lunes, 4 de agosto de 2008

362. Gracias a la mostrosidad


E
l viernes volvió a Bahía el mostro Maxi Allica, así que desde entonces me quedé sin albergue transitorio y ya extraño despertarme y ver esto


y ver esto antes de acostarme


(¡cómo adoro esa estación de trenes, por favor...!).


Fueron dos meses intensos: de póquer con los pibes y fosforitos, de desayunos con huevos revueltos y el diario humeante, de bajar a abrir la puerta en las madrugadas, de escuchar los gritos de gol de las canchas de San Martín al 500, de caminar derechito al diario, de poder ver TN y FX en la tele, de mirar películas y recitales en un monitor LCD con sonido onda home theatre, de pagar cuentas que llegaban a nombre de gente que no conozco, de fumar/tomar/leer al mismo tiempo, de cargar las botellas con agua filtrada, de volver a jinetear en una de dos plazas, de algún diálogo bizarro, de abrir bien las ventanas y que corra mucho aire y se aleje hasta el último fantasma búuuuuuuuuuuu.

4 comentarios:

Jorge Mux dijo...

¿Hemos estado viviendo a escasas dos cuadras y nunca nos hemos cruzado ni visitado? Imperdonable.

AEZ dijo...

Jorge Mux: probablemente nos cruzamos, pero yo no le tengo la jeta. Usted disculpe. Y sí, es imperdonable. A ver si un día se corrige eso con un respetable Cabernet.

Anónimo dijo...

Yo también me asusté cuando vi "el viernes volvió a Bahia...".
Será cuestión de juntar los verdes y mover para la estación, ahí arriba del bar.

AEZ dijo...

Diego: esas casualidades...

Y sí, de una: las que se vienen ahí arriba no tienen nombre.