797. Jackpot: este pueblo es un juego
(Desde Las Vegas)
El episodio 6 de la cuarta temporada de CSI Las Vegas, una serie sobre los expertos en escenas de crímenes, arranca con la imagen de una caja envuelta en papel madera.
En penumbras, el médico forense Al Robbins la
abre y ve un tarro parecido a los de pintura de 20 litros. Al destaparlo
se encuentra con la cabeza de un hombre.
La detective Catherine Willows entra en el
laboratorio y se sorprende. Toma el reporte de la investigación y lee
que la cabeza fue enviada desde Jackpot.
-¿Dónde está eso? -pregunta.
Yo te digo, divina: queda a 727 kilómetros de Las
Vegas, sobre la ruta 93, al norte del estado de Nevada, en el condado
de Elke, casi en el límite con Idaho.
En 1959 recibió oficial y originalmente el bautismo: Jackpot, como se le dice al premio mayor que dan las máquinas.
O sea: es un pueblito que nació para apostar. Y de eso vive.
La muerte es otra cosa: hay cinco casinos
abiertos las 24 horas donde se puede dormir, una estación de servicio,
una oficina postal, una escuela, un departamento de bomberos, un
almacén, tres iglesias (una católica, una mormona y una bautista), un
club de golf e incluso un aeropuerto, pero no hay cementerio.
-Le falta ese símbolo supremo de la existencia civilizada... -dice el periodista David Toll.
Tampoco hay muchas viviendas: cientos de habitantes se acomodan en casillas o casas rodantes, acá llamadas camper, trailer, motorhome o recreational vehicles (RV).
Jackpot se extiende a los costados de la ruta,
con callecitas llamadas Dados, Blackjack, As, Hold'em y Ruleta. En
verdad se extiende poco, porque las montañas lo aprietan al este y al
oeste. El paisaje desértico de altura es salvajemente atractivo; el
aire, limpísimo.
Se nota demasiado cuando salís de las salas de
juego, donde se puede fumar y te aturde el ruido de las tragamonedas y
la música de ambiente, siempre bastante alta.
Uno enfrente del otro, sobreviven los dos casinos que dieron vida al pueblito: el "Horseshu" y el "Cactus Pete's".
Ahora ambos pertenecen a la empresa Ameristar,
también dueña de la estación de servicio, del almacén y de unas cuantas
tierras. Ofrece 415 habitaciones y tiene más de 600 empleados, casi
todos extranjeros, la mayoría latinos y de ascendencia mexicana.
Según el último censo, de 2010, Jackpot
ocupa el segundo lugar en el estado de Nevada en cuanto al porcentaje
de población hispana: 55,6%. Pero los locales dicen que el número es
mayor: "8 de cada 10", arriesga el bombero Brian Hugill.
-Hay argentinos, sí -me dice Juan, un recepcionista mexicano-. Creo que son 7 u 8. Hacen tareas de aseo.
Por supuesto, me pongo a rastrearlos: quiero
saber cómo es que terminaron en este pueblito insólito del norte de
Nevada. Pero es tarde y ya no queda nadie limpiando cuartos.
Podría irme a dormir, porque me desmayo del
cansancio tras haber manejado siete horas y pico. Nah: llevo cinco días
en estas tierras sin apostar un mísero dólar de los 480 que me autorizó la AFIP para una estadía de un mes en los Estados Unidos. Decido que es tiempo de tirar algo de guita.
Exactamente cinco minutos: ese es el tiempo que
tardo en tirar algo de guita. Levanto la vista algo incrédulo,
sintiéndome perdedor y muy pavo. Decenas de
blancos-anglosajones-protestantes (los WASP), todos mayores de 60 años,
les hablan a las tragamonedas, las acarician, les imploran, las
insultan, las llenan de dólares. Una vez me acosté más deprimido, pero
Enzo Francescoli había anunciado su retiro del fútbol.
Al día siguiente voy directamente a ver a Kris Ann Brown, la jefa de Relaciones Públicas del complejo "Cactus Pete's".
-Hubo un par de argentinos trabajando en nuestra compañía -cuenta- pero ahora no, no hay ninguno.
-Qué raro -le digo-. De "7 u 8" a "ninguno" en menos de 24 horas...
Kris Ann sonríe:
-Lamento no poder ayudarte. Fue un placer conocerte. Que tengas buen viaje.
Y me estoy yendo, nomás, porque se viene otra
visita del presidente Barack Obama a Las Vegas. En el estacionamiento me
cruzo con dos empleados que juntan hojas y hablan en castellano.
-¿De dónde son?
-Mexicanos, pues -contesta uno de bigote obvio.
-¿Tienen algún compañero argentino?
-Tú eres el reportero, ¿no?
-Sí.
-Pues sí que hay argentinos aquí. -Se le ríe el
bigote obvio.- Pero no quieren hablar contigo. Les da vergüenza andar
limpiando, pues. Tú sabes.
De película delirante
El capítulo titulado "Jackpot" de la serie CSI Las Vegas salió en 2004 y no se filmó en el pueblo. Por lo tanto, el único registro con imágenes reales es la película Roadside Prophets (Profetas ruteros).
Dirigida por Abbe Wool, se estrenó en 1992 y se transformó en un
producto de culto, sobre todo entre los jóvenes. La historia se le
ocurrió en una noche de borrachera al escritor y policía David Swinson,
amigo del gran periodista extremo Hunter S. Thompson.
Es un delirio: el músico John Doe sale de
trabajar en una fábrica y en el estacionamiento se cruza con un
compañero nuevo. Los dos son motoqueros. John usa una Harley Davidson de
1957 que sería la envidia del vicepresidente Amado Boudou. Van a un bar
de desnudistas. El compañero nuevo mete una moneda en un videojuego y
se muere electrocutado. Antes le había contado a Doe que conocía un
lugar mágico: un casino donde están las mujeres más lindas del mundo.
Doe lo crema, pone las cenizas en un tanque de
combustible de moto, agarra su Harley y encara la ruta en busca del
lugar mágico, cuyo nombre, cree recordar, es "ElDorado".
En el camino se le suma porque sí un personaje
muy bizarro interpretado por Adam Horovitz, cantante y guitarrista de
los Beastie Boys. Y por ahí también aparece el actor John Cusack
haciendo de un tuerto intenso y al borde de la locura.
Doe y Horovitz encuentran un sitio llamado
ElDorado sobre la ruta 93. Pero no hay ningún casino ni estás las
mujeres más lindas del mundo: es apenas un lago lamentable.
Lo que sí hay es una casa rodante desvencijada donde está David Carradine, el protagonista de Kung Fu,
solo como ídem, luciendo un inexplicable esmóquin, sentado en una
silla, tocando la guitarra y drogándose. Se drogan los tres, y en una
epifanía Doe recuerda que el motoquero antes de freírse había dicho:
"¡Todos tienen suerte en Jackpot!".
Entonces hacía ahí van, ahí llegan, ahí se ponen a jugar a las tragamonedas y pierden hasta las motos.
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