522. Libro cruzado
Zoë caminaba por la calle Bevington de Oxford y se metió en una cabina de teléfonos para de hecho hablar por teléfono y no para sacarse una foto o hacer pis o prenderse un pucho.
Porque la verdad es que casi nadie en Inglaterra usa las famosas cabinas rojas, ya. No tiene sentido: es más barato y más cómodo hablar por el celular, y todo el mundo tiene celular. Las famosas cabinas rojas son una especie en extinción, digámoslo. Cuando visité Cambridge en marzo de 2008 saqué esta foto:
La vi como un símbolo: las famosas cabinas rojas como ataúdes en hilera.
Pero estábamos con Zoë dentro del ataúd. Zoë va a llamar por teléfono pero algo la frena.
Es un libro.
"Ups, alguien se lo olvidó. Qué pena", piensa Zoë, mientras toma el libro y mira alrededor, a ver si el dueño todavía anda por ahí. No hay nadie, pero.
"Ups."
Recién ahora Zoë lee de qué libro se trata: es The Penguin Complete Novels of George Orwell. En la tapa, blanda, un hombre de sombrero prende una farola del alumbrado público. 11,99 libras. 925 páginas.
Zoë toma el libro con las dos manos: la izquierda sobre la tapa, la derecha sobre la contratapa. Sándwich de Orwell. Si no estuviera el libro en el medio se diría que Zoë está en posición de rezo. Zoë apoya el dedo gordo de la mano derecha en la tapa, haciendo un poco de presión, y después lo hace correr y pasa las páginas hasta el final. Hace ruido a viento y a Zoë le llega el olor a tinta.
Ahora abre el libro como se debe, Zoë.
En la primera página está la biografía de Orwell. Se llamaba Eric Arthur Blair, Orwell. Y nació en la India. Fue policía, Orwell. Y pobre. Luchó con los republicanos españoles, Orwell. Y en la Segunda Guerra Mundial.
Pero hay algo raro ahí. El papel es finito y se ve algo escrito a mano del otro lado.
Zoë da vuelta la página y lee:
Hola, querido lector:
Sólo unas líneas rápidas para decirte que registré este libro en bookcrossing.com, así puedo seguir su destino, dónde va, quién lo lee y qué piensa de él. Por favor visitá bookcrossing.com/719-5857062 y dejá un comentario; después pasale el libro a otra persona, quien lo va a agradecer. Todos podemos seguir la ruta de este libro y las vidas que toca para siempre.
Gracias.
No había firma.
"Ajá. Interesante."
Zoë ya había leído Orwell.
-¿Vos lo leíste? -me preguntó una noche en la que Katie cocinaba una de sus ricas pastas y tomábamos un aceptable Cabernet Sauvignon mendocino de 2,99 libras.
-Sí, algo –le dije—. Leí 1984. También Rebelión en la granja y... ¿cómo se llamaba? Eh... Los días en Birmania, ese. En castellano.
-¿Querés leerlo en inglés? Tomá. Es tuyo. Pero tenés la responsabilidad de seguirlo, eh.
Ya está, Zoë. Lo hice.
Entré en bookcrossing.com y conté que lo tengo acá en la Argentina.
En bookcrossing.com hay unos cinco millones y medio de libros registrados y casi 800.000 usuarios de más de 130 países.
Me pareció una especie de milagro cultural: una iniciativa bellísima, incluso esperanzadora.
Y las historias (como esta) que debe haber detrás...
10 comentarios:
Me encantó. Me gustó el relato. Y también la iniciativa, no sabía de su existencia. Parece un proyecto interesantísimo.
Imaginate si se le solicitase a todos los socios de la Rivadavia que también dejasen una nota con sus impresiones sobre cada libro que retiran para su lectura. No sería lo mismo, lo sé. Pero igual estaría bueno, no?
El mochi: ¡claro que estaría bueno! Confieso algo: cuando tenía, no sé, 12-13 años, saqué por segunda vez el "Martín Fierro", una edición señorial, de esas que ya no se hacen. Bueno, en la última página dejé un mensaje diciendo cuánto me había fascinado...
¿Y que camino seguirá Orwell en Bahía? ¿Pensás dárselo a alguien o dejarlo abandonado para lo lleve el azar?
Los libros libres. buena iniciativa para imitar...
Que linda historia! Estas cosas te pasan a vos nomas..
Estoy completamente de acuerdo, una iniciativa muy linda, me gusta mucho la idea. No sólo por la historia que cada uno que recibe el libro pueda tener de cómo lo recibió, sino, también, por el hecho de trasmitir o promover la lectura con un sentido distinto: el de dejar de ser simplemente el lector de una historia escrita por otro, para pasar a formar parte de otra como hacedor de la misma, eso esta muy bueno!
por ultimo, me sumo a la pregunta de Matias...
Matías: cuando lo termine de leer, veré. Tengo mis dudas de que acá vaya a suceder lo mismo que sucede en Europa. ¡A ver si Orwell termina alimentando el fuego de un asadito! ¿Te parece que podríamos hacer algo parecido, tipo www.libroslibres.com.ar?
Ro: me gustó la idea de que a partir de iniciativas como esta ya dejás de ser un lector pasivo y formás parte de otra historia, activa y públicamente. Bienvenida y que se repita.
Es como los manuscritos en las botellas.
Tentar al azar, a ver qué hilos teje, que figuras van apareciendo en estos "encuentros" ¿casuales?
Sí, qué feíto lo del asado, que terminara así...tenés que pensarla bien para que no pase.
Beso!
Ani: ¡uh, los mensajes en una botella! Y no me refiero al tema de los Police, eh. Otra confesión: de pibe lo hice un par de veces, supongo ilusionado por alguna lectura afín... Hijos de puta, nunca me contestaron. Y bué.
que linda historia!! me encantó, y lo que vendrá me genera esa cosita de misterio, y quisiera pensar que no alimentará ninguna ceniza...me resisto a imaginarlo! pero cuando esa magia la dejes por ahí,tengo más dudas que ilusiones..
Ah, me pasó otra cosa con tu post, me acordé de mis primeras crónicas que precisamente hablaba de una cabina roja, idéntica a la de la foto pero ubicada en la esquina de una plaza. Acá. Si, muy bizarro. Fue una de esas cosas que cuando me mudé llamaron mi atención. Y la observé un par de veces, y un día armé una historia a partir de esa cabina. Jeje. Qué loco, ...y tendría que rastrearla. Si, me acuerdo que en esos tiempos me pegaron un par de cosas sobre las que escribí, esta que mencioné, un lustrabotas (ejemplar por entonces en extinción), y una sala cultural que me fascinaba por su fachada.
Paradójicamente, de las tres (al poquito tiempo) no quedaron (casi) rastros. La primera, desapareció. O mejor dicho, tuvo vaya a saber qué destino. Al lustrabotas, un día lo dejé de ver en el mismo lugar de siempre, y supuse que falleció. Y entiendo no muchos nos dimos cuenta del vacío. Solo debe quedar una ordenanza municipal(anacrónica) que organizaba el oficio (1926).
De la sala queda algo (parte superior, menos mal que se trata/ba de un monumento/ patrimonio histórico),en meses, se convirtió en un comedor chino. Detestable. Esto todavia duele porque paso a menudo enfrente y me sigue molestando.
Ahora que lo pienso no se si fue mi sentido de la percepción, o fueron muertes anunciadas. Qué sensación rara. Será por eso que escribo menos de lo deseable?
Previo a eso, cargaba con dos viejitos que entrevisté antes, últimos eslabones de un pueblo que murieron a los meses de entrevistarlos. No me cabe, pero se siente feo. Igual.Uff...no quiero recordar mas.Je.
Abrazo,
G.
pd. che, y si empezas con una cadena con tus seguidores del blog. Creo sería una alternativa,no?
Espero pueda seguir su destino!!! Pero acá en Bahía hay que pensar bien dónde dejarlo, sino cagaste.. La mayoría somos ignorantes jajajja Asi que pensalo bien!!!
Saludos!!!!
Tenes más anecdotas que el Bambino Veira!
Q grande!
Gurisa: adoro cuando un posteo te hace disparar la imaginación o la memoria o las dos a la vez. En serio. Me divierte mucho, porque imagino tus cadenas mentales. A ver si recuperás esos textos, che. Y no es mala idea "etceterizar" el libro de Orwell...
el14: jejejeje, tampoco es para tanto. Trato de meterle pilas aunque sea una pavadita.
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