sábado, 9 de junio de 2007

44. Vos dale, dale gas nomás


En el edificio donde vive mi abuela (alias La Tipa), Lamadrid 345, cortaron el gas.


Aparentemente, según me averiguó un amigo que trabaja en Camuzzi, en 2003 avisaron que había una pérdida grave y nadie hizo nada.

Aparentemente, según me dijo el administrador Gustavo Bentivegna, la responsabilidad es de los propietarios que en asamblea decidieron dar prioridad a los porteros eléctricos y a una membrana.

Aparentemente, según me contaron unos vecinos, la obra se iniciará el lunes y demandará, mínimo, un mes.

Realmente, en el edificio de La Tipa hay dos cuerpos y decenas de departamentos, en su mayoría ocupados por viejos.

Realmente, estamos en época de bajas temperaturas: encima lo peor está por venir y nadie puede bañarse sin helarse o prepararse un café o desentumecerse al lado de un calefactor y muchos han huido a casas de familiares.

Realmente, La Tipa tiene 80 años, anda flojita de salud, un frío la puede tumbar, no quiere abandonar su casa y a mí se me parte el alma cuando le alcanzo un termo con leche y otro con agua y me dan ganas de matar a alguien cuando me dice que está calentita con un chaleco de manta polar y que ella se arregla, que no me preocupe.

Aparentemente, nadie fue lo suficientemente humano para cortar el gas en enero y nadie cree que hacerlo ahora sea como un intento de asesinato.

Realmente, todos los culpables de que esté pasando esto son unos hijos de puta y todos deberían rogar que a La Tipa no le pase nada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Avanzamos o retrocedemos? Porque antes la humanidad escuchaba a sus patriarcas... y los cuidaba. Es una duda que siempre tengo. Muchas veces escucho: "mi abuelo me enseñó...". Espero que las generaciones futuras no se queden sin esas enseñanzas porque con lo que le dan de jubilación, los delincuentes que se aprovechan y los directivos de Camuzzi quizás no haya más abuelos dentro de un tiempo. O será que empezó una extraña y perversa Guerra del Cerdo?

Anónimo dijo...

Es una barbaridad, una de tantas y van... La paciencia casi infinita de nuestros abuelos no debería tener como premio semejante animalada. ¿A qué (de)mente poco iluminada se le ocurre cortar el gas cuando empieza el invierno?
Y sí, Boya, parece que las degeneraciones presentes se están encargando del abuelocidio.
Paquinho