lunes, 21 de mayo de 2007

25. "La Tipa" y "El País"


De lunes a viernes voy a almorzar con mi abuela paterna, religiosa y necesariamente.

Religiosamente: si estoy en Bahía no falto nunca, tengo fe en que comer con ella va a ser un gusto grande y así es, siempre.

Necesariamente: hace como 15 años que vivo solo, no me sale ni una pizza con aceptable grado de decencia y dedicarle más de cinco minutos a una hornalla me sigue pareciendo una pérdida de tiempo flagrante.

La abuela se llama Marina, pero yo le digo La Tipa. Y La Tipa es un metro y medio de dulzura, una mina que se trabajó la vida y te parte el corazón cuando dice que esta mañana fue al banco e hizo cola tres horas y “Cobré mi millonada, nene” y son 500 mangos. Por supuesto, La Tipa es una gloria en la cocina:




Mientras almorzamos, miramos los noticiosos (así les dice ella) y básicamente nos indignamos con lo que cuentan. Después, siempre le digo que salga a dar una vueltita si el día está lindo, que se abrigue bien, que se fije por dónde camina porque las baldosas vienen tontas y que cierre la puerta con llave: “Hay muchos turros por ahí que les roban y les pegan a los viejos”, le digo.

Como suelo andar apurado porque tengo que ir al diario y además me urge el cigarrillo post-morfi, inventé hace años una pavada para justificar cada huida:

-La Tipa, me voy rápido porque el país me necesita.

La primera vez que le dije eso me miró con la asombrada desconfianza de una liebre y se rió mucho. Pero hace rato que me sigue el juego, onda Qué haría el país sin nosotros dos.

Bueno, la cuestión es que este mediodía, apenas llegué, me dijo, señalándome la mesa:

-Mirá, tanto que hablás de “el país esto, el país lo otro”: el país te mandó una carta.

(Nota: viví en el departamento de La Tipa un tiempo, hasta que murió el capo total de mi abuelo y me mudé a Buenos Aires. Como nunca quise hacer el cambio de domicilio, casi toda la correspondencia me llega ahí.)

Me causó gracia la ocurrencia de La Tipa. Y pensé que la carta que mandaba el país sería un aviso de la AFIP, o algo así. Pero no. En serio, el remitente era El País: me confirmaban la suscripción al mejor diario de habla hispana.

3 comentarios:

Gasper dijo...

Por una cuestión profesional no me voy a quedar con la anécdota final de "El País" pasando por debajo de tu puerta.
Por una cuestión humana me voy a quedar con el enorme regocijo que significan esos almuerzos, charlas, lecturas televisivas, y demás valores verdaderos que significa el rito con "La tipa".

Sé de lo que hablás y al haberme quedado hace casi dos años sin la mía, me alegro de tu disfrute.

Abrazo grande

AEZ dijo...

Gasper: vos sí que sabés con qué quedarte, entonces descuento que te habrás quedado con los mejores recuerdos de la tuya. Abrazo.

Anónimo dijo...

Antes te decía que se me había piantado un lagrimón. Y que el país necesita de tipas como esa. Y que le mandaras un regio abrazo.