lunes, 2 de junio de 2008

321. Expresamente


Mientras estuve en Europa usé bastante las tarjetas de crédito. Las usé demasiado: volvieron rojas, y ahora debo malabarear para devolverles el color original.

Tengo dos, una Visa y una American Express. Las iba alternando, con la pavota intención de que los resúmenes no me llegaran tan gordos... aunque rellenito + rellenito = obesito.

Cada mes, desde el sitio en Internet del banco donde tengo la cuenta-sueldo, tomaba como referencia el dólar a $ 3,20, multiplicaba y transfería la plata para pagar los consumos.

Con Visa, cero problema. Pero American Express desconoció prolijamente mis depósitos.

Me explico: yo había gastado, digamos, 500 dólares. Entonces mandaba 1.600 pesos (500 por 3,20). Y el resumen siguiente decía: "Saldo total $: -1.600. Saldo total US$: 510".

Es decir: no sólo evitaban tomar los pesos para cubrir el consumo en dólares, sino que además me cobraban intereses por financiación, por punitorios, por impuestos de sellos (?) y por tasa especial para salvar a los koalas.

Hijos de mil putas de plástico.

Cuando vi que la situación se repetía, empecé a enviarles correos electrónicos. Y ni pelota. Como si los estuviera spameando.

Un día, luego de que les escribiera frases del orden de "Cuando querían convencerme de que sacara su tarjeta me llamaban a razón de 3.439 veces por día y ahora nada" o "Estimados señores: por favor, sepan disculpar mi insistencia pero a esta altura me desbordan los genitales y si no recibo una respuesta en breve juzgaré razonable considerarlos una caterva de vástagos de una enorme meretriz (porque manga de hijos de una gran puta queda mal)", un día, entonces, finalmente contestaron: que los llamara por teléfono, cobro revertido.

Claro, porque, ¿qué cliente no adora perder tiempo hablando con un operador de voz latosa y verso aprendido que, pobre, cobra dos mangos, se banca puteadas en serbio y ni siquiera puede resolver el sudoku? Ah, a mí me encanta, no sabés.

Y bueno, llamé. No exagero: llamé como 35 veces. O me daba ocupado, o sonaba y sonaba y nadie atendía, o saltaba una máquina que decía: "Gracias por comunicarse con American Express. Su llamada es muy importante para nosotros: por eso, para su comodidad, el horario de atención es de cuatro y siete de la madrugada a cuatro y nueve".

Yo además pretendía, oh iluso, zanjar otra cuestión: antes de irme había pedido que para renovar la tarjeta usaran los puntos del programa llamado Membership Rewards, también conocido como Si Vas Y Te Comprás Un Puto Boeing 747 Podés Llevarte Sin Cargo Un Collar Para El Perro Siempre Y Cuando Sea Un Caniche Violeta Que Cante El Himno De Sri Lanka.

Obviamente, por el nuevo plástico me debitaron dos cuotas de 174 pesos cada una.

Seguí maileándolos sin éxito. Una frase del último correo, que envié dos días antes de volver, decía: "Espero que me respondan todo, y como se debe, a partir del lunes". A las pocas horas me llegó esto del Departamento Interactivo de Atención (sic):

"Estimado Socio Gold:

Agradecemos su comunicación a través de esta vía. Por la presente, y en relación a su nota, deseamos informarle que a la fecha el saldo de su cuenta se encuentra en cero."

Sí, después de cobrarme intereses por financiación y punitorios durante siete meses, la reputísima madre que los parió a vos y a los koalas.


Acabo de llamar para que me devuelvan lo que me afanaron, antes de mandarles la tarjeta por Oca Pack 24 así mañana tempranito se la meten bien en el ojete.

Sólo voy a reproducir un par de tramos de un diálogo que chorreó surrealismo:


1.

-Lo que sucede, señor, es que usted debería haber llamado para convertir esos pesos en dólares.
-Primero: llamé decenas de veces, y nunca me atendieron. Y segundo: ¿por qué carajo voy a depositar 1.600 pesos si sólo tengo consumos en dólares? ¿Porque le tengo cariño a American Express y quiero colaborar con sus bicicleteadas?
-Lo que sucede, señor, es que el sistema no hace las conversiones automáticamente.
-Lo que sucede, señorita, es que tiene razón mi vecino Arturo: estamos como la mierda por culpa del sistema. ¡¡Entonces cambien el sistema!! ¡¡Hagamos la revolución!!


2.

-Quizá, señor, no se le tomaron los puntos para la renovación porque no le alcanzaban.
-¿Cómo "quizá"?
-Espere que le averiguo, señor.
-OK.
-[Unos minutos después:] ¿Señor?
-Sí, aleluya, hija mía.
-...
-¿Y?
-Gracias por aguardar en línea. Efectivamente, no le alcanzaban los puntos.
-¿Y cuántos puntos se necesitan?
-Ay, no sé.
-Ah, está bien, bancame que llamo por la otra línea al Burger King, ahí deben saber.
-Espere que le averiguo, señor.
-Amén.


Yo sé que los pibes que atienden no tienen la culpa de las garcadas que cometen las empresas a las que representan, y de hecho así se los digo, claramente, y hasta les pido disculpas. Pero si no bizarreo en esas charlas carezco de tolerancia: no puedo, me pueden, me sacan años de vida, diría que me producen caída de cabello (si tuviera).

El resultado de una hora de comunicación delirante fue que los tipos me van a acreditar sólo los punitorios, que si no me equivoco ascienden a la astronómica suma de... 69 centavos de dólar.

Estimados: mañana abran el paquetito de Oca, relájense y gocen. Hijos de una trola barata garpada con los puntos del Programa Membership Rewards.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

JOJOJOJJO!! que hijo de puta.... me mori de la risaaaaaaaaaa

AEZ dijo...

Anónimo: ¿siempre te reís como Papá Noel? Gracias.

Anónimo dijo...

Que impotencia, que desagradable, que chorros esos hijos de pu'!
Abrazo amigo!

Anónimo dijo...

Son unos hijos de puta... si mejoran.
Me cagué de risa, aunque el tema da más bien para llorar (mientras le rompés la cabeza al gerente de AMEX).

Anónimo dijo...

Si es que existe el reclamo teléfonico como género literario, es usted uno de sus máximos exponenentes.

AEZ dijo...

Kiuman: diga "puta", amigo, que en este blog se respeta la libertad de expresión. Abrazo.

Spyderpac: sí, aunque el peor "castigo" que se les puede dar es no usar nunca más su reventada tarjeta y divulgar sus garcadas.

Diego: jejejeje, qué honor, qué lo parió.

seelvana dijo...

me encantajajajja

quisiera trabajar atendiendo esos teléfonos
moriría de risa por dentro

salute Éibl!

AEZ dijo...

Seelvana: ténquiu, pero dudo de que te pudiera gustar atenderme cuando me pongo a bizarrear...