529. El qué de Lelé

Me quedaba de paso y pasé a contarle una novedad de las buenas, porque de las malas ya habíamos pasado unas cuantas -y un buen día nos hartamos mal.

Le quería contar algo que demostraba que a veces, al final, en el fondo, mínimamente, puede haber un cacho de justicia en esta vida puta.

Pero ella ya lo sabía.

Puta vida.

Sentí la necesidad de compensar esa dolorosa falta de sorpresa, así que le conté otra profesional/personal (que por ahora no puedo revelar) y entonces sí me puso los ojos huevos fritos y, creo, se recontraalegró y en otro contexto me habría abrazado juerte y todo: porque se trataba de La Gran Cosa.

Le vi los cachetes colorados.

-Yo también tengo una novedad -dijo ella-: estoy embarazada.

-¡¡Nooooo!! ¿De verdad? ¡Pero qué grande! Te felicito, de corazón. ¡Estás cumpliendo todo! Formaste pareja en serio, te compraste una casa, te casaste de blanco, ahora vas a tener un bebé... ¿Qué te falta?

-Escribir.








[Eso dijo ella, que cierta vez se hizo un evatest y estaba embarazadísima de periodismo. Y ahora, lejos de él, la vi feliz en su oficina luminosa, interna, ventanal con vista a los azulejos más altos del Don Bosco, aire acondicionado, compu con monitor de tubo y un tele lluvioso y espectral clavado en Canal 9 de Bahía. Well done, LNP!!!]