martes, 23 de febrero de 2010

632. Exquisita turrada


"
-¿Qué hacés, Sarita? -dijo Saúl y registró la mirada de censura de Diana. La chica sonreía, no estúpidamente -pensó Saúl- sino con la eficacia de un organismo que 'sabe', a su manera, por la acción automática de dispositivos neuroquímicos, que el tiempo es una fuerza implacable que juega a favor suyo.
-¿Seguís siempre repleta de objetivos? -Saúl intentaba introducir un contratiempo en el régimen implacable de la naturaleza. ¿Qué es el arte? -podía preguntarse Saúl-. ¿Qué es el arte sino esta sutil diferencia de sonido que los músculos de mi laringe y del velo del paladar -quizás también los de las mejillas- imprimen sobre la palabra 'objetivos' para que estas dos imbéciles adviertan que hay expresiones que no se deben usar impunemente, al menos en presencia de gente seria? Si existe el arte, si he alcanzado tal arte, de ahora en adelante cada vez que esta cotorra hable de sus 'objetivos', algún lugar secreto de su cuerpo o de su alma, si la tuviera, se sonrojará, o algún lugar inauscultable de su conciencia o de su memoria registrará un reflejo de temor y quedará desconectada por un instante, esperando la carcajada de burla que se merece. Seguro que en una parte de su exquisita máquina instintiva estas turras también pueden adivinar el pensamiento, se dijo Saúl en el momento en que empezaba a recuperar su humor."





El escritor argentino Rodolfo Fogwill, en la novela Vivir afuera (El Ateneo, Buenos Aires, 2009, páginas 191 y 192).

[Foto: Clarín.]

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tremendísimo.

AEZ dijo...

Anónimo: y misóginamente brillante.

diego dijo...

Gran libro, fogwill es un genio

AEZ dijo...

Diego: ditto.