogar y regalanos arte. Está agendado. Cuantas promesas, nene.

Que disfrutes la semana!!
Abrazo
G.

AEZ dijo...

Gurisa: a mí me gustó muchísimo la ciudad, que no les da la espalda a sus aguas como sí lo hace Bahía. Si me encandiló es para bien, digo. Y tenés razón: son varias las señales para que agarre el saxo otra vez. Tengo que hacerme tiempo; ganas hay. Beso.