796. Serie "Querido diario": Día 11: Velocidades
(Desde Las Vegas)
Cuando supe que me tocaba cubrir las elecciones 
en Las Vegas, una de las cosas que hice fue buscar información sobre los
 latinos: quería encontrar algún bahiense, o al menos un argentino, para
 contar su historia en el contexto del relevante voto de la comunidad.
Y una fuente fue el censo de 2010. Ahí, al 
consultar la composición de la población en Nevada por localidad y según
 la etnia, surgió que en un sitio llamado Jackpot más de la mitad de los habitantes tenía origen hispano.
Lo que más me atrajo, igual, fue ese nombre 
alucinante. ¿Por qué lo habían bautizado como el premio gordo de las 
tragamonedas? ¿Qué había detrás?
Así
 llegué a alquilar un Suzuki SX4 gris y nuevito, sin patente siquiera, y
 atravesé el desierto por rutas desiertas que igual marcaban "Velocidad 
máxima: 70 millas por hora", o sea 113 km/h, y por ahí pisé un 
poquito el acelerador, total no había nadie, total ni patente tenía: así
 llegué a que me persiguiera un patrullero como en las películas, 
igualito-igualito, con sus luces rojas y azules, su sirena, su policía 
con anteojos de sol ordenándome por megáfono que frenara.
Frené. Él estacionó atrás. Bajó, se acomodó el cinturón, se acercó.
-¿Qué dice, oficial, cómo le va...?
-No descienda del vehículo, señor. Páseme su licencia y los papeles, por favor. ¿Sabe por qué lo detuve?
-Ni la menor idea.
-¿Cuál es la velocidad máxima permitida?
-70 millas por hora. ¡Usted debería saberlo mejor que yo, oficial!
-Esto es serio, señor: usted iba a 96 millas por hora [154,5 km/h].
-Uh, no me diga... Tal vez justo agarré una bajada y...
-El terreno era bastante plano, señor.
-Bueno, oficial, le juro que no me di cuenta y le pido disculpas. No vine a este hermoso país a quebrar la ley.
-Pero lo hizo. ¿A qué vino?
-A cubrir las elecciones. Soy periodista. ¿Por quién va a votar usted, oficial?
-Eso no es de su incumbencia.
-Depende. Mire: uno puede aprender mucho de la mejor democracia del mundo y de sus grandes servidores públicos, como usted.
-Lo primero por aprender es que hay leyes y debe obedecerlas. Y si no, hay un castigo.
-Lo entiendo perfectamente. Pero por favor, 
oficial, entiéndame a mí: soy argentino, y si usted me pone una multa, 
para pagarla tendré que vender a mi hermanita...
Jerry por fin aflojó y se rió. Nos terminamos sacando una foto frente al patrullero.  
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