domingo, 20 de enero de 2008

235. Lo que me bañé no tiene nombre

(Desde Oxford)

No juzgues a Bristol como una ciudad pedorra sólo porque cuando la visitaste este sábado justo el servicio meteorológico advirtió sobre posibles inundaciones...

... y no paró de llover un puto segundo, y Bere Stortoni, que vivió ahí mientras jugó al rugby, te dio una mano con un mensaje de texto:

Andá a la uni, al museo y dps a Clifton Village a tomar café, bar MBargo maneja un argentino, Marcos, y en Avon Gorge ves puente colgante. Abrazo.

... y fuiste a la Universidad de Bristol y estaba cerrada al público justo ese día...

... y en el Bristol's City Museum te secaste un poco viendo dinosaurios pero cuando quisiste entrar en la atracción principal, la muestra itinerante Love de la National Gallery, te dijeron que justo la habían clausurado debido a la humedad...

... y el Clifton Village era una pileta de natación y en el bar MBargo te avisaron que Marcos estaba en la Argentina y pediste un café y justo estaban limpiando las máquinas y pediste una cerveza y justo estaban limpiando las choperas...

... y caminando empapado justo pasó un bondi que te duchó (como si fuera necesario)...

... y trepando una colina de Avon Gorge -porque no podés usar el camino que usa la gente normal- le agregaste una considerable cantidad de barro a las zapatillas y justo no tenías otro par porque total qué podía pasarte.

En serio, no juzgues a Bristol como una ciudad pedorra sólo por todo eso. No seas injusto. Fijate qué lindo puente colgante tiene:

Irónicamente, mojado dejé Bristol para bañarme en Bath, que está 21 kilómetros al sudeste y es una ciudad de 80.000 habitantes cuyo nombre lo dice todo: los romanos, que se las sabían todas, aprovecharon un manantial termal y entre los años 60 y 70 DC empezaron a mandarse ahí un spa glorioso en honor a la diosa Minerva (la Sulis de los celtas, previos dominadores de la zona).


El municipio de Bath maneja la cosa desde que abrió al público en 1897. Más de un millón de personas pasan cada año. La entrada cuesta 10,50 libras (nueve si sos estudiante como yo) y recontravale.

Aunque no puedas usar ese agua que sale de la tierra a unos 45 grados, sí tenés acceso a los restos del impresionante complejo original, incluidos el templo, el chorro sagrado (sic) y el caldarium, donde los romanos, capos, usaban ladrillos huecos para calentar los pisos: la versión beta de los actuales sistemas de calefacción central.


Según se supo gracias a las excavaciones modernas, hace 2.000 años los tipos no podían relajarse del todo porque, mientras estaban en eso, los afanaban. La reacción de la víctima tomaba la forma de una maldición. Por ejemplo:

Docimedis perdió dos guantes. Él desea que quien se los robó pierda su cabeza y sus ojos.

O esta otra, de despecho romántico:

Ojalá que quien me robó a Vilbia se transforme en algo tan líquido como el agua. Quien me la robó, o ella misma.

Para que la maldición tuviera efecto debían hacerle una ofrenda a Minerva. Por eso cuando descubrieron el baño circular, donde se daban la zambullida fría para terminar el tratamiento, encontraron como 13.000 monedas.

El tema ahora es mucho más prosaico, por no decir pelotudo: un cartel te sugiere que tires algo para ayudar a bancar los trabajos arqueológicos, y que aproveches para pedir un deseo.

Nadando en esa fortuna anda mi penique para que River salga campeón.




¿Dije que no podías usar el agua caliente que sale de la tierra? Mentí.

Pasando el shop (SIEMPRE hay un shop listo para satisfacer las compulsiones consumistas de giles como yo, que me agencié un mapa del Imperio Romano por cinco libras), antes de la salida, está esto:


Por 50 centavos, te dan un vaso lleno de la "famosa y cristalina agua" conocida como El chorro del rey: un líquido tibio y con gusto a óxido. Un soberano meo, bah.


En vivo y en directo desde la corteza terrestre, más o menos 1.200.000 litros de aguas termales suben cada día a Bath, que gusta promocionarse como la única fuente natural del Reino Unido.

Y no iban a andar desperdiciando: también por iniciativa de las autoridades locales, el 7 de agosto de 2006 se inauguró Thermae, un spa a todo ojetus, ojetae que costó 90 millones de dólares.

Capaz que me lo iba a perder, sí.

Pagué las 22 libras por una sesión de dos horas que incluyó:

1) Pileta climatizada y jacuzzi en el subsuelo vidriado.



2) Cuatro saunas circulares distintos, aromaterapia y masajes de pies.



3) Piscina termal al aire libre en la terraza del complejo, con las mejores vistas de la ciudad.



(Y no hice watsu, ni los masajes indios para la cabeza, ni la terapia de rejuvenecimiento con piedras calientes, ni el tratamiento facial: nada de eso, porque las tengo bien puestas... y porque no tengo un mango.)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

ah, no no podessssss..... mucho estres, no? jajajajajjjaaa!!! Más alla de la joda, muy interesante todo. Segui contando cosas. un saludo de un lector fiel.

AEZ dijo...

Anónimo: gracias por las palabras y la fidelidad, che. Y seguiré estresándome en la medida de lo posible.

Anónimo dijo...

jjeee, buenísimo...se entiende razón económica, por la que no pasaste demás terapias alternativas, igual por mucho menos en otro lugar, lo tendrás... ahora si asimismo no te animas, porque ponga en jaque 'asuntos de hombría', je. no sabes lo que te pierdes,...watsu es un viaje, igual depende las manos, depende. Abrazo.

AEZ dijo...

Gurisa: me entrego a tus manos sabias cuando sea, ¿eh? Vamos con el watsu, nomás. Saludos.