domingo, 22 de marzo de 2009

485. Por un momento volví a creer en la humanidad


D
e golpe, la aguja de la temperatura hirvió, el parabrisas se llenó vapor y la buena onda se me hizo humo.

Ya dije que no sé nada de autos. Entonces levanté el capó con la secreta esperanza de que un mecánico de confianza saliera del radiador (sea lo que sea un radiador) y solucionara el asunto rápido, así podía hacer los 30 kilómetros que faltaban hasta Villa Ventana y prender el fuego y tomar un vino.

Esperanza evaporada.

Era de noche, encima. Y encima no había señal de celular.

Caminando un poco aparecía una rayita de morondanga que se esfumaba tan pronto atendían los del seguro. Pasó siete u ocho veces. Si los salames esos no me hubieran pedido los datos desde cero siempre que me comunicaba, quizá juntando los segundos habrían sabido dónde mandar la puta grúa. Pero no: buenasnochessoyjosédeemergenciasenquépuedoayudarlo, una y otra vez.

-Mirá, José, la reputa madre que te parió, ya te dije que estoy clavado en la ruta 72 y te di la patente, el color del auto, un número de contacto, mi ADN, no sé qué más qu...

"Llamada finalizada. Sin señal."

En una de esas enganché a Panchito, el viejo del Tano. El problema, dijo, podría ser la Difunta Correa, o algo así. Que no se me ocurriera seguir porque lo iba a fundir, mejor si pr...

"Llamada finalizada. Sin señal."

Y quién pararía para dar una mano, con la desconfianza que hay, no viste lo que dijo la Su: a uno lo matan por nada y el que mata tiene que morir, estaba oscurísimo y para colmo hacía un frío, y los mosquitos tenían el tamaño de un avestruz.

No va que paró un tipo, pero. Sin bajarse me dio una botella de agua, le di las gracias, me dio ánimo, le di lástima.

Saqué la tapita (no sin antes romperme la mano y pegarle una correcta patada al guardarrail) y eché el líquido. Pifffffffff... Se fue, no se a dónde. Desapareció. Notamá. Los autos son mágicos y demoníacos.

Una camioneta pasó despacito, ronroneando diésel. A los 20 metros frenó y volvió marcha atrás. Aleluya. Se bajó un pelirrojo grandote. A esa altura me daba lo mismo que fuera la versión extra large de Mac Allister o un asesino serial: sólo quería que se acabara mi miseria, aunque costara sangre. Igual me entró el pánico porque el tipo manoteaba algo a la altura de la cintura: pensé chau, dos tiros y se acabó, estuvo bastante bueno mientras duró, saluditos a todos los que me conocen.

Nada que ver: era el Angelito Colorado de la Guarda.

-Uh, es la manguera del agua. Reventó. Mierda se hizo. Esperá que voy al taller de mi primo, en Saldungaray, y veo si consigo otra. De última, traigo una cuarta y te tiro hasta Sierra.

Volví al auto, prendí un Parliament, puse un disco de Leonard Cohen y sentí cómo se drenaba la furia.

Cuarenta minutos más tarde volvió el Angelito Colorado de la Guarda. Bajó de la camioneta con una caja de herramientas y una sonrisa de igual forma que la manguera que traía.

Mientras trabajaba con sus manos enormes (los dedos como canelones) me dijo que se llamaba Nelson. Que había nacido en Saldungaray: pero ahora, de casado, vivo en Cabildo. Que laburaba en un campo, de peón, haciendo de todo: porái me levanto a las cuatro, cuatro y media, y le doy hasta el almuerzo, y después sigo dale que dale, sin siesta, a veces hasta las 10 de la noche. Que le pagaban 1.500 pesos por mes: y soy de los mejorcito pagos de por acá, eh. Que la cosa estaba jodida: por la seca, está jodida la cosa.

-Listo, listo. Quedó bien, me parece. A ver, dale arranque nomás. Ajá. Ahora, cuando caliente, si funciona el electro andá tranquilo. A ver... Sí, ahí está. Joya quedó. Quedó mejor que en la Fiat, ja, ja, ja.

-Sos un fenómeno, Nelson. Muchísimas gracias -dije, y le estiré un billete de 100 mangos.

-¡No! ¿Qué me das? ¿Estás loco? Es mucho. No, no, no, dejá. Dejá.

-Aceptalo, por favor. ¡Me salvaste!

-No, no, olvidate. Ya voy a estar tirado yo y vos me vas a ayudar.

-Dale, Nelson. Te tomaste una molestia bárbara y dejaste el auto como nuevo....

-No, no... Si querés, unos pesitos por la manguera, para mi primo.

Le di 40 pesos y le dije que me esperara. Fui hasta el auto y le acerqué una botella de vino.

-Ah, eso sí te lo acepto, ja, ja, ja.

-Gracias, Nelson. Mil gracias, viejo. No sólo me salvaste: también me hiciste creer de nuevo en la humanidad.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

jajjaja....... genial relato!!!! la version extralarge de Mcallister!! JUAZZZZZZZZZZZ!

Anónimo dijo...

jejje..que GUACHO sos, tiene que explotar la máquina, y cruzarte on un Nelson, para reivindicar al humano que late por ahi. Ahora te digo, cuanto más adentro, más solito, más oscuro el horizonte, más clarito se ve todo. Y ahí te caen varias fichas. Acá en los pagos quien no para en una situación tal, es (casi) un HDP, porque está muy clara la idea de que le pasa a cualquiera, y si te toca a vos... entonces eso que te dijo el tipazo "hoy por vos, mañana por mi" es tal cual como se siente. Aunque encierre cierta ingenuidad (porque sabemos no todos lo harán), pero él no se cuestiona y pone el cuerpo. PORQUE ASI DEBE SER, y así está internalizado. Y además como es GAUCHADA, no se espera nada a cambio.
Qué linda tu microhistoria, grata sensación para empezar la semanita,no?.

Abrazo,
G. (saludos al anónimo que solo me dejó un sustantivo hueco, ahora, me quedé con las ganas de que me dejara con la boca abierta.Mmmm, quizás es mucho pedir,(qué pena) con lo que a mi me gustan que me dejen sin palabras.Y bue,sucede.Je)

Fodor Lobson dijo...

La verdá es que las pocas veces que pasan este tipo de cosas se emociona uno.

Eso sí, a los cabrones de la empresa de celulares y a los del seguro, ¡ni agua!

Matías dijo...

...y después, cuando el tipo se quede tirado en la ruta, nadie va a parar porque es un colorado gigante que muy probablemente te robe el auto y te vuele los sesos con un tubo de oxígeno. asique estaba bien la recompensa.

Anónimo dijo...

Todavía queda gente buena y en quien confiar!!
Y era cierto el dicho que los colorados traen suerte (7 años)
Bahiano vas a tener suerte de ahora en más...jajaja mira el lado positivo de las cosas.
besote.-

AEZ dijo...

Anónimo: gracias. La próxima inventante un nick, dale, qué te cuesta.

Gurisa: ocurre que tus pagos son muy amables. Y fijate el título del post: "POR UN MOMENTO volví a creer en la humanidad". Hoy vine al diario y ya se me pasó. Ah: a los giles no les dediques esfuerzo, che. Beso.

Kiuman: :p

Fodor Lobson: o sea, a ver si entendí: alguien nos demuestra humanidad --> nos emocionamos --> no olvidamos a los turros, pero --> con los turros somos inhumanos. (¿Y así no terminamos deshumanizados? No me ladre, querido: es una bromita.)

Matías: qué buena película "No country for old men". Y tus relaciones también. Si esa imaginación estuviera aplicada al laburo cotidiano...

La rubia: ¿de qué manera los colorados traen siete años de suerte? No tenía idea... ¡¡Ahora me abrazo con De Narváez!! Beso grande.

Anónimo dijo...

Y después dicen que los colorados traen mala suerte. Un fenómeno, pero ¿no tendría que ser lo habitual? Lo de la inseguridad me encantó, principalmente, lo de Matías. Un saludito para Radio 10, Feinmann (el malo) y todos los que le dan y le dan al temita.
"El que ayuda tiene que vivir". (Anasus Zenemig)

Boya

Oso de Almafuerte dijo...

Tremendo gesto. El Colorado seguramente sabe lo que es estar solo en el medio de la nada y tener un problema. Seguro que por eso paró, se fue, volvió y te brindó sus manos gigantes.
La ruta tiene características negativas teniendo en cuenta las cosas que nos enteramos por los medios, pero también hay códigos. Por más que no haya luz, creo que nadie está solo en la ruta.

AEZ dijo...

Boya: ¿así que te encanta la inseguridad? ¡Masoquista! Cuac.

Oso de Almafuerte: correcto. Nadie está solo en la ruta. En NINGUNA ruta. O sea: no te sientas solo en la tuya.

Fodor Lobson dijo...

Pero ¿cómo le voy a ladrar, estimado, si lo entendió usted a la perfección? =P

bueno, si quiere usted que me humanice un poco, persono a los del seguro... pero a las compañías de celulares, no.
;)

Anónimo dijo...

Me encantó tu relato y más que te haya pasado algo así (me refiero al colorado no al problema en el auto). Esta bueno que de vez en cuando nos recuerden que hay gente buena, de los otros también pero por suerte no son todos.
Justo hoy te leo y a mi amiga que había perdido la billetera se la llevaron hasta la casa y con toda la plata que tenía. Ojalá algún día estos hechos dejen de sorprendernos y sean moneda corriente entre nos.
Un beso!

Sil

Molina dijo...

Si estabas a treinta km de Villa V, y si las cuentas no me fallan, el Colorado viajó cincuenta km ida y vuelta hasta Saldungaray para traerte la manguera.
Un grosso de verdad.

Anónimo dijo...

seguramente lograste que Nelson tambien crea en la humanidad.....
beso grande ...ABEL-ARDO !

AEZ dijo...

Fodor Lobson: jejejejejeje, ¿el pedido de clemencia de las compañías de celulares da ocupado o "no hay señal"? Usted es un grosso, sépalo.

Sil: ojalá. Porque es muy reconfortante "sentir" la humanidad. Beso.

Molina: no te falla nada. Por eso realmente me emocionó el gesto del "Colo".

Agos (¡ma'qué "Anónimo"! Sos inconfundible. O no): ¿y cómo hice yo para que él crea en la humanidad? ¿Dándole un vino?

Mario Minervino dijo...

La botellita de vino es un detalle que también supe disfrutar por algún paseo compartido por una casona entonces ajena.

AEZ dijo...

Mario R. Minervino: jejeje, es que las botellitas de buen Cabernet Sauvignon quedan reservadas para situaciones o personas que las merezclan claramente.